La comunicación no verbal es un ámbito de estudio fascinante, cuyos conocimientos pueden ser aplicados en una amplia variedad de situaciones.
Por eso, año tras año se realizan multitud de investigaciones acerca de este tema, las cuales contribuyen a ir conociendo mejor las distintas maneras en las que aquello que no decimos directamente da pistas sobre nuestras intenciones, nuestras emociones, nuestros intereses, etc.
Sin embargo, para entender bien cómo funciona la comunicación no verbal, primero es necesario desechar algunos mitos y cuestionar varias ideas preconcebidas sobre este ámbito de estudio y análisis del comportamiento humano. Por ello, aquí vamos a ver un resumen de las principales claves para comprender cómo funciona la comunicación no verbal, desde las que es posible empezar a construir conocimiento útil para comprender mejor a los demás y adaptarnos a aquello que las conversaciones revelan acerca de las personas que hablan con nosotros.
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Las claves para entender la comunicación no verbal y su funcionamiento
Estos son algunos aspectos clave que te ayudarán a comprender el funcionamiento de la comunicación no verbal.
1. No todas las partes del cuerpo aportan la misma información
El cuerpo humano está hecho de manera que hay una serie de músculos especialmente sensibles a los procesos psicológicos, tanto los cognitivos (es decir, los basados en ideas y conceptos) como los emocionales.
Por eso, las personas formadas en análisis de lenguaje no verbal se fijan sobre todo en estas áreas, para hacer un buen uso de su capacidad de atención, que es limitada.
2. Hay que tener en cuenta el efecto camaleón
Para lo bueno y para lo malo, los seres humanos tenemos tendencia a imitar a nuestro interlocutor cuando hablamos cara a cara, aunque no nos demos cuenta de ello. Eso significa que la información no verbal de recogemos de la otra persona cuando esta conversa on alguien casi nunca es “pura”, dado que lleva incorporada esta tendencia a comportarse de manera acorde a lo que hace el otro.
Sin embargo, esto también implica que si aprendemos bien las claves de la comunicación no verbal, podemos aprovechar este “efecto camaleón”; por ejemplo, para calmar a alguien que en un principio está a la defensiva, mostrando de determinadas maneras que estamos relajados y que nuestra respiración no está acelerada.
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3. La entonación es fundamental
No toda la información que es intercambiada en los procesos de comunicación no verbal tiene que ver con movimientos musculares que podemos ver directamente. El caso de la entonación al hablar es el ejemplo más paradigmático sobre esto: el hecho de expresarse verbalmente modulando de una u otra forma la voz puede aportarnos muchos datos a tener en cuenta, a pesar de que no veamos los movimientos causantes de ello.
De hecho, prestar atención a la entonación es una muy buena manera de conocer el modo en el que la persona mueve los músculos involucrados en el habla, que tienen la característica de dejar su “huella” en la voz con el mínimo cambio que se produzca en ellos. Esto resulta especialmente interesante si tenemos en cuenta que estas estructuras son muy sensibles al estado emocional del emisor.
4. La comunicación no verbal se despliega en el tiempo
Sería un error ponerse a analizar el lenguaje corporal de alguien asumiendo que este está compuesto de momentos, “fotografías” que nos dan pistas sobre el estado mental de ese individuo. Al contrario: este tipo de comunicación que va más allá de las palabras se caracteriza por su dinamismo, por el hecho de no poder ser “encerrado” totalmente en las páginas de un libro, porque no es estático.
Por eso, hay que prestar atención no a los momentos concretos, sino por secuencias de movimientos con un inicio y un final. Esto explica que una de las áreas más interesantes de la comunicación no verbal, la proxémica, la cual nos da información basada en la posición y las distancias que adoptan unas personas con respecto a otras, debe ser analizada fijándonos en la dirección de esos movimientos. No es lo mismo ver una imagen en la que dos personas están muy separadas, que ver cómo dos personas están juntas y poco a poco una de ellas se va apartando.
5. Los momentos de disrupción aportan más información
Los momentos en los que “pillamos desprevenida” a la otra persona son especialmente valiosos desde el punto de vista de la comunicación no verbal, porque nos dan pistas sobre si hay una disrupción en su flujo de pensamientos.
Por ejemplo, en los interrogatorios llevados a cabo por investigadores o por agentes de policía, es habitual ir haciendo que la otra persona “baje sus defensas” hablando sobre temas en los que se siente cómoda, para en determinado momento hacer un cambio de tema brusco hacia aquello que le podría incomodar más y ver cómo reacciona.
Las personas que no tienen gran cosa que ocultar se muestran algo sorprendidas pero no realizan micro-expresiones asociadas al estrés, pero aquellas en las que se produce una disrupción a nivel psicológico (el paso de hablar casi sin pensar a tener que inventarse algo casi sobre la marcha) sí aparecen estos sutiles gestos.
6. Hay diferencias culturales a tener en cuenta
Las personas que han desarrollado conocimientos en comunicación no verbal son expertas en el tema, entre otras cosas, porque saben reconocer aquello que no pueden saber, y son conscientes de que hay aspectos que ignoran.
Por ejemplo, saben que la mayor parte de los conocimientos generados por la ciencia acerca de este ámbito tienen que ver con el lenguaje no verbal de las personas de cultura occidental, o de sociedades muy influidas por esta cultura. Y es que se sabe que los gestos, la proxémica y el uso de la entonación puede llegar a variar mucho dependiendo de la etnia a la que pertenece la persona a la que observamos.
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