La fuerza de la gratitud es increíble, a pesar de ser ignorada por casi todos. Un simple “gracias” puede suponer una poderosa energía, una fuerza que nos motive a vivir mejor y más felices y, también, a hacer más cosas por los demás.
Esta energía es difícil de describir en unas pocas frases, por ello vamos a hablar largo y tendido sobre cuál es el poder de la gratitud, invitando a practicarla más a menudo.
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¿Cuál es el poder de la gratitud?
Muchos lo ignoramos, pero el poder de la gratitud es casi infinito y muy intenso. Ser agradecido, tanto dando las gracias cuando alguien hace algo bueno por nosotros como valorando todas las cosas que tenemos en nuestras vidas, por muy pequeñas e insignificantes puedan parecer, trae consigo muchos beneficios.
La gratitud debería adquirir mayor importancia, y más ahora que vivimos en un mundo en el que las relaciones humanas se están volviendo más informales pero más frías. Hay muchos gestos que se infravaloran pese a significar tanto...
Pero, ¿qué es la gratitud? En su definición más académica, propiamente de diccionario, entendemos a la gratitud como aquel sentimiento que nos obliga a estimar el favor que nos han hecho el buen trato que hemos recibido, de modo que reconocemos y correspondemos esta actitud. De forma más simple, podemos decir que se trata de una emoción que sentimos cuando estamos agradecidos por algo o alguien que nos ha beneficiado. La gratitud se siente cuando nos han mejorado la existencia, y queremos devolverle el favor.
Pero no es necesario que nos hayan hecho algo significativo. No tenemos por qué sentir gratitud solamente por los gestos poderosos, aquellos que escriben titulares en periódicos como “hombre salva a un niño de caerse por un balcón” o “mujer evita que un motorista se caiga por un puente”. La gratitud también la sentimos cuando alguien hace algo tan simple como decirnos las palabras justas en el momento indicado, o hace un gesto amable y agradable cuando ven que estamos un poco mal. Por lo tanto, la gratitud es también valorar lo que tenemos y apreciar las pequeñas cosas en la vida que, sin ellas, sería más triste.
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Los beneficios de la gratitud
Es curioso que, pese al gran poder de la gratitud, es practicada por pocos. Curioso, pero no extraño. La mayoría de nosotros tiene un estilo de pensamiento que tiende hacia lo negativo, incluso si somos personas que nos consideramos mínimamente optimistas. Dos terceras partes de nuestros pensamientos se centran en cosas negativas, tanto pasadas como las que pueden pasar. Como si de respirar se tratara, los seres humanos aplicamos diariamente el sesgo de negatividad en todo lo que nos sucede.
Por fortuna, practicar la gratitud puede servir como “la cura” para este sesgo. No debemos equivocarnos y pensar que el sesgo de negatividad es propio de una persona con una mente patológica, pero sí que el centrarnos obsesivamente en todo lo malo que pasó y que podría pasar no nos va a traer ni felicidad ni bienestar. Es lógico ser un poco pesimista, puesto que nada en esta vida tiene garantizado salir bien, pero tampoco debemos ignorar todo lo bueno que nos pasa. La gratitud nos ayudará a tener en cuenta las cosas positivas de nuestras vidas.
Son muchos los beneficios que nos trae el ser agradecidos con aquello que nos rodea. Podríamos mencionar una larga lista con todos y cada uno de las mejoras en nuestro día a día que supone agradecer a las personas todo aquello bueno que hacen por nosotros. También implica saber valorar las cosas buenas que sin que se deban a nadie en concreto, tenemos y nos permiten tener una vida que muchas personas en el mundo desearían tener, como lo son tener una casa, poder ducharse con agua caliente cada mañana o, simplemente, no pasar hambre.
Entre los poderes de la gratitud encontramos que expresarla nos puede levantar el ánimo cuando estamos emocionalmente decaídos o ansiosos. La gratitud nos permite ver que, pese a la adversidad, pese a estar pasando por una mala racha, no todo son cosas malas. Cierto que habrá baches por el camino de la vida, pero también habrá momentos llenos de verdadera felicidad, y aunque ahora nos cueste verlo y puede que hasta entenderlo, siempre vienen cosas buenas después de una mala época. Consecuentemente, también nos otorgará mayor salud mental.
También tiene el poder de liberarnos de las emociones tóxicas. Ya se sabe, los rencores, el odio, las malas relaciones… Es muy difícil encontrar en el mundo personas totalmente malas, personas que hacen cosas para dañarnos porque sí. No todo es blanco o negro, sino que cada cosa tiene sus matices y las personas no nos escapamos de esta regla. Puede que alguien nos haya hecho daño un día pero, sabiendo valorar todo lo bueno que nos ha hecho, nos evitará caer en la negra y tóxica trampa del rencor. La bondad está en todas partes, aunque no siempre se manifieste.
Esta emoción también puede suponer menos visitas al médico. Por lo general, las personas agradecidas con la vida son más propensas a cuidar sus hábitos alimentarios, además de practicar más ejercicio. En vez de obcecarse en todo lo malo que les sucede, agradecen los buenos momentos y aprovechan sus horas libres, puesto que saben que el tiempo es oro.
Al tener una visión más positiva de la vida, practicando deporte y cuidando su dieta, caen menos veces en la enfermedad y, en caso de que enfermar, muestran su buena cara convencidas de que saldrán adelante. Por ello las personas agradecidas también viven más y mejor.
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¿Cómo ponerla en práctica?
Viendo el poder de la gratitud y los beneficios que supone seguro que muchos llegados a este punto se deben preguntar cómo ponerla en práctica. Realmente, no es nada complicado, no más que sentir agradecimiento por las cosas buenas que nos suceden. Cierto que en la vida hay muchas cosas malas que, quizás, nos nublen el juicio y nos hagan poner el foco de atención solo en lo negativo.
No obstante, por muchas malas cosas que nos puedan pasar siempre, siempre habrá algo bueno, algo positivo por lo que sentir gratitud. Para tu fortuna querido lector a continuación vamos a ver unos cuantos consejos para poner en práctica la gratitud (mira, algo por lo que sentir agradecimiento).
1. La lista de las cosas buenas
Hay cientos, miles de cosas buenas que nos pasan con frecuencia y que de no estar ahí marcarían una gran diferencia en nuestras vidas. Estar sano, tener una familia, tener un empleo, no haber muerto por coronavirus…
Podemos hacer una lista con las cosas buenas que nos han pasado o de las que estemos disfrutando en estos momentos, ponerla en un lugar visible de nuestro hogar y cada día repasarla. Sea en la cocina, en nuestra habitación o en la entrada, cada vez que la veamos nos fijaremos en aquellas cosas por las que sentir gratitud por nuestra vida.
Por supuesto, esta lista no estará cerrada. Podremos apuntar cosas nuevas cada vez que no suceda algo bueno o que nos acordemos de algo positivo, tanto presente como pasado. Y si pasa que algo que estaba en la lista deja de ser, como por ejemplo que un familiar se muera, no lo tachemos. El estar anotado en la lista nos recordará de todo lo bueno que vivimos con él o ella y que, aunque ya no vive, damos las gracias por haberlo tenido en nuestra vida.
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2. Las diez gracias
Cuando nos levantemos, podemos hacernos la siguiente pregunta: “¿Por qué estoy agradecido hoy?” La idea de este ejercicio es tratar de decirnos en voz alta diez cosas por las que estemos agradecidos.
Puede ser cualquier cosa, desde haber dormido bien esa noche, haber podido desayunar una taza de cacao con leche, no haber llegado tarde, no haber pillado atascos… lo que sea con tal que nos sirva para sentir gratitud por cómo está yendo el día, que siempre podría ir mucho peor.
A la larga este ejercicio se convertirá en un hábito, una rutina que nos facilitará tener una visión positiva de nuestras vidas, ayudándonos a apreciar las muchas cosas buenas que, por muy pequeñas que puedan ser, siempre ocurren.
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3. Agradecer lo que hacen los demás por nosotros
Por último proponemos un ejercicio de práctica de la gratitud interpersonal. Al fin y al cabo, es mucho más potente sentir gratitud hacia alguien, hacia una persona real, que no hacia un acontecimiento que puede deberse a una mera combinación de casualidades y coincidencias.
Como decíamos, en nuestro entorno siempre hay personas que nos harán favores de forma desinteresada. Ya sea sacrificándose muy intensamente por nosotros o simplemente dedicando una pequeña porción de su tiempo y de sus esfuerzos, lo cierto es que hay muchas personas que hacen cosas buenas por nosotros por el simple hecho de querer hacerlas.
Ha llegado la hora de agradecérselo, aunque sea con un mero “gracias por lo que has hecho”. Si nos vemos en la obligación moral de darle las gracias de forma más intensa, con un regalo, un abrazo o ayudándole en algo, por supuesto somos libres de hacerlo y es mucho mejor esto que agradecérselo de palabras.
Sea como sea, la idea es devolver el buenrollismo, propagar la gratitud y hacer que los demás sepan que valoramos lo que hacen por nosotros, por muy nimio que pueda parecer. Y decir gracias es algo barato, no cuesta nada, no nos callemos tan poderosa palabra.
Viendo todas los beneficios que tiene la gratitud y lo fácil que es convertirla en un hábito en nuestras vidas ¿a qué esperas para practicarla? Yo ya voy a empezar a hacerlo…
¡Gracias por leer este artículo!
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