Tomar decisiones es una de las habilidades más fundamentales en la vida, desde elecciones cotidianas hasta decisiones trascendentales que pueden cambiar nuestro futuro. Sin embargo, muchas personas experimentan una gran ansiedad al enfrentarse a una elección, sintiendo un peso enorme ante la posibilidad de equivocarse. ¿Por qué nos cuesta tanto decidir? ¿De dónde viene este miedo a equivocarnos? Y, lo más importante, ¿cómo podemos afrontarlo de manera saludable?
¿Por qué tomar decisiones nos genera ansiedad?
Tomar una decisión implica elegir entre distintas opciones, lo que inevitablemente significa descartar otras posibilidades. Esta renuncia genera incertidumbre y, en algunos casos, angustia. Existen múltiples factores que explican por qué algunas personas experimentan más dificultad al tomar decisiones:
1. El miedo al error y la intolerancia a la incertidumbre
Las investigaciones en psicología han demostrado que el miedo a cometer errores es una de las principales causas de la indecisión. Muchas personas asocian el error con el fracaso personal y, en consecuencia, prefieren evitar tomar decisiones antes que arriesgarse a equivocarse. Además, la incertidumbre juega un papel clave. Nuestro cerebro está programado para buscar seguridad y predictibilidad. Cuando nos enfrentamos a una decisión sin garantías de éxito, es normal que aparezca ansiedad.
2. Perfeccionismo y autoexigencia
Se ha comprobado que el perfeccionismo está estrechamente vinculado con la dificultad para tomar decisiones. Las personas perfeccionistas sienten una gran presión por tomar la "decisión correcta", lo que las paraliza ante cualquier opción que implique el más mínimo riesgo de error.
El problema es que en la mayoría de los casos, no existe una única opción perfecta, sino diferentes caminos con sus pros y contras. Quienes buscan la decisión ideal pueden quedarse atrapados en un análisis interminable, conocido como "parálisis por análisis".
3. Factores emocionales: ansiedad y miedo al arrepentimiento
Las emociones influyen de manera significativa en nuestra toma de decisiones. La ansiedad, por ejemplo, puede hacer que sobrestimemos los riesgos y nos bloqueemos ante cualquier elección. El miedo al arrepentimiento es otro factor clave. Cuando tomamos una decisión, tendemos a imaginar cómo nos sentiremos en el futuro si elegimos mal. Paradójicamente, los estudios muestran que solemos sobrestimar el impacto negativo de una mala decisión y subestimar nuestra capacidad de adaptación.
4. Presión social y expectativas externas
La sociedad también juega un papel en nuestra toma de decisiones. Desde pequeños, aprendemos que ciertas elecciones son más aceptadas que otras. La presión familiar, cultural o social puede hacernos dudar de nuestras propias preferencias y aumentar el miedo a tomar un camino "incorrecto" según los estándares externos.
Cómo afrontar el miedo a tomar decisiones
Si bien la dificultad para decidir es algo común, existen estrategias psicológicas efectivas para mejorar nuestra capacidad de elección y reducir la ansiedad asociada.
1. Aceptar que no hay decisiones perfectas
Se ha demostrado que aceptar la incertidumbre es clave para reducir el estrés en la toma de decisiones. En lugar de buscar la opción perfecta, podemos centrarnos en elegir la opción que mejor se ajuste a nuestras circunstancias actuales. Hazte preguntas clave:
- ¿Qué es lo peor que podría pasar si me equivoco?
- ¿Cómo podría afrontar esa situación?
- ¿Cuáles son los beneficios de tomar una decisión en lugar de quedarme paralizado?
2. Aplicar la regla del 80/20
En muchas ocasiones, el 80% de los beneficios proviene del 20% de los esfuerzos (principio de Pareto). Esto significa que no es necesario analizar cada detalle al máximo, sino centrarnos en la información esencial y tomar una decisión basada en lo más relevante. Si sueles caer en la parálisis por análisis, establece un tiempo determinado para recopilar información y tomar una decisión sin seguir dándole vueltas innecesariamente.
3. Usar la toma de decisiones basada en valores
Desde la terapia de aceptación y compromiso (ACT), se enfatiza que las decisiones deben alinearse con nuestros valores personales en lugar de basarse en el miedo o la presión externa. Pregúntate cuáles son tus valores
- ¿Esta decisión me acerca o me aleja de la vida que quiero vivir?
- ¿Estoy eligiendo desde el miedo o desde lo que realmente quiero?
4. Replantear el error como aprendizaje
Se ha demostrado que cambiar nuestra relación con el error reduce la ansiedad ante la toma de decisiones. En lugar de ver una mala elección como un fracaso, podemos considerar que aunque no seamos felices con el resultado es una oportunidad para aprender y mejorar en el futuro. Escribe las decisiones que tomas y, después de un tiempo, revisa cuáles fueron sus consecuencias. Verás que muchas veces las preocupaciones iniciales eran exageradas y que has sido capaz de adaptarte.
5. Practicar la toma de decisiones en situaciones pequeñas
Si te cuesta tomar decisiones importantes, una estrategia efectiva es practicar con elecciones menores. Cuantas más decisiones tomemos, más confianza desarrollamos en nuestra capacidad de elegir. Decide pequeñas cosas sin pensarlo demasiado:
- ¿Qué película verás esta noche?
- ¿Qué ropa usarás hoy?
- ¿Qué plato pedirás en un restaurante?
Esto entrena tu cerebro para tomar decisiones con más seguridad y menos ansiedad.
Conclusiones
Tomar decisiones es una habilidad que podemos desarrollar. Si bien el miedo a equivocarnos es natural, aprender a gestionar la incertidumbre, enfocarnos en nuestros valores y aceptar que el error es parte del aprendizaje nos ayuda a tomar decisiones con mayor confianza y tranquilidad. La clave no es eliminar el miedo, sino actuar a pesar de él. Con el tiempo, cada elección nos fortalece y nos acerca a la vida que realmente queremos construir.


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