La culpa y sus implicaciones emocionales: ¿cómo impacta en nuestra mente?

La culpa es un sentimiento que, de forma insidiosa, merma nuestro bienestar mental.

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La culpa es una emoción que se experimenta cuando creemos haber hecho algo malo o perjudicial. La culpa como tal, es una experiencia muy común, ya que algunos estudios indican que aproximadamente el 90% de las personas han sentido culpa en algún momento de sus vidas.

Sentir culpa está directamente conectado a pensamientos y emociones recurrentes que son desagradables y torturantes. Todas estas sensaciones son traducidas por el cuerpo a un lenguaje muy propio, el cual es muy explícito cuando se trata de mostrarnos cómo se siente determinada emoción. Si estamos atentos, nos daremos cuenta de que la culpa tiene sus propios pensamientos y sensaciones muy propias, por lo tanto, es fácil identificarla.

Con muchos de mis pacientes, cuando hablamos del tema, describen la culpa como una sensación de un peso sobre la espalda o cabeza; otros la describen como un nudo en la región del ombligo o garganta; en todo caso, sea cual sea la sensación, todos están de acuerdo en que no es nada agradable.

El impacto de la culpa en nuestra salud mental y emocional

La culpa puede influir en nuestro bienestar psicológico debido a que sentirla por tiempo muy prolongado, puede aumentar el riesgo de depresión, ansiedad y estrés crónico. Estudios sugieren que la culpa crónica puede estar relacionada con síntomas depresivos significativos.

La culpa puede afectar nuestras relaciones y nuestra autoestima, esto se debe a que el inconsciente guarda toda la información a la que hemos estado expuestos; lo más común es proyectar en el otro, “Yo no fui”, lo que se tiene almacenado pero que no se puede reconocer a simple vista.

En el argot popular: “Todo ladrón juzga por su condición”, por lo tanto, hay un deterioro de la confianza hacia los demás y esto hace que se presentan dificultades para establecer relaciones funcionales. Debemos tomar en cuenta que, históricamente y hasta nuestros días, se ha utilizado la culpa para ejercer poder y mantener el control sobre otros, creando dependencia emocional y sumisión.

Rompiendo el ciclo de la culpa: estrategias para liberarnos de ella

Es importante entender la diferencia entre culpa tóxica y culpa legítima o saludable. La culpa tóxica es un sentimiento de culpabilidad excesivo, irracional y persistente que no se corresponde con la realidad ni con la responsabilidad real de la persona. Es una culpa que no ayuda a mejorar ni a reparar el daño causado, sino que solo sirve para castigarse a sí mismo y minar la autoestima.

La culpa tóxica suele provenir de un sentido de responsabilidad desmesurado, de una necesidad de ser percibido como una buena persona o de una educación basada en el miedo y la vergüenza, por lo tanto, suele tener consecuencias negativas para la salud mental y física de la persona que la padece, tales como depresión, ansiedad, estrés, baja autoestima, aislamiento social, autocastigo o somatización. Por eso, es importante identificarla y tratarla con ayuda profesional.

La culpa legítima o saludable es una respuesta natural y apropiada ante una mala conducta, que nos ayuda a darnos cuenta del error, a pedir perdón y a aprender de la experiencia. La culpa saludable es proporcional al daño causado y desaparece cuando se soluciona el problema.

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Existen algunas estrategias para gestionar y liberarse de la culpa tales como la terapia cognitivo-conductual, técnicas de relajación, escritura terapéutica, fomento de la autorreflexión y el autoperdón. Es importante aprender a evaluar nuestras acciones de manera realista y perdonarnos a nosotros mismos por errores pasados.

Proporcionar un marco de trabajo para abordar la culpa a través de la identificación de los desencadenantes, es un proceso que solo es posible a través del mecanismo de la autoobservación. Autoobservar en una técnica que nos permite tomar conciencia plena de lo que estamos pensando, sintiendo y haciendo. Cuando este mecanismo está en marcha, desafía los pensamientos negativos que provienen de nuestras creencias y emociones irracionales.

Al asumir la responsabilidad de nuestras acciones, podemos ver objetivamente cuales han sido nuestros errores, para poder aprender de ellos. Al fomentar el desarrollo de habilidades personales, establecer límites saludables y rodearse de personas que brinden apoyo, también es una forma de superar la culpa.

El poder de la empatía y el perdón hacia los demás y hacia uno mismo

Poner en práctica la comprensión y el perdón hacia los demás y hacia uno mismo para sanar y avanzar es una respuesta que surge cuando entendemos a profundidad lo que es la compasión. Una vez que se encuentra la causa que originó la culpa, el trabajo terapéutico es fundamental para entender que somos humanos y que la única forma dejar ir la culpa es perdonarse a si mismo. Reconocer los errores que nos condicionaron a vivir con estos sentimientos y dejar de cometerlos, es fundamental para no quedar atrapado en el desasosiego.

Una vida plena solo es posible cuando tomamos conciencia de cuáles son los pensamientos y emociones que nos esclavizan hacia la culpa y el remordimiento. Cuando reconocemos que solos no podemos salir de estos estados mentales y emocionales, buscamos ayuda e implementamos las estrategias para superarlos.

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Guayaquil

Carol Farah Thoma es psicólogo, coach y formador. Ofrece sus servicios en su consulta situada en Guayaquil y de manera online.

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