Invalidación emocional: qué es, tipos, cómo nos afecta, y ejemplos

La invalidación emocional no solo genera malestar; además puede dar lugar a trastornos psicológicos.

Invalidación emocional

Es muy probable que todos hayamos escuchado frases del estilo “eso que te preocupa no es nada”, “te ahogas en un vaso de agua”, “no se por qué te preocupas tanto por cosas que no tienen tanta importancia”, “eres un melodramático, te lo tomas todo muy a pecho” y otras frases del estilo que además de no ayudar a alguien que puede que lo necesite, lo que se está haciendo es invalidar sus emociones.

La invalidación emocional se da en aquellos actos de la vida cotidiana en los que se rechaza o quita importancia a las emociones de otras personas, pudiéndose provocar en uno mismo cuando se intenta negar o evitar ciertas emociones que se están sintiendo en momentos determinados.

En este artículo explicaremos brevemente en qué consiste la invalidación emocional y cuáles son algunas de las situaciones más comunes en las que suele darse en la vida de las personas, así como su influencia dentro de los factores favorecedores del desarrollo del trastorno límite de la personalidad.

¿En qué consiste la invalidación emocional?

La invalidación emocional se compone de aquellas experiencias vividas en las que se haya sufrido la negación de los propios sentimientos por parte de otras personas, o la evitación o el rechazo por parte de otros, siendo una experiencia que, lamentablemente, la mayor parte de las personas han sufrido alguna vez o incluso en numerosas ocasiones a lo largo de sus vidas, pudiendo haberse dado el caso de que las otras personas hayan actuado de una forma incorrecta sin tener la intención de hacerlo, ya fuera por un despiste o por desconocimiento de la forma correcta de actuar en una situación determinada.

Sea como fuere, conviene tener en cuenta algunas de las formas más comunes de invalidación emocional hacia otras personas con el fin de tomar conciencia y evitar que se vuelvan a producir debido al daño que podrían causar a otras personas.

Diferentes tipos de invalidación emocional

A continuación explicaremos en qué consisten algunas de las formas de invalidación emocional que más suelen darse.

1. Quitarle importancia a algo que le preocupa a otra persona

Una forma de invalidación emocional muy común es aquella que se da en situaciones en las que le hemos contado a alguien que estamos tristes por algún motivo y en lugar de intentar ponerse en nuestro lugar, se limita a decirnos “eso no es nada, no deberías preocuparte por ello”, o “es que a ti todo te preocupa, te ahogas en un vaso de agua” y frases similares que a todos se nos vienen a la mente.

A su vez, la mayoría se las hemos dicho en algún momento determinado a otras personas, quizás porque no estábamos de humor en ese momento o porque no nos parecía tan relevante. Y, a pesar de que probablemente no lo hiciéramos con mala intención, es importante tener en cuenta que cada persona vive las cosas y las ve de una manera diferente a los demás, y es por ello por lo que deberíamos respetarla y no juzgar si lo que le preocupa consideramos que es serio o no, sino que simplemente deberíamos mostrarle a esa persona nuestro apoyo cuando nos cuenta algo que le preocupa, haciendo que se sienta escuchada y comprendida.

Ejemplos de invalidación emocional

2. Represión emocional

Hay ocasiones en las que no son otros los que causan la invalidación, sino que es uno mismo quién se está invalidando a nivel emocional. Esto ocurre cuando nos sentimos mal e intentamos ocultar nuestro malestar con el objetivo de intentar que las personas que se encuentran a nuestro alrededor no se den cuenta de que no estamos pasando por un buen momento, quizás por vergüenza a sentirnos juzgados o por cualquier otro motivo.

La realidad es que cuando uno reprime sus emociones, lo más probable es que acabe “explotando” de forma que el desahogo sea más perjudicial que si en un primer momento hubiéramos expresado dicha emoción y hubiéramos buscado ayuda, ya sea de alguna persona allegada en la que podamos confiar o de algún profesional de la salud mental.

En algunos casos, una invalidación emocional como la que supone la represión de nuestras emociones podría repercutir negativamente en diversos ámbitos de nuestra vida y además podría llegar a causarnos síntomas de estrés y ansiedad.

3. Juzgar las emociones

Una forma de invalidación emocional es la que se da cuando se juzgan las emociones de otra persona, a través de aciones como decirle que es alguien demasiado sensible. Y esto, además de no ayudar a la otra persona, podría facilitar el aumento de su malestar al no sentirse ni comprendida ni apoyada.

En este caso ocurre algo parecido a los casos en los que se resta importancia a las preocupaciones de los demás, debiendo seguir el mismo consejo, y es que habría que procurar empatizar con esa persona y aceptar que porque a nosotros no nos parezca grave lo que a esa persona le preocupa no significa que deba dejar de sentirse así por ello.

Si intentamos ponernos en su lugar, quizás podríamos entender que tiene suficientes motivos para preocuparse o, al menos, aunque no logremos comprender del todo sus razones para estar así, simplemente con mostrar nuestro apoyo y demostrar que estamos ahí, quizás sea suficiente y lo que realmente necesita esa persona.

4. Creer que es más grave lo que le ocurre a uno mismo que lo que le pasa a los demás

Otra invalidación emocional muy frecuente que se da en la vida cotidiana es aquella que ocurre cuando una persona le cuenta a un amigo o familiar que está pasándolo mal por determinadas circunstancias y la otra persona responde “eso no es nada, si te cuento lo que estoy viviendo yo ahora mismo...”, o frases como esta “podría ser peor, si supieras por lo que he pasado yo”.

Estas formas de responder a alguien que acude a otra persona porque lo está pasando, no solamente no va ayudar a que se sienta mejor, sino que podría provocar justo lo contrario y hacer que sienta que lo que le ocurre no es realmente importante, cuando en realidad para esa persona si lo son y eso es lo que hay que tener en cuenta.

Estrategias para evitar la invalidación emocional

Algunas de las pautas para evitar la invalidación emocional de otras personas serían las siguientes:

  • No juzgar lo que siente otra persona.
  • Escuchar atentamente a lo que dice y ponerse en su lugar para comprender cómo se siente.
  • En ciertas ocasiones, el mejor recurso podría ser darle un abrazo a esa persona.
  • Decirle a la otra persona que puede contarnos cómo se siente y que estamos ahí.
  • Mostrar comprensión a la otra persona cuando nos cuenta cómo se siente y lo está pasando mal.
  • No quitarle importancia a lo que le preocupa a otra persona.
  • No comparar lo que le ocurre a uno mismo con lo que está pasando la otra persona.

Otras pautas para evitar la invalidación emocional de uno mismo son las siguientes:

  • Aprender a escucharse a uno mismo para comprender las emociones que se están sintiendo.
  • No reprimir las emociones.
  • Evitar vías de escape para esquivar nuestras emociones.
  • Darse un respiro y no forzarse a estar recuperado antes de tiempo cuando se está pasando un mal momento.
  • Desahogarse cuando sea necesario y delante de personas en las que se pueda confiar.
  • Buscar la ayuda de un psicólogo lo consideramos necesario porque nos sentimos desbordados.

Influencia de invalidación emocional en el trastorno límite de la personalidad (TLP)

Hay estudios que indican que el desarrollo de un trastorno límite de la personalidad (TLP) se produce por una interrelación entre influencias sociales y genéticas, habiendo un papel determinante en el peso que juegan los genes o la herencia. Por ejemplo, en estudios con gemelos univitelinos o monocigóticos, se encontró que cuando uno de ellos era diagnosticado de un trastorno límite de la personalidad, el otro tenía un 55% de probabilidades de desarrollar el mismo trastorno.

Por otra parte, cuando se habían vivido situaciones de violencia o abandono a edades tempranas, esto también era un factor favorecedor del desarrollo de un trastorno límite de la personalidad. Asimismo, hay estudios que encontraron que un 60% de los pacientes de la muestra que habían sido diagnosticados con un TLP, habían sufrido abusos sexuales durante su infancia.

El hecho de que haber sufrido traumas durante la niñez haya determinado el desarrollo posterior de un TLP, sin que se encuentren otros factores favorecedores sigue siendo un objeto de debate e investigación.

Los profesionales que representan la terapia dialéctico-conductual (TDC), diseñada como tratamiento psicológico para el trastorno límite de la personalidad, sostienen que las influencias sociales negativas en la infancia son sumamente nocivas para la regulación de esa persona a nivel emocional, lo cual favorece un posterior desarrollo de un TLP.

En este sentido, la invalidación emocional de un niño, siendo despreciado y/o ridiculizado por parte de sus progenitores juega un papel relevante, por ejemplo, cuando el hijo llora porque se ha hecho daño y su madre le dice: “No hagas el tonto, no te está doliendo nada, así que no seas exagerado”.

La invalidación emocional o el desprecio máximo sería aquel que llegan a experimentar los niños que han sufrido abusos sexuales, y es en este tipo de casos en los que sus sentimientos y emociones han sido profundamente despreciados, deshonrados y ultrajados, siendo un factor de peso en el posible desarrollo posterior de un TLP.

En definitiva, los estudios hasta ahora no han encontrado un determinante unívoco en el desarrollo de un trastorno límite de personalidad, pero sí que han podido descubrir una serie de factores negativos experimentados durante la infancia que tienen una influencia muy importante en un posible desarrollo de este trastorno en años posteriores (por ejemplo, invalidación emocional llevada al extremo, haber sufrido abusos sexuales, haber experimentado alguna situación traumática y el papel de los genes, entre otros).

  • Boll, S. (2009). Terapia del Trastorno Límite de la Personalidad. Mente y Cerebro, 36, pp. 20-27.
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  • Rodríguez, A. (2019). Manual de psicoterapias. Teoría y técnicas. Barcelona: Herder.

Psicólogo

Mario Arrimada es Graduado en Psicología en la Universidad Pontificia de Salamanca y dispone de un Máster de Actualización en Intervención Psicológica y Salud Mental en la Universidad a Distancia de Madrid. Varios cursos de formación, entre ellos el de Experto en Trastornos de la Personalidad con la Asociación Española para el Fomento y Desarrollo de la Psicoterapia, de Experto en Mindfulness y de Experto en DSM5 y CIE11, ambos en la UDIMA.

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