Relaciones e Identidad: cómo las relaciones afectan tu forma de verte

Las relaciones personales son una de las principales fuerzas que dan forma a la autoestima.

Relaciones e Identidad: cómo las relaciones afectan tu forma de verte

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Nuestras relaciones personales, más aún las de pareja, condicionan nuestra identidad a lo largo de nuestra vida. De cierta forma, se puede decir que la forma en la que te ves, y por lo tanto, tu bienestar y aceptación personal, depende en gran medida de cómo vives tus relaciones. Cuando esta experiencia te condiciona de forma negativa, perdiendo tu identidad, olvidándote de ti o incluso sin tener claras tus decisiones o prioridades, hablamos de una dificultad psicológica y emocional que merece ser solucionada.

Suelo decir que no hay nada más difícil en nuestra vida que una relación de pareja. ¿Por qué? Porque es una experiencia íntima, que nos gusta y necesitamos, pero también una situación que no podemos controlar, ya que depende de dos personas. Cuando esto ocurre, sentimos como si nos disolviéramos en el otro. Comenzamos a ceder, a adaptarnos demasiado, incluso a adoptar valores del otro. Con el tiempo, más aún con las rupturas, sentimos que nos falta identidad.

En consulta psicológica, aproximadamente la mitad de las personas a las que acompaño como psicólogo y coach tienen dificultades en este sentido. Mi trabajo como psicólogo no es acompañar con sesiones eventuales (ya que esto suele ser solo un parche que nos alivia durante un tiempo pero no soluciona el problema), sino con un proceso de cambio y terapia donde existe compañía más constante y profundizamos en todas las partes de la personalidad.

Lo que voy a contarte en este artículo toma como referencia las experiencias de estas personas y cómo pudieron solucionar esta dificultad.

La identidad en las relaciones

La identidad no es algo estático ni inmutable. No nacemos con una única forma de ser que se mantiene igual durante toda la vida. Nuestra identidad está en constante evolución, y esa transformación ocurre en función de muchos factores: nuestras experiencias, los ciclos vitales que atravesamos, y por supuesto, nuestras relaciones personales.

Si bien es cierto que la infancia y la adolescencia son momentos clave en la formación del yo, también lo es que seguimos construyéndonos como personas en la adultez. Cada nueva relación, cada cambio importante en nuestra vida, cada momento de crisis o crecimiento, puede redefinir la forma en la que nos vemos a nosotros mismos.

La familia, la cultura y la sociedad nos imprimen ciertas bases identitarias desde pequeños. Pero nuestras relaciones actuales, especialmente las más íntimas como la de pareja, tienen la capacidad de reforzar, matizar o incluso cuestionar esas bases. Lo que creemos de nosotros mismos muchas veces no nace del interior, sino del reflejo que el otro nos devuelve.

Y aquí es donde empieza la dificultad: si ese reflejo está distorsionado o si ponemos demasiado peso en cómo nos ve el otro, podemos terminar desdibujándonos por completo.

¿Por qué perdemos identidad?

Perderse en una relación no ocurre de la noche a la mañana. Suele ser un proceso lento, casi imperceptible, que comienza con pequeñas cesiones: adaptarnos a los gustos del otro, callar para no discutir, posponer nuestras decisiones por miedo a no coincidir. Poco a poco, nos alejamos de nosotros mismos.

Muchas personas terminan construyendo su identidad a partir de cómo los demás las valoran, en lugar de partir del reconocimiento propio. Y esto tiene un origen muy común: una educación basada en premios y castigos, una historia personal con carencias afectivas, o una autoestima que nunca llegó a consolidarse del todo.

Cuando tememos que mostrar quiénes somos puede alejarnos del otro, preferimos ocultarlo. Cuando creemos que valemos solo si el otro nos quiere o nos acepta, dejamos de escucharnos a nosotros mismos. Así se instala el miedo: miedo al rechazo, a la soledad, al conflicto, a no ser suficientes.

Desde ahí, empezamos a relacionarnos desde la inseguridad, y en lugar de crecer en la relación, nos vamos apagando.

Consecuencias de perdernos

Vivir desde una identidad difusa genera un malestar que, aunque al principio puede parecer leve, con el tiempo se vuelve insoportable. La autoestima se vuelve frágil, inestable, dependiente de factores que no podemos controlar. Nos valoramos solo si el otro nos valora, si nos elige, si nos valida.

Uno de los primeros síntomas es la sobreadaptación. Comenzamos a actuar como creemos que el otro espera que actuemos. Nuestra comunicación se vuelve opaca: no decimos lo que sentimos, no expresamos nuestros límites, no mostramos lo que de verdad necesitamos.

Esta desconexión interna, con el tiempo, genera emociones difíciles. El desánimo, el enfado contenido, la frustración constante, son señales de que algo dentro de nosotros está pidiendo ser escuchado.

Y todo este sistema emocional, cuando se prolonga, acaba generando un agotamiento profundo. Vivimos tensos, intentando sostener una imagen o una forma de estar que no es la nuestra. La ansiedad aparece como una forma de alerta: nuestro cuerpo nos dice que no podemos seguir ignorándonos.

Identidad y relaciones positivas gracias a tu propio aprendizaje personal

Entonces, ¿cómo se resuelve esto? La solución no está en rechazar las relaciones o encerrarnos en una identidad rígida y aislada. Al contrario. Se trata de vivir nuestras relaciones desde la apertura, pero también desde el cuidado hacia nosotros mismos. La clave está en el autoconocimiento y en construir una identidad flexible, pero firme en sus valores y necesidades.

En terapia trabajamos paso a paso para que las personas puedan lograrlo. Estos son algunos de los pasos esenciales que seguimos:

1. Reconocer cómo gestionas tus emociones ahora

Es necesario observar cómo vives tus miedos, tus reacciones, tus inseguridades. A veces, solo tomando conciencia de esto, ya empiezas a ver por qué te adaptas tanto o por qué te cuesta poner límites.

2. Profundizar en todas las partes de tu personalidad

Esto incluye revisar tus creencias, tu autoestima, tus patrones emocionales, tus valores. No se trata de "cambiar" tu personalidad, sino de comprenderla y transformarla si es necesario.

3. Aprender a comunicarte de forma asertiva

La comunicación asertiva es tu forma natural de expresarte cuando no estás dominado por el miedo o la culpa. Afirmar lo que quieres, lo que no quieres, lo que puedes o no puedes, es un acto de respeto hacia ti y hacia el otro.

4. Construir rutinas y autocuidado

El bienestar emocional también se sostiene con acciones cotidianas. Tomar decisiones alineadas contigo, dedicarte tiempo, cuidarte con intención, son formas de fortalecer tu identidad desde lo práctico.

5. Contar con un plan de acción concreto

Reflexionar no basta. Para que algo cambie, necesitas dar pasos claros. En consulta trabajamos con objetivos definidos que permiten avanzar, tanto si estás en pareja como si no.

6. Tener compañía constante, no solo sesiones puntuales

El cambio verdadero necesita presencia, acompañamiento real. Por eso, en mi forma de trabajar no limito el número de sesiones. Acompaño a las personas de manera constante, estando cuando las cosas ocurren, no después. Utilizamos herramientas semanales, sesiones estratégicas y todo lo necesario para que el proceso sea vivo y efectivo.

Terapia y bienestar: un aprendizaje para toda la vida

Una terapia efectiva no debería servir únicamente para “sentirse bien” durante un tiempo. El verdadero valor de un proceso terapéutico está en ayudarte a transformar tu sistema emocional, tu forma de verte, de relacionarte y de vivir.

Cuando logras reconstruir tu identidad desde el conocimiento y el respeto hacia ti, ya no dependes del juicio de los demás para sentirte valioso. Puedes amar sin perderte, comunicarte sin miedo, tomar decisiones desde tu centro.

Y lo más importante: lo que aprendes en terapia se queda contigo. No solo para esta relación o esta etapa de tu vida, sino también para el futuro, cuando vuelvan a aparecer desafíos similares o completamente distintos. Porque cuando tu identidad está anclada en ti, puedes adaptarte sin romperte.

Rubén Camacho

Rubén Camacho

Psicólogo y Coach

Profesional verificado
Málaga
Terapia online

Si sientes que esto te ocurre, que has perdido parte de ti en tus relaciones o que te cuesta sostenerte emocionalmente cuando amas, te invito a dar el primer paso. Puedes agendar una primera sesión conmigo. Estaré encantado de acompañarte.

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Rubén Camacho. (2025, agosto 25). Relaciones e Identidad: cómo las relaciones afectan tu forma de verte. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/social/identidad-como-relaciones-afectan-forma-de-verte

Psicólogo y coach

Málaga

Psicólogo, coach y director de Empoderamiento humano, escuela de desarrollo personal online donde podrás comenzar procesos de cambio y transformación en tu vida para aumentar tu bienestar, mejorar tu autoestima y relaciones personales, conocerte mejor, gestionar tus emociones o mejorar tu productividad y liderazgo como profesional. Rubén es licenciado en Psicología (UNED) y Máster en Coaching y gestión del talento (EUDE, asociado a la Universidad Complutense de Madrid). Tiene más de 10 años de experiencia y ha acompañado a personas de hasta 5 países diferentes a conseguir el cambio y el desarrollo personal o profesional que necesitaban y se merecían.

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