Ser joven tiene mucho que ver con la búsqueda de un lugar en el mundo. Específicamente en la adolescencia, un período en la vida de autodescubrimiento, pero también de darse cuenta de lo que hay más allá de las paredes de nuestra habitación.
En esa búsqueda, hay quienes pueden encontrar ideas o influencias con tendencias radicales, lo que puede traer consecuencias negativas para adolescentes y jóvenes.
En la realidad de un mundo hiperconectado, saturado de información y con el auge de figuras públicas que promueven pensamientos radicales, la mirada atenta de padres, madres y personas cuidadoras es importante cuando se trata de evaluar qué tipo de contenido está llegando a hijos e hijas durante estas etapas tempranas de la vida. En este artículo, explicamos cómo detectar y abordar señales y cómo apoyar y proteger a los jóvenes de los riesgos de la radicalización.
¿Qué es la radicalización?
Vivimos en un mundo cada vez más polarizado. Sin embargo, a ninguna edad es positivo ser extremista con respecto a una causa o ideología, mucho menos cuando se es adolescente, siendo esta una etapa de especial vulnerabilidad.
Cuando se habla de radicalización, nos referimos a la adopción de ideas extremas que justifican o promueven violencia, odio o intolerancia hacía personas, poblaciones vulnerables u otras corrientes de pensamiento o incluso religiosas.
El acceso a estas corrientes puede ser en línea, pero también fuera del internet, y puede tener influencia de redes sectarias, propaganda, grupos sociales o incluso personas cercanas.
En muchos casos, los jóvenes no son conscientes de que están siendo manipulados o influenciados, lo que hace que el papel de la familia sea aún más importante.
Cómo estar atentos a las señales de alerta en los jóvenes
No existe una guía o lista definitiva sobre comportamientos que se puedan identificar en un joven que está siendo víctima de ideas intolerantes.
Sin embargo, hay ciertos cambios en su actitud, expresión, en sus intereses y relaciones que pueden dar luz sobre una posible exposición a la radicalización. A continuación, mencionamos algunos de los indicadores más comunes:
1. Aislamiento social
Uno signo a tener en cuenta es el aislamiento. Si un adolescente comienza a distanciarse de su familia, su grupo de amigos habituales o de las actividades que solía realizar, podría ser una señal de que está siendo influenciado por nuevas ideas o personas.
Este aislamiento puede manifestarse en pasar demasiado tiempo encerrado en su habitación, evitar reuniones familiares o sociales y reducir o cortar la comunicación con amigos cercanos. Aunque el deseo de privacidad es común en la adolescencia, que se dé en una forma drástica, merece mayor atención.
2. Cambios en las amistades
Otro indicador es un cambio en su círculo social. El comienzo de nuevas relaciones, mostrar reserva sobre quiénes son o cómo conoció a estas nuevas personas, podría ser motivo de preocupación.Esto es especialmente relevante si dichas amistades influyen en su comportamiento o valores de manera negativa.
3. Intereses repentinos en ideologías extremas
Un joven en proceso de radicalización podría mostrar un interés repentino en temas ideológicos o religiosos que antes no conocía o no le interesaba.
Esto en sí mismo no es negativo, pero si el interés se centra en ideologías extremas o grupos que promueven la intolerancia o la violencia, es necesario intervenir. Algunos ejemplos incluyen leer, ver o compartir contenido relacionado con propaganda extremista; seguir cuentas en redes sociales que promueven discursos de odio; y expresar opiniones radicales o intolerantes hacia poblaciones vulnerables.
4. Rechazo hacia puntos de vista diferentes
Si el adolescente se vuelve cada vez más inflexible en sus opiniones o se niega a escuchar o considerar otros puntos de vista, esto puede ser un signo de que está adoptando una mentalidad intolerante. Podría volverse argumentativo, despectivo o incluso agresivo cuando se enfrenta a ideas que no coinciden con las suyas.
5. Cambios en su apariencia o estilo de vida
Otro cambio notable podría ser en su apariencia o rutina diaria. Por ejemplo, adoptar un nuevo estilo de vestimenta asociado con un grupo o ideología específica; cambiar su dieta o hábitos en función de creencias extremas; o mostrar comportamientos estrictos que antes no hacía.
6. Uso excesivo de Internet y cambio en el comportamiento en línea
El entorno digital es uno de los principales canales donde ocurre la radicalización, especialmente entre los jóvenes. Con respecto a internet, es necesario prestar atención a los siguientes comportamientos: usar múltiples identidades en línea, lo que podría indicar que está explorando comunidades extremistas; pasar largas horas en sitios web o foros poco conocidos; y ser reservado sobre sus actividades en redes sociales o eliminar el historial de búsqueda regularmente.
7. Simpatía hacia ideologías sectarias o intolerantes
Comenzar a mostrar empatía o apoyo hacia grupos o personas que promueven la violencia o el extremismo, es un claro indicador de que podría estar siendo influenciado. Esto puede incluir justificar actos de violencia en nombre de una causa, mostrar admiración por figuras agitadoras o violentas, y compartir o consumir contenido que glorifique actos de terrorismo o violencia.
8. Sentimientos de persecución o victimización
Un joven puede expresar que se siente víctima de la sociedad o que está siendo perseguido por sus creencias. Este sentimiento de alienación es uno de los pasos iniciales hacia la aceptación de ideologías extremistas, ya que los grupos radicales suelen aprovechar estas emociones para manipular a las personas.
¿Cómo abordar estas señales?
Detectar estas señales puede ser alarmante, pero es importante manejar la situación con calma y sensibilidad. Aquí hay algunos pasos que puede seguir si sospecha que su hijo podría estar siendo radicalizado:
Escucharle y hablar de forma clara y respetuosa con él o ella
Es de suma importancia que los jóvenes cuenten con un ambiente de confianza en casa en el que sientan que pueden hablar sin miedo a ser juzgados o castigados, esto no solo a la hora de abordar este tipo de problemas sino en la vida en general.
Escuchar sus ideas y preocupaciones con calma, incluso si no se está de acuerdo con ellas. Mostrar interés genuino en sus pensamientos y sentimientos puede abrir la puerta a conversaciones en las que pueda contar lo que está ocurriendo.
No confrontar desde la ira
Abordar temas complejos de manera agresiva o crítica trae consigo la posibilidad de que los adolescentes se cierren aún más. En lugar de enfrentar directamente, es mucho más ideal hacer preguntas abiertas que les permitan reflexionar sobre sus ideas y las fuentes de información que están utilizando.
Invitarle a tener pensamiento crítico
Ser joven tiene mucho que ver con cuestionar lo que está alrededor, esto ayuda en el desarrollo de habilidades sobre el pensamiento crítico. Como padres o cuidadores es importante ayudar a los hijos e hijas en el aprendizaje de la identificación de la manipulación y las noticias falsas. Explicar cómo verificar la información y cuestionar las fuentes en línea.
Supervisar la actividad en línea
Para esto no es necesario invadir la privacidad. Sin embargo, la supervisión adulta sobre los sitios web, foros y redes sociales que frecuenta un adolescente nunca está de más. Puede utilizar herramientas de control parental o simplemente pedirle que le muestre cómo usa ciertas aplicaciones o plataformas, esta petición, aunque con autoridad, siempre debe ser con respeto. Esta supervisión también puede ser una oportunidad para aprender juntos sobre el entorno digital.
Buscar apoyo profesional
Si como adulto sientes que la situación se está saliendo de control, no dudes en buscar ayuda. Hay organizaciones y líneas de ayuda especializada en la prevención de la radicalización que pueden brindarle orientación y herramientas profesionales que puedan atender a adolescentes o jóvenes víctimas de la radicalización.
Cómo proteger a los jóvenes desde el ejemplo
La mejor manera de prevenir la radicalización es fomentar un entorno familiar saludable y seguro donde los jóvenes se sientan valorados y escuchados, y donde no vean ejemplos de radicalización en los adultos que conviven con ellos.
Para ello, es importante enseñar a valorar y respetar la diversidad y las opiniones de los demás, incluso si no se está de acuerdo con ellas.
Asimismo, es clave fomentar actividades extracurriculares, como la práctica de deporte, arte o actividades comunitarias. Esto puede ayudar a construir una identidad positiva y reducir la vulnerabilidad a influencias negativas.
También es súper importante hablar sobre la seguridad en línea. Enseñar sobre la importancia de ser cautelosos con lo que se comparte y con quién se interactúa en internet.
Como adultos, mantener una presencia positiva en la vida de los adolescentes es un factor que hace la diferencia cuando se trata de la exposición a contenido extremista. Un padre o una madre presente, que fomenta valores humanistas, logra que sus hijos o hijas sean menos vulnerables ante problemáticas sociales como la radicalización.


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