Lo que conocemos como habilidades sociales son uno de los contenidos que con mayor frecuencia intervenimos en la consulta de psicología. Dichas habilidades nos facilitan el aumentar nuestro bienestar tanto con nosotros mismos como en nuestra relación con los demás. Las habilidades sociales pueden y deben aprenderse.
Si eres capaz de utilizarlas de manera constante podrás mostrarlas de manera natural; sin casi esfuerzo, serán un hábito para ti.
Habilidades sociales para mejorar tus relaciones
Te muestro a continuación las siguientes habilidades sociales desde las que mejorar tus relaciones en el día a día, divididas según la fase por la que pase la comunicación.
1. Al comenzar una conversación
Debes procurar expresarte con naturalidad, mostrar interés y ponerte en el lugar del otro, ser empático.
Saluda y preséntate (si el interlocutor no te conoce). Mira a los ojos cuando conversas con la otra persona. Procura decir las características positivas de la otra persona sin resultar “artificial”. Tu objetivo es trasmitir una imagen buena a la persona con la que conversas. Sería interesante que comentaras o preguntaras por el motivo que genera el encuentro.
Procura modular el volumen de tu voz para que no sea ni demasiado alto ni muy bajo, ni tener posturas corporales no apropiadas.
2. Al mantener una conversación
Escucha de manera activa, mostrando interés. Debe haber una proporcionalidad entre lo que hablas y lo que escuchas para que tú y tu interlocutor podáis ambos intervenir y expresaros.
Haz gestos para mostrar que escuchas, y cuando quieras intervenir. Resulta muy importante que sostengas el contacto ocular. Lo que trasmitas verbalmente debe tener relación con el objeto de interés del encuentro y evita “irte por las ramas”. Cuando quieras cambiar de tema, dilo. No utilices exclusivamente monosílabos en tus intervenciones.
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3. Al dar explicaciones
Explica por qué niegas una petición o un favor a algún amigo o conocido. Puedes ofrecer alguna alternativa de solución. Distingue los posibles intentos de manipulación que te pueden hacer con:
- Halagos gratuitos (“como eres tan bueno…”, “como siempre lo haces tan bien…”).
- Críticas vacías (“ya nunca más te lo volveré a pedir…”, “no te preocupes, no te pediré nunca ayuda…”)
- Sentimientos de culpa (“no creía eso de ti…”, “estoy triste porque no me ayudas…”).
En estos tres casos, debes empatizar con las razones que llevan a nuestros amigos o conocidos a expresarse así, pero debes mantenerte firme si tienes clara que tu posición es la idónea para tus intereses.
4. Para pedir un favor
Resulta frecuente considerar que los demás saben lo que necesitamos o/y queremos. Esto no es habitualmente así.
En determinadas ocasiones tendrás que pedir un favor y lo tendrás que hacer con confianza en que tus seres queridos atenderán tu petición. No consideres de entrada que van a negar el favor. Y si es así, seguro que tendrán motivos justificados para ello.
5. La serenidad ante la crítica
Ante la crítica no te dejes llevar por el impulso inicial, razona, pondera y reflexiona sobre lo que te dicen.
De entrada, no consideres la crítica como un ataque. Probablemente tu primera reacción es la defensa inmediata a través de una justificación o un contraataque. Evita tanto el contraataque sin más como la defensa sistemática.
6. La firmeza
Es lo que te recomiendo a la hora de aceptar o rechazar a otra persona.
La vida resulta una paradoja. En muchas ocasiones aguantas con resignación a las personas que no soportas o no te caen del todo bien y, sin embargo, atacas a quienes más quieres… ¿será porque tienes confianza? Muestra firmeza ante estas situaciones, tanto si es para consolidar amistades como para no tener compañías que no te interesan. Para ello te sugiero utilizar adecuadamente las conductas:
De aproximación
Sonreír, mantener la mirada, posicionar el cuerpo hacia la otra persona y demostrar con palabras y gestos el interés que tenemos por lo que dice o hace, etc.
De rechazo
Mostrar de manera verbal y no verbal de manera educada lo necesario para que la otra persona perciba nuestro sentimiento de falta de interés, respondiendo a sus comentarios con monosílabos, retirando la miranda, diciendo adiós con cortesía.
7. El reconocer los errores
Expresa humildad y reconoce que te has equivocado, todos cometemos errores que debemos reconocer, ya que eso es de personas maduras y equilibradas.
Además, si pides disculpas ganarás, incluso, respeto y reconocimiento social. Si ocultas los errores, manifestaras debilidad.
8. La recepción del reconocimiento
No recurras a la falsa modestia cuando te halaguen o reconozcan una tarea bien hecha. Considera que los halagos son sinceros cuando vienen de personas de tu entorno que sabes que te valoran.
Te recomiendo que agradezcas y aceptes el reconocimiento por parte de quien lo hace. Da las gracias y expresar el gran esfuerzo y empeño que has puesto para conseguir lo que valora la otra persona.
9. El admitir tu desconocimiento
No tienes por qué saber de todo. Debes considerar que reconocer que no sabes sobre el tema del que se habla en una conversación, no es malo.
Evita la arrogancia y no utilices frases del tales como: “sí, ya lo sabía…”, “a mí me lo vas a decir…”, aunque los supieras con antelación. Por el contrario, te recomiendo que muestres interés por lo que hablan los otros, aunque, sepas más del tema que tus acompañantes.
Si no controlas del tema del que se trata, no debes dejarte llevar por pensamientos tales como “qué pensaran si digo que no sé…”, “debería saber más del tema que están hablando…”. Dar importancia a estos pensamientos no te ayudará.
10. Al finalizar la conversación
Tienes que ir al grano para acabar y no alargar más la conversación más de lo necesario.
Seguro que has "sufrido” conversaciones que parecían que nunca terminaban. Tienes todo el derecho del mundo para elegir y expresar con toda la sinceridad tu deseo de finalizar la conversación. Por ello no consideres que es de mala educación interrumpir a quien nos habla; creer que se va a ofender. Tienes que decir algo como: “perdona que te interrumpa, pero me tengo que marchar…”.