Darle un sentido a nuestras vidas

Darle un sentido a la vida es uno de los principales objetivos de todo ser humano. Aquel que no lo encuentra, puede sentirse frustrado y desmotivado.

Asimismo, el sentido de vida se encuentra en constante cambio y depende del presente de la persona. De manera natural, va transformándose entorno a las necesidades y objetivos que en ese momento posea el hombre.

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El reto de buscarle un sentido a la vida

Viktor Frankl fue el encargado de abrir el debate sobre este gran tema: “El sentido de la vida”. Fue un reconocido neurólogo y psiquiatra que creó la “logoterapia”, la cual es una psicoterapia que explaya que la voluntad de cada ser humano de encontrarle un sentido a la vida es una de las motivaciones primarias que él mismo posee. Su libro más conocido es El hombre en busca de sentido, el cual hace énfasis en su trayectoria, lo que padeció al tener que vivir la experiencia de estar en un campo de concentración nazi durante la Segunda Guerra Mundial y cómo, a través de la búsqueda de un sentido de vida, pudo atravesar esa calvarie pudiendo sobrevivir.

El sentido de vida cambia de una persona a otra, de un momento a otro. Cada ser humano tiene su propio sentido de vida con un significado concreto que él mismo le brinda. El mismo está en constante cambio, nunca cesa. Cada uno está encargado de encontrar, desde su individualidad, su propio sentido de vida. Es una fuerza primaria encontrarlo, y no un simple impulso. El ser humano debe alcanzar esta búsqueda para así satisfacer su propia voluntad.

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Un proceso de crecimiento personal

La búsqueda de este sentido es un trabajo arduo al cual cada ser humano se debe someter constantemente en su vida. En la infancia, no suele ser un propósito racionalizado, pero, a partir de la adolescencia, aproximadamente 15 años, cada ser humano comienza a crear un sentido para su vida: ya sea desde terminar el colegio, comenzar algún deporte o, asimismo, qué carrera universitaria quiere elegir. Cuando uno ya es adulto, el sentido de vida vuelve a dar un giro al pensar y empezar a tomar decisiones cruciales: estudios, mudanzas, desarraigos, economía, familia, etc.

En varias ocasiones, puede suceder que la persona no le encuentre un sentido a su vida en un momento en particular, se sienta desmotivado, frustrado y con malestar. De esta manera, debe reinventarse para poder conseguir nuevos propósitos y proyectos para su vida.

Puede demorarse en construir nuevamente un sentido de vida debido a que no es una tarea fácil. Y mientras más tarde en hallar un nuevo propósito, más intenso será el sentimiento de vacío existencial que lo envuelve.

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Partiendo desde la incertidumbre

Crear un sentido de vida es asumir una nueva responsabilidad para con uno mismo. Teniendo en claro el “por qué” de nuestras decisiones, lograremos hacerle frente a todos los “cómo”, “cuándo”, “dónde”. Una vez que la persona se siente cómoda con un objetivo que la motiva, generará cambios para poder vivir un presente mucho más ameno. La vida le presenta al ser humano constantes retos que sólo él mismo podrá resolver.

Muchas veces nos encontramos preguntándonos a nosotros mismos “¿Para qué vine al mundo?” “¿Cuál es el motivo de mi existencia?”. A estas preguntas existenciales, sólo las puede responder uno mismo, tratando de buscar la propia esencia de su existencia. La felicidad y el estar bien suelen ser los motivos de nuestras decisiones. Cada vez que un ser humano da un giro de 360 grados en su vida, es porque lo que estaba viviendo ya no lo completaba, no lo hacía feliz.

Debido a esto, debe decidir para qué rumbo cambiar su presente, qué es lo que le gustaría conseguir. Y, así, cambia su sentido de vida. Asimismo, cambiar de rumbo o tomar nuevas decisiones con respecto a proyectos u objetivos en la vida, puede generar cierto miedo debido a la incertidumbre que genera lo nuevo, lo que aún no se conoce.

En los adultos mayores, muchas veces se da la secuencia de preguntarse si cumplieron el propósito de su vida, pensando y teniendo la sensación de que podrían haber hecho algo distinto y, al mismo tiempo, sabiendo que ya no pueden cambiarla.

Hay tres maneras con las cuales podemos acercarnos a encontrar el sentido de la vida: teniendo una misión, un amor o con la contemplación de lo que nos rodea día a día. Encontrar este sentido, le permitirá darle “color a la vida”.

Debemos hacernos responsables de nuestro camino y, mediante el uso de la libertad que poseemos, tomar decisiones acerca de qué pretendemos en nuestra vida, asumiendo los riesgos de nuestras determinaciones y teniendo fe que en el futuro todo va a acomodarse para, así, sentirnos mejor.