¿Cómo mejorar la intervención psicológica ante la violencia de género?

Varias de las ideas sobre las que se trabaja para mejorar la intervención en violencia de género.

¿Cómo mejorar la intervención psicológica ante la violencia de género?

Aunque en los últimos años ha aumentado mucho la sensibilización cultural ante los problemas vinculados a la violencia de género, no debemos olvidar que hasta hace pocos años, este era un fenómeno del que prácticamente no se hablaba, porque estaba muy normalizado.

Es por eso que hoy en día existe una tensión entre la preocupación que generan este tipo de dinámicas de violencia, por un lado, y el relativo desconocimiento sobre estos a nivel social, por el otro. Dicho de otro modo, la mayoría de las personas tiene claro que es importante combatir la violencia de género, pero no saben cómo hacerlo, ni qué características tiene este problema a nivel psicológico y social.

Debido a esto, actualmente nos encontramos en un momento en el que cada vez hay más profesionales de la psicología y de las ciencias sociales que deciden formarse en la intervención en violencia de género, y que orense una visión especializada ante un problema ante el cual muchas veces se actúa de manera inadecuada o intentando aplicar soluciones genéricas que no se adaptan bien a la realidad de las víctimas. Si te interesa este tema, sigue leyendo, porque aquí daremos un repaso a varias de las principales ideas clave para intervenir adecuadamente ante la violencia de género a nivel individual, colectivo, y social.

Las claves para mejorar la intervención ante la violencia de género

Aquí encontrarás ideas clave que ayudan a intervenir en la realidad de la violencia de género dejando atrás ideas preconcebidas. Estas pueden ser aplicadas en ámbitos como la educación, la creación de protocolos ante la violencia de género en las empresas, la terapia psicológica, la presentación de noticias en los medios de comunicación, la intervención social en mujeres maltratadas, y más.

1. Identificar los estereotipos y estigmas que hay ligados a los roles de género

La violencia de género tiene su razón de ser en las dinámicas de opresión que surgen de los roles de género, que aparece originariamente a partir de la división sexual del trabajo; muchas de estas están tan integradas en nuestra manera de pensar que nos cuesta darnos cuenta de que han dado lugar a estigmas basados en el sexismo, a expectativas sobre lo que debe ser un hombre y una mujer, y estereotipos sobre las preferencias, los gustos y las opiniones que deben tener las personas por razón de su género. Saber reconocer este tipo de ideas y explicar por qué son problemáticas es fundamental para avanzar en la lucha contra la violencia de género, porque ponen en una situación vulnerable a toda persona que se sale de estas normas.

2. Fijarse no solo en la violencia física, sino también en las dinámicas de poder

Asumir que la violencia de género se plasma solo en el maltrato físico o en los asesinatos motivados por el sexismo, la transfobia o la homofobia es tener una visión demasiado simplista del problema. Estos actos criminales son posibles porque hay dinámicas de poder consolidadas desde hace siglos y transmitidas de generación en generación, y que juegan en contra de las mujeres y de los varones que se salen de los roles de género.

3. Poner énfasis en la prevención

Por cada caso de violencia de género que es identificado como tal por la administración pública y da lugar a un programa de intervención específico por parte de profesionales, hay muchos otros que no son detectados.

Por eso, tanto para proteger al mayor número de personas posibles como para hacer un uso eficiente de los recursos de protección a las víctimas de los que dispone la sociedad (tanto en el ámbito público como en el privado), es importante darle mucha importancia a los programas de prevención. Además, estos no deben centrarse únicamente en la educación de los más pequeños; no hay que olvidar que uno de los segmentos de la población más desprotegidos son las mujeres mayores.

4. Aplicar estrategias de reestructuración cognitiva ante las creencias sexistas interiorizadas

Si la violencia de género es un problema con una gran capacidad para colarse por todos los recovecos de la sociedad es porque crea las circunstancias necesarias para que incluso muchas víctimas interioricen la idea de que eso es “lo normal”. Incluso las víctimas que acuden a psicoterapia tras haber sufrido esta violencia suelen presentar una cierta ambivalencia al respecto, llegando a culparse por lo ocurrido. Ante esto, la terapia psicológica de tipo cognitivo-conductual plantea recursos muy útiles, como la reestructuración cognitiva, mediante la cual el/la psicólogo/a ayuda a la persona a detectar esas creencias disfuncionales sobre sí misma, y a cambiarlas por otras que cuestionen los roles de género y la actitud de sumisión y autocastigo que estas pueden llegar a facilitar.

5. Poner el foco en la reinserción social y no en la venganza contra los agresores

La intervención sobre las personas que han participado en actos de violencia de género es otra de las facetas a considerar. En este caso, hay que tener presente que el objetivo no es vengarse de estas personas mediante castigos que generen sufrimiento simplemente por la carga moralizante que esto produce; la meta es hacer lo posible por facilitar la reinserción social de manera que esos sujetos no vuelan a suponer un peligro para las personas más vulnerables. Es decir, que esta es una tarea a realizar en el marco de los programas de prevención.

Violencia de género

6. No infravalorar el daño que la violencia de género puede producir en los hombres

El hecho de que una parte de los hombres no puedan ser víctimas de la violencia de género por su posición privilegiada en las dinámicas de poder no significa que todos estén libres de ese peligro. Los roles de género ponen mucha presión sobre cientos de millones de varones que tienen problemas para encajar en el concepto de lo que debe ser un hombre, ya sea por cuestiones de identidad sexual o de género, o por su expresión de género, por su capacidad limitada para traer ingresos al hogar, etc.

7. Considerar las diferencias generacionales en la normalización de la violencia de género

Las distintas generaciones tienen maneras distintas de experimentar y percibir la violencia de género. Por ejemplo, no son lo mismo las vivencias de las mujeres educadas en el contexto de la sexualización constante del cuerpo femenino a través de las redes sociales y los medios de comunicación, que las de las mujeres educadas en un contexto cultural que estigmatizaba el sexo fuera del matrimonio.

8. No entender la violación como un acto fundamentalmente sexual

La violación es, por lo general, un acto de humillación y de constatación de una desigualdad en términos de poder; por eso, las secuelas que deja en las víctimas van mucho más allá de lo sexual, y afectan al núcleo mismo de su autoconcepto y de su autoestima.

9. Centrarse no en la fuerza de voluntad de la víctima, sino en su acceso a recursos materiales de apoyo

La intervención para ayudar a las víctimas de la violencia de género no debe ir dirigida a avivar su “voluntad” de superar lo que le pasa, ya que esto implica pasar por alto su acceso a recursos materiales como leyes que las protejan, los refugios para mujeres maltratadas, las facilidades para asistir a psicoterapia individualizada o psicoterapia grupal, etc.

  • Chávez Carapia, J.C. (2004). Perspectiva de Género. Madrid: Plaza y Valdes Editores.
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