Cada familia es única, y el tipo de relaciones que se establecen entre las personas que la forman pueden ser muy diversas.
La familia forma parte de una de las áreas principales en las que desarrollarnos como personas y, por lo tanto, todo lo que sucede en ella y las relaciones que establecemos con los demás miembros de la misma va a afectar a la forma en la que nos relacionamos con otras personas así como nuestro bienestar general.
Queremos por ello ofrecer algunas pautas que permitan generar relaciones más positivas y adecuadas entre los familiares.
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5 recomendaciones para mejorar las relaciones familiares
Sigue estas recomendaciones para aplicarlas al día a día de la convivencia familiar.
1. Comunicación
Podríamos decir que es una piedra angular que sustenta la base de las relaciones adecuadas. Consiste en antener una buena comunicación, escuchar a los/as demás, asegurarnos de que lo que decimos llega a nuestro/a interlocutor/a, de que el mensaje ha llegado adecuadamente y de que estamos dispuestos/as a escuchar a la otra persona.
Especialmente hay que dedicar atención y tiempo para escuchar a nuestros/as hijos. En ocasiones les consideramos sujetos pasivos dentro de la familia, y esto es caer en un error, ya que al final son una pieza más del engranaje familiar.
2. Respeto
Es básico comprender que las relaciones familiares deben basarse en el respeto. Además, es importante que si queremos inculcar el “respeto” hacia alguien seamos ejemplo de ello como educadores. Por este motivo es mucho más beneficioso que nos comuniquemos hacia los demás de forma adecuada.
No hay que confundir el poner límites y normas o incluso tener momentos de discusión con caer en insultos, desprecios y reproches. El respeto debe ser bilateral y no unilateral.
3. Comprensión y empatía
Uno de los principales problemas con los que nos encontramos los/as psicólogos/as cuando existen problemas en las relaciones familiares es la falta de empatía o de comprensión de la postura del otro familiar.
Caemos mucho en el error de pensar que “lo que yo siento” es más importante que lo que sienten los demás o que debería valorarse más nuestra opinión o preferencia así como incluso el estar en “posesión de la verdad”. Es de especial relevancia poder comprender que cada persona vive su realidad de forma única y que lo que para mí puede ser lo “correcto” o “la forma adecuada de” hacer algo no tiene por qué serlo para la otra persona.
Intentar poner el foco en por qué la otra persona piensa, lo que siente y cómo poder ayudarla fomenta entre los familiares confianza, sensación de seguridad y poder comunicarse de forma más adecuada, ya que siempre será más sencillo expresar algo cuando vemos que otra persona nos está mostrando comprensión.
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4. Dar y recibir positivo
Si queremos mejorar las relaciones no basta con eliminar las posibles discusiones o momentos de tensión sino que es importante también poder generar emociones positivas. Al igual que ocurre con una pareja, si en el entorno familiar no encontramos nada que nos haga sentir bien y que nos guste es más probable que acabe pasando poco tiempo con los/as demás y las relaciones se vayan enfriando.
Buscar puntos en común, actividades conjuntas que puedan hacernos disfrutar en familia es indispensable para mejorar estas relaciones. Aquí también aparece el factor de “ceder” y comprender que en ocasiones hacer algo por los demás a pesar de que no me guste especialmente no es algo negativo. Ceder siempre sería un problema, pero hacerlo de forma eventual no lo es.
5. Resolución de conflictos/ llegar a acuerdos
Normalizar que las discusiones ocurrirán en muchas ocasiones pero que siempre existen formas efectivas de abordarlo hará que podamos gestionar estas situaciones de una forma mucho más adecuada. Del mismo modo es importante que dejemos que la otra persona se exprese y que dé sus argumentos.
Una vez hemos expuesto los argumentos lo mejor es intentar llegar a acuerdos siempre que sea posible, pero en ocasiones no se conseguirá y dejar de lado la discusión puede ser también una forma de resolverla.
Recomendaciones finales
Cabe destacar que estas son algunas recomendaciones y factores importantes pero que, en absoluto, son una fórmula exacta. Hay que analizar en cada familia cuáles son los principales motivos de conflicto o por qué existen dificultades en las relaciones. Cada familia y dinámica familiar es muy diferente, y por ende hay que adaptar las soluciones a los diferentes tipos de problemas. Aun así estas recomendaciones forman parte de la base para establecer buenas relaciones entre los miembros de la familia.
También es importante comentar que en ocasiones se confunde el “tener una buena relación” con el “consentimiento”. Es decir, en ocasiones se piensa que la mejor forma de mantener una buena relación con los/a hijos/as es mediante la permisividad y dando todo lo que la persona quiere. Esto puede conllevar a problemas en cuanto a los límites y normas familiares, desarrollando posteriores conflictos, especialmente durante la adolescencia.
Para finalizar, en ocasiones las relaciones familiares pueden mejorarse con unas cuantas técnicas y herramientas pero, en algunos casos, los problemas están mucho más arraigados, se han ido generalizando con el tiempo o volviéndose más complejos por los que se puede requerir la ayuda de un/a psicólogo/a que oriente a los familiares.
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