“Fernando, hombre de veinticuatro años de edad, llega a la consulta del psicólogo. Una vez en ella Fernando refiere que ha acudido debido a un problema que le causa un profundo malestar. Confiesa que en los últimos meses tiene la necesidad imperiosa de salir a la calle, situarse en un rincón oscuro y, cuando pasa alguna mujer, mostrarle sus genitales. Posteriormente, tras ver su reacción, procede a huir y al llegar a casa se masturba pensando en la sorpresa de la persona a la que se ha mostrado, hecho que le provoca una gran excitación y disminuye su estrés. Por este hecho, Fernando ha sido detenido y condenado en una ocasión, pero considera que volverá a hacerlo si no cuenta con ayuda, y esto le provoca gran ansiedad al considerarlo un comportamiento repugnante”.
El caso aquí citado es un ejemplo inventado de una de las parafilias más conocidas, el exhibicionismo.
Exhibicionismo como parafilia
Con el fin de tener una mejor comprensión del exhibicionismo es necesario entender las características principales del grupo de trastornos de los cuales forma parte, las parafilias.
Antiguamente denominadas desviaciones sexuales, las parafilias hacen referencia a la presentación reiterada de fantasías sexuales intensas en que el objeto de deseo es atípico. Generalmente estos deseos se encuentran focalizados hacia objetos o entes no humanos, sufrimiento y humillación propia o ajena o personas que no consienten en un periodo de seis meses. Estas conductas pueden o no ser entendidas como alteración por aquellos que las presentan, siendo en muchos casos consideradas inmorales por los propios sujetos. En cualquier caso, las parafilias provocan un grave deterioro en diversas áreas vitales del individuo, pudiendo o no haber un malestar por parte del sujeto.
Si bien algunas de estas parafilias pueden no tener repercusiones legales ni resultar demasiado invalidantes más allá de restringir el interés sexual y el malestar que puede causar en el propio sujeto o la dificultad para ser aceptado por parejas sexuales (por ejemplo los deseos focalizados hacia objetos como el fetichismo), otras parafilias pueden resultar en delitos graves e incluso crímenes tales como la pedofilia o la somnofilia (deseo sexual por sujetos dormidos, lo que implica violación).
Criterios diagnósticos y síntomas
Visualizado el tipo de trastorno del que estamos hablando, podemos a continuación hacer una explicación más coherente de lo que implica el exhibicionismo como parafilia.
Los síntomas principales se basan en la existencia durante al menos durante seis meses de fantasías recurrentes y muy excitantes de exposición de los genitales a un extraño que no se lo espere, teniéndose además que haberse llevada a cabo y/o producir un malestar clínicamente significativo en el sujeto o su funcionamiento en áreas relevantes de su vida.
Se trata de la parafilia más común, y frecuentemente se acompaña de otras como el voyeurismo. Este problema suele aparecer entorno a la mayoría de edad, teniendo prevalencia máxima entre los veinte y treinta años y disminuyendo a partir de los cuarenta.
La excitación y el placer logrado por el exhibicionista son obtenidos a través de la observación de las reacciones de las personas a las que se muestra, generalmente las de susto, sorpresa y curiosidad. Es posible que el sujeto se masturbe durante su exposición, o bien después de esta al reimaginar las reacciones de sus víctimas. Generalmente no pretenden en realidad mantener ninguna actividad sexual con su víctima, no siendo la persona per se el motivo de excitación sino el hecho de sorprenderla. De hecho, no es infrecuente el escape del exhibicionista si la víctima corresponde de manera positiva a su reacción. Sin embargo, reacciones de indiferencia o burla pueden serles extremadamente dolorosas para estos sujetos, debido a su bajo nivel de autoestima.
Perfil psicológico del exhibicionista
El sujeto exhibicionista típico es un varón generalmente heterosexual, muchas veces con dificultades a la hora de establecer contacto con el sexo objeto de su deseo, si bien también es frecuente que aparezca en sujetos con pareja e incluso casados teniendo aparentemente relaciones de pareja normales.
En general, el sujeto exhibicionista presenta un elevado nivel de retraimiento e introversión, con una elevada falta de confianza en sí mismo que le empuja a llevar a cabo su actuación, probablemente como mecanismo de defensa. Este tipo de sujetos, pues, no suelen ser una amenaza real, no habiendo en su mayoría agresividad ni intención de hacer daño en su actuación.
Tratamiento legal
Como se ha mencionado anteriormente, algunas parafilias pueden constituir delitos graves penados con cárcel.
En el caso del exhibicionismo, estaríamos ante una parafilia tipificada como delito contra la libertad sexual, pudiendo ser castigado con pena de prisión de entre seis meses a un año o con una multa de uno a dos años, valorándose las circunstancias del exhibicionista en cuestión.
Hay que tener en cuenta que cuando se valora la posibilidad de crear una categoría diagnóstica para referirse a un trastorno mental, no solo se tiene en cuenta si este perjudica la calidad de vida de quien lo experimenta en su propia carne. Se tiene en consideración también el malestar y las molestias generadas a terceros, y esto es justamente lo que ocurre en el caso del exhibicionismo.
Exponer los genitales a otra persona, con la intencionalidad de sentir placer por ello, hace que la dignidad de los demás sea atacada y, además, en muchos casos produce miedo, al ser interpretado como el inicio de una violación.
Etiología (causas) del exhibicionismo
Las causas de este tipo de comportamientos parafílicos es objeto de un amplio debate en la literatura psicológica.
Muchas de las teorías al respecto indican la participación de los procesos de aprendizaje en la adquisición de estas conductas, proponiéndose que se trata de conductas aprendidas mediante condicionamiento de manera accidental entre excitación sexual y un estímulo atípico, condicionamiento reforzado por la repetición de las situaciones y el inicio de la aplicación del estímulo en la imaginación durante la masturbación.
La imitación de modelos observados en la infancia también se ha explorado como posible causa, debido a la presencia de patrones de violencia y comportamientos sexuales anómalos en algunos casos de individuos con poca socialización, violencia intrafamiliar y educación excesivamente represiva de la sexualidad.
Del mismo modo también se ha explorado la presencia de déficits en habilidades sociales y comunicativas, debido a la presencia de dificultades en el cortejo en muchos de los casos estudiados. En estos sujetos se ha observado la existencia de un elevado complejo de inferioridad, baja autoestima, impulsividad y pocas habilidades comunicativas, cosa que puede conducir a la realización de conductas consideradas inmorales, poco éticas, sorprendentes o bizarras como mecanismo de defensa.
Otra de las la hipótesis barajadas es la de la terminación conductual de McConaghy, según la cual si un comportamiento es muy habitual se crea un mecanismo en el cerebro el cual se activa cuando se perciben estímulos asociados a la conducta en cuestión, produciendo un elevado nivel de tensión. Ello provoca que el individuo no pare de realizar la acción, de manera que la tensión no aparezca. Presenta cierta semejanza con el mecanismo de actuación del trastorno obsesivo-compulsivo.
Precaución: no todo es parafilia
El exhibicionismo es una parafilia que puede suponer un problema grave para el que lo sufre, tanto por el malestar que genera como por los efectos que puede provocar en diferentes ámbitos vitales tales como socialización, el ámbito afectivo.
No debe confundirse, sin embargo, el exhibicionismo como parafilia con fantasías y conductas sexuales empleadas ocasionalmente como estímulo sexual. Juegos eróticos y fantasías con la pareja tales como el striptease o la utilización de la propia anatomía para provocar el deseo de la pareja no serán englobados como parafilia, que implica la necesidad de presentar este tipo de comportamientos de manera compulsiva para obtener una gratificación sexual, al menos durante seis meses y produciendo malestar o alteraciones en la vida normal significativas.
Así pues, lo que caracteriza el exhibicionismo es que la acción de desnudarse a la vista de otros, por un lado, está hecha simplemente con la intención de que los demás lo vean, y por el otro, no es consensuada, además de que nace de una necesidad irrefrenable.
Del mismo modo, tampoco comportamientos como el topless o el uso reivindicativo en manifestaciones son catalogables como comportamiento parafílico, ya que no suponen una gratificación sexual compulsiva.
Tampoco se puede diagnosticar este trastorno si la conducta de exhibición es debida y aparece únicamente durante una alteración del estado de conciencia u otros trastornos, como en casos de episodios maníacos, brote psicótico, intoxicación o demencia.
Referencias bibliográficas:
- American Psychiatric Association. (2013). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Quinta edición. DSM-V. Masson, Barcelona.
- Belloch, Sandín y Ramos (2008). Manual de Psicopatología. McGraw-Hill. Madrid.
- Cáceres, J. (2001). Parafilias y violación. Madrid: Editorial Síntesis.