Todo el mundo está manipulado por sus familias, los medios de comunicación, los políticos, las modas pasajeras y su propia forma de pensar. Nadie piensa de forma libre puesto que su pensamiento ha sido influenciado por todo tipo de opiniones ajenas y no pueden dejar de lado sus sesgos cognitivos.
Por fortuna, esto no me pasa a mí. Soy mucho más objetivo, racional e imparcial que la mayoría, he conseguido dejar de lado mis prejuicios y sé distinguir entre mi opinión y la de las altas élites que nos controlan. Mi pensamiento es verdaderamente propio, veo la realidad tal y como es y puedo decirles a los demás que se equivocan…
Seguramente más de uno, por no decir casi todo el mundo, se siente identificado con esta definición. Pues bien, lamentamos comunicarle que está tan sesgado como los demás. El punto ciego del sesgo es un fenómeno cognitivo en el que las personas se creen más imparciales que la mayoría, pese a estar tan sesgadas como cualquiera.
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¿Cuál es el punto ciego del sesgo?
El punto ciego del sesgo, también llamado prejuicio de punto ciego (en inglés “bias blind spot”) es un fenómeno cognitivo que sucede cuando las personas somos incapaces de darnos cuenta de que nosotras mismas somos víctimas de todo tipo de prejuicios cognitivos y sesgos y, pese a ello, tendemos a pensar que somos las personas menos sesgadas que la media común de los mortales. Este fenómeno fue propuesto originalmente por la psicólogo Emily Pronin, investigadora en la Universidad de Princeton.
Solemos pensar que nosotros, por el simple hecho de ser nosotros, vemos las cosas de una manera significativamente más objetiva y racional que los demás. Es por ello que consideramos que nuestra forma de ver la “realidad” es la más acertada, clara y correcta en comparación con cómo lo hacen los demás que, como les atribuimos un pensamiento sesgado, tendemos a rechazar su forma de ver la realidad. Creemos que somos los mejores o se nos da mejor ver las cosas tal y como son en comparación con los demás.
Este tipo de sesgo nos permite entender por qué hay personas que creen en teorías de la conspiración, si bien no sería el único fenómeno cognitivo que estaría detrás de estos casos en particular. Combinado con pensamiento conspiranoico, estas personas no tienen ningún reparo en decir que ellos son los que pueden ver con claridad los “hilos” que manejan a la sociedad y que su forma de ver las cosas es independiente a los medios de comunicación, los políticos, sus seres queridos o cualquier otra fuente de información.
Es importante destacar que el punto ciego del sesgo ocurre en todas las personas, no solo las creyentes en teorías de la conspiración. Nos creemos estar por encima de la media en lo que respecta a las cualidades positivas que más valoramos, siendo las más comunes la objetividad, la racionalidad, la justicia y la sinceridad.
Es por eso que, probablemente, nos consideremos personas más objetivas, racionales, justas y sinceras que la mayoría de las personas. Así, nos convencemos de nuestra rectitud moral y de la veracidad de nuestras ideas, creyendo que nuestro pensamiento es libre e independiente de nuestra subjetividad.
Investigación científica sobre este fenómeno
Se han realizado estudios para comprobar la existencia del punto ciego del sesgo. Un estudio, realizado por Emily Pronin, Daniel Y. Lin y Lee Ross en la Universidad de Stanford, reveló que la mayoría de las personas se consideraban mejores que la media, en concreto un 86%.
Cerca del 63% de los participantes opinaban que el autorretrato que daban sobre sí mismos era objetivo y fiable, considerando que para nada su valoración de sí mismos estuviera influida por sesgo alguno. Solo un 13% de ellos afirmaba ser muy modestos al describirse. Los investigadores descubrieron que tan solo el 24% de las personas del estudio aceptaban la idea de haber sido influidos por algún tipo de sesgo o prejuicio cuando los psicólogos señalaban y hablaban sobre la existencia del punto ciego del sesgo.
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¿Por qué creemos ser más racionales y objetivos que los demás?
El hecho de que pensemos que percibimos la realidad sin distorsiones se debe al hecho de que no analizamos nuestros procesos cognitivos y motivacionales. Es decir, no hacemos un examen de conciencia acerca la forma y el modo en cómo percibimos y analizamos la información que nos llega del mundo externo. Para poder ser conscientes de nuestros prejuicios y limitaciones hace falta hacer un gran esfuerzo y un profundo ejercicio de introspección, infiriendo que, al igual que le pasa a los demás, no somos inmunes a los sesgos cognitivos.
A la mayoría de nosotros nos gusta vernos como grandes personas, cuyos méritos son atribuibles a nuestros esfuerzos y nuestras desgracias culpa de los demás, a no ser que tengamos sintomatología depresiva en la que este patrón se invierte. Alimentamos nuestra autoestima y autoconcepto viéndonos como más de lo que somos, puesto que lo contrario sería algo bastante desadaptativo. Esto mismo sucede con nuestra forma de pensar, que nos gusta considerarla como mejor que la de los demás y fruto de un esfuerzo intelectual superior.
Sin embargo, a la mínima que surge una discrepancia entre lo que pensamos y percibimos y lo que los demás piensan y perciben, lejos de ponernos a pensar sobre si en verdad tenemos razón inferimos que los demás se equivocan, son menos objetivos y poco racionales.
De esta forma, nuestra mente evita entrar en disonancia cognitiva, puesto que aceptar otro punto de vista supone poner en duda nuestras propias creencias y sistema de valores, algo que genera malestar e implica gran esfuerzo cambiar.
A su vez, de la misma manera que pensamos que los demás son poco racionales, nos autoengañamos pensando que somos todavía más imparciales. Este mismo autoengaño es el que nos permite evaluarnos bajo una óptica más favorecedora, la cual incrementa y protege nuestra autoestima. Preferimos pensar que no nos equivocamos antes de ser conscientes de que, como los demás, tenemos nuestras limitaciones y solo percibimos una parte de la realidad.
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El punto ciego del sesgo a niveles patológicos
Como decíamos la inmensa mayoría de las personas manifestamos el punto ciego del sesgo. Nos gusta considerarnos mejores que la mayoría de los mortales, como mínimo un poquito. Sin embargo, no reconocer sistemáticamente que podemos ser víctimas de sesgos y opinar que todo el mundo está equivocado excepto nosotros es un tipo de comportamiento casi delirante, alejándonos de la auténtica realidad que creemos ingenuamente que estamos percibiendo.
Alimentar nuestra propia visión del mundo ignorando o menospreciando la de los demás hace que acabemos excluyéndonos del resto de la sociedad, puesto que no aceptaremos bajo ningún concepto cualquier opinión contraria o diferente a la nuestra. Vamos creando una zona de confort cada vez más pequeña en la que sólo permitimos que entre la única persona que piensa igual que nosotros.
¿Cómo reconocer el punto ciego del sesgo?
Los seres humanos seremos siempre víctimas de sesgos cognitivos y motivacionales. Es parte inevitable de la forma en la que vemos y entendemos el mundo y es, básicamente, lo que hace que las personas tengamos diversidad de opiniones. Aunque dos personas hayan recibido exactamente la misma información, su forma de interpretarla y las opiniones que les genere serán diferentes. Debemos entender que todas las personas, con sus creencias e ideas de base, constituyen muchos mundos distintos y que nadie va a pensar de la misma manera, algo que no tiene por qué ser ni más bueno ni más acertado.
Acusar absolutamente a todas las personas de imparcialidad, negando que ni nosotros mismos podemos dejar de ser subjetivos, conduce a malentendidos, genera desconfianza y causa problemas interpersonales. Pensar que la única opinión válida es la propia dificulta todavía más encontrar puntos en común para llegar a un acuerdo, algo fundamental para poder vivir en una sociedad.
Naturalmente las personas deseamos poder ver el mundo tal y como es, de forma totalmente imparcial y objetiva, pero es que realmente esta visión, promovida por perspectivas racionalistas, no deja de ser una ilusión utópica. No dejamos de ser seres subjetivos que, a raíz de nuestras vivencias, experiencias, personalidad y otros factores, nuestra forma de percibir la realidad varía significativamente de individuo en individuo.
Si queremos saber cómo es realmente el mundo, en vez de proclamar como única visión verdadera nuestra forma de ver la realidad, debemos ponernos en contacto con lo que ven y opinan otras personas. A medida que más subjetividades se encuentren más amplia será nuestra visión del mundo y, por lo tanto, más cerca estaremos de esa idea tan inalcanzable de la realidad verdadera.
Referencias bibliográficas
- Room, C. (2016) Everyone Thinks They’re More Moral Than Everyone Else. En: The Cut.
- Scopelliti, I. et. Al. (2015) Bias blind spot: Structure, measurement, and consequences. Management Science; 61(10): 2468-2486.
- Pronin, E. et. Al. (2002) The Bias Blind Spot: Perceptions of Bias in Self Versus Others. PSPB; 28(3): 369-381.
- West, R. F., Meserve, R. J., & Stanovich, K. E. (2012). Cognitive sophistication does not attenuate the bias blind spot. Journal of Personality and Social Psychology, 103(3), 506–519. https://doi.org/10.1037/a0028857
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