Se ha comprobado que la mayoría de disfunciones sexuales, alteraciones en la respuesta sexual, se deben a causas psicológicas. Por tanto, es posible intervenir desde la psicoterapia y la sexología aplicada en programas de modificación comportamental y gestión emocional para conseguir mayor satisfacción.
Pero para comprender cuáles son las estrategias y recursos terapéuticos con los que trabajan los profesionales de la salud a la hora de abordar estos problemas en su día a día, es necesario conocer cuáles son las disfunciones sexuales más frecuentes. En este artículo hablaremos de ellas.
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¿Qué son las disfunciones sexuales?
Entendemos por disfunción sexual la alteración en alguna de las etapas de la conducta sexual que repercute en la funcionalidad y satisfacción del individuo, remarcando el malestar significativo que provoca en el sujeto afectado. En concreto, es un desajuste en alguna de las fases de la respuesta sexual (deseo, excitación, meseta, orgasmo o resolución) o un dolor asociado con el acto sexual que dificultan mantener sexo de manera satisfactoria.
Aunque la última versión del Manual diagnóstico de la Asociación Americana de Psiquiatras (DSM 5) no mantiene la clasificación según etapas sexuales, si presenta los mismos trastornos vinculados a estas fases. Del mismo modo, añade especificaciones según el género y para poder realizar el diagnóstico de disfunción sexual requiere que la afectación tenga una duración mínima de 6 meses.
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¿Qué disfunciones son más comunes en la población?
De los sujetos que acuden a consulta por problemas de disfunción, los más comunes en mujeres son la disfunción orgásmica y el trastorno por interés/excitación sexual; en cambio, los hombres van más por problemas de erección y de eyaculación precoz.
En la prevalencia de los trastornos también influyen variables como el lugar de residencia. Por ejemplo, el deseo sexual hipoactivo en hombres es del 12,5% en la población del norte de Europa, aumentando hasta el 28% en el sudeste asiático.
Asimismo, hay alteraciones de las que no se conoce exactamente la prevalencia, como es el caso del trastorno por interés/excitación sexual en mujeres. Por otro lado, se observa un aumento de frecuencia de la afectación en sujetos que consumen psicofármacos o algún tipo de droga. También debemos tener presente que con la edad la mayoría de trastornos sexuales tienden a aumentar.
Aquí veremos cuáles son las principales características de las disfunciones sexuales que se presentan con más frecuencia en la población. También explicaremos de manera resumida las técnicas de terapia usadas para ayudar a los pacientes que han desarrollado estas alteraciones; la práctica totalidad de ellas pueden ser enseñadas y aprendidas tanto en sesiones de terapia presencial como en terapia online.
1. Trastorno de eyaculación prematura (precoz)
El DSM 5 define la eyaculación precoz como un patrón que se repite o persiste donde, durante la relación sexual con la pareja, se produce la eyaculación aproximadamente en el minuto siguiente a la penetración vaginal y antes de lo deseado por el individuo. Este patrón debe presentarse mínimo durante 6 meses y aparecer en todas o casi todas las relaciones sexuales entre el 75%-100% de las ocasiones.
Es necesario que el sujeto muestre un malestar significativo y no tener ninguna causa orgánica como consumo de drogas o medicamentos. El diagnóstico también permite especificar si es de por vida (se ha presentado siempre) o adquirido; si es generalizado o situacional (solo ocurre con su pareja) o la gravedad de la afectación: se considera leve si la eyaculación se produce aproximadamente entre los 30 a 60 segundos siguientes a la penetración, moderado si aparece entre los 15 a 30 segundos posteriores a la penetración o grave si se produce antes de la actividad sexual o 15 segundos siguientes a la penetración.
En lo referente a la prevalencia, se calcula que entre un 20 a un 30% de los hombres de 18 a 70 años han informado de haber tenido algún episodio de eyaculación precoz, aunque sólo un 1 a 3% de estos varones cumplen criterios para recibir el diagnóstico. Si nos fijamos en el curso que suele presentar esta alteración vemos cómo tiene tendencia a incrementar su presencia con la edad.
Son distintos los tratamientos probados como eficaces para esta disfunción. Por ejemplo, se suele utilizar la técnica de parada y arranque, que consiste en estimular el pene para parar justo antes de la eyaculación, y las técnicas de compresión y de apretón basilar, en las que se producen ciclos de estimulación más compresión del pene que interrumpen la eyaculación. Con esta estrategias se intenta retardar la eyaculación y de este modo que la relación sexual sea más satisfactoria para la pareja.
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2. Trastorno eréctil
Para poder diagnosticar el trastorno por erección, el DSM 5 valora que debe presentarse en la mayoría de ocasiones que se realiza el acto sexual con la pareja (75-100% de las veces), alguno de los siguientes síntomas: dificultad para conseguir una erección durante la actividad sexual, dificultad para mantener la erección hasta el fin la la actividad sexual o disminución de la rigidez de la erección.
Como sucede con otras disfunciones debe mostrarse mínimo durante 6 meses y generar malestar. Debemos también especificar la gravedad, si es generalizado o situacional y es de por vida o adquirida.
Se ha observado también un incremento de la prevalencia con la edad, sobre todo a partir de los 50 años. La población con edad inferior a 40-50 años presenta una frecuencia aproximada del 2%, en cambio en sujetos entre los 40 y 80 años la prevalencia aumenta hasta el 13 o 21%.
Actualmente la intervención que se considera más eficaz y de uso más frecuente son los paquetes multimodales que incluyen técnicas conductuales, cognitivas, sistémicas y de comunicación, ya que estas son áreas que se ven afectadas es los individuos con disfunciones sexuales.
Una de las estrategias que más se utiliza fue propuesta por Masters y Johson, y consiste en estimular el pene para después parar y repetir el proceso; de este modo, permite que el sujeto compruebe que se puede perder la erección y después recuperarla. Finalmente se procede al coito.
Otra técnica que está dando buenos resultados es la del relleno, que consiste en animar al individuo a realizar la penetración aunque la erección no se dé por completo, para así centrarse en la sensación sin la presión de tener que finalizar la relación sexual. También se ha probado con intervenciones farmacológicas, a pesar de que no existen estudios que comparen su eficacia con las técnicas psicológicas.
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3. Disfunción orgásmica en mujeres
El DSM 5 apunta como criterio necesario para el diagnóstico de trastorno orgásmico femenino la presencia, en la mayoría de las actividades sexuales, de uno de los siguientes síntomas: retraso, infrecuencia o ausencia de orgasmo; o reducción marcada de la intensidad del orgasmo. Del mismo, modo se tiene que cumplir la mínima duración de 6 meses y la presencia de malestar significativo en el sujeto.
Como nuevo especificador, aparte de los comunes en las demás disfunciones como la gravedad, se debe valorar si nunca ha experimentado orgasmo en ninguna situación.
En referencia a la prevalencia esta es muy amplia, situándose entre el 10-42% valorando distintos factores. De las mujeres con disfunción orgásmica solo una parte comunica malestar asociado y un 10% expresa nunca haber experimentado un orgasmo. La probabilidad de haber tenido un orgasmo aumenta con la edad, siendo la aparición de este más variable que en los hombres.
El entrenamiento en masturbación guiada es el que muestra mayor eficacia para el tratamiento de trastorno orgásmico femenido. Esta técnica consiste en entrenar el músculo pubocoxígeo mediante la autoestimulación complementada con el uso de vibradores. También se ha probado la técnica del apuntalamiento o técnica del puente, que plantea la estimulación manual del clítoris durante la penetración acompañado de movimiento de empuje para que sea más fácil lograr el orgasmo.
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4. Trastorno del interés/excitación sexual femenino
El DSM 5 contempla que la reducción del interés o de la excitación sexual se expresa mediante tres o más de los siguientes síntomas: ausencia o reducción del interés en la actividad sexual; ausencia o reducción de pensamientos o fantasías sexuales eróticas; ausencia o reducción de la iniciativa para la relación sexual, no está receptiva; ausencia o reducción del placer la mayoría de las situación (75-100%); ausencia o reducción del interés o excitación a señales sexual interna o externa; o ausencia o reducción de las sensaciones genitales o no genitales durante el coito en la mayoría de las ocasiones.
Persiste durante 6 o más meses y genera malestar. Según la descripción que hace el DSM 5 del trastorno por interés o excitación no se conoce la prevalencia exacta, aunque parece que el deseo sexual disminuye con la edad. También pueden influir variables como la cultura o la presencia de estrés. Se ha registrado que la mayoría de mujeres, con relación de pareja más larga, apuntan que, con elevada frecuencia, el inicio del acto sexual el deseo es poco claro.
Psicología Mensalus
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Psicología, Psiquiatría y Coaching
Una de las intervenciones más probadas y considerada probablemente eficaz es el entrenamiento en consistencia del orgasmo, se trata de una intervención con técnicas cognitivas y conductuales que tienen como propósito incrementar la satisfacción sexual, la intimidad y el conocimiento mediante la aplicación y la práctica de nuevas estrategias y habilidades sexuales de la pareja.