Sentirse separado de los demás es un sentimiento habitual en todos los seres humanos, veamos los diferentes motivos por los cuales podemos sentir que no encajamos en los grupos o lugares.
Probablemente, a lo largo de tu vida hayas experimentado la sensación de sentirte alejado o diferente de los demás. Este sentimiento es muy común en la adolescencia, donde estamos descubriendo quienes somos, y una de las estrategias se basa en la diferenciación con los demás. Sin embargo, esta sensación, aunque es más frecuente en la juventud, puede aparecer en cualquier etapa de la vida, tal vez al crecer como persona has dejado de ser compatible con ciertos amigos que son importantes para ti.
El ser humano es un ser social, necesita al grupo y a los demás para su propia suficiencia. Sin embargo, hay etapas de la vida donde nos sentimos apartados, y no somos capaces de disfrutar situaciones que implican pasar tiempo con otros, o realizar actividades en grupo.
La sensación de no encajar, como el resto de sensaciones, necesita ser atendida. En este artículo te explicamos por qué surge esta sensación y qué se puede hacer para manejarla.
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¿Por qué siento que no encajo?
La sensación de no encajar no tiene por qué ser algo patológico. Mucha gente pasa mucho tiempo intentando integrarse en grupos y encajar en estos, también existen muchos colectivos.
Vistos desde fuera, estos colectivos o grupos presentan una uniformidad de pensamiento y parece que sus miembros actúan de forma conjunta. Sin embargo, al igual que nosotros, cada miembro es un ser individual, único y diferente. El proceso de integración o la necesidad de sentido de pertenencia no deben, en ningún caso, hacer que uno renuncie a su individualidad y a lo que le hace único. Por eso, muchas veces preferimos estar solos antes que renunciar a una parte de nosotros mismos.
Encontrar el término medio entre encajar y aislamiento es realmente complicado. Algunas personas sufren por no formar parte de ningún grupo, ya que el sentido de pertenencia es inherente al ser humano, y es gracias a la seguridad y las raíces que creamos en la relación con los demás, que podemos crecer y desarrollarnos como individuos.
Por lo tanto, la sensación de no encajar, lejos de ser algo fuera de lo común, podría indicar un sentimiento de búsqueda personal. Las preguntas que parece querer hacernos esta serían ¿Quién soy? Y... ¿Cómo quiero mostrarlo al mundo?
En las respuestas a estas preguntas también puede encontrarse parte de la solución. Solamente partiendo y siendo conscientes de nuestra individualidad, con nuestras particularidades, nuestros gustos, nuestras virtudes, pero también nuestros defectos e inseguridades. Únicamente conociéndonos, podemos encontrar a personas que nos acepten y nos celebren tal como somos, esto se traduciría como rodearse de personas que suman.
Es una buena idea, si te encuentras atravesando un periodo de este tipo que hagas un poco de introspección e intentes encontrar respuestas. También te advertimos que un poco de búsqueda de uno mismo es siempre positiva, pero muchas de las respuestas a quienes somos van a aparecer en la interacción con el otro, es importante que no te olvides de esto y no te encierres en tu casa a leer libros de autoayuda o a practicar meditación. Aunque hacerlo en dosis adecuadas puede ser beneficioso.
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Razones por las que piensas que no encajas
Como hemos visto, es normal sentirse solo y es algo natural de todos los seres humanos, pero algunas veces puede ser una sensación dolorosa. Para indagar en el motivo por el que te sientes solo, a continuación listamos las razones más comunes expuestas por los expertos.
1. Uno no es el mismo que hace diez años
Con el paso de los años entendemos que las amistades son para siempre y aunque mantengamos relaciones desde la guardería, estas irán variando en intensidad a lo largo de la vida. Además, muchas veces con la edad, las amistades ya no son el centro de nuestra existencia, como cuando éramos pequeños, llegan; los estudios, los cambios de ciudad, el trabajo, las parejas, a veces los hijos.
En todas las etapas, no solamente nuestros amigos, también nosotros nos vamos transformando y nos vamos dando cuenta que ya no somos compatibles con ciertas personas de las que llegamos a estar muy próximas.
Estos cambios son normales y naturales, además de necesarios. Preocúpate si tu grupo de amigos es el mismo desde los 15 años y seguís haciendo las mismas cosas. Si en tu caso, te sientes fuera de tu grupo de amigos de toda la vida, puede ser simplemente una señal de que estás cambiando y necesitas encontrar nuevos amigos, cuyos intereses y valores se acerquen más a los tuyos.
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2. No has encontrado a tu gente
Si te sientes un poco marciano en los ambientes que frecuentas, no compartes la mayoría de opiniones de tus amigos, eres el único que da importancia a ciertas cosas o se preocupa por ciertos temas. No significa que tus amigos sean peores o mejores que tú, simplemente quizás no hayas encontrado todavía a personas afines de las que rodearte. Es importante tener amigos diferentes para la construcción de nuestra personalidad, pero es aún más importante contar con un pequeño núcleo que sepa comprendernos.
Puede ser que no hayas encontrado personas significativas porque todavía no te conoces bien a ti mismo, o no tienes claro qué es lo que te importa en las personas y las relaciones. Es evidente que ninguno de nosotros valora las mismas cosas; algunas personas le dan mucha importancia a hacer actividades, ya sean deportivas o sociales, mientras que otras valoran más poder pasar horas delante de una taza de café hablando del sentido de la vida.
¿La solución?, quizás es una buena idea reflexionar sobre lo que priorizas en la vida en general, solo o a través de la psicoterapia. Una vez encuentres el camino que quieres recorrer y que es lo que buscas, al moverte y compartir espacios con personas en la misma onda, las amistades acabarán llegando.
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3. No estás abierto al mundo
Quizás el problema que hace que pienses que no encajas es que no estás lo suficientemente abierto al mundo y dispuesto a conocer gente en un plano más profundo. Para nadie es fácil abrirse y mostrarse tal cual es, sin máscaras, por temor al rechazo o las críticas sociales. Pero si mostramos una cara diferente de nosotros mismos y no nos permitimos ser vulnerables, tampoco lograremos lo que realmente deseamos, que es conectar con los demás de manera significativa.
Es verdad, que para las personas introvertidas y tímidas es más difícil superar al principio estas barreras porque implican hablar mucho. Un buen consejo si no eres especialmente parlanchín es practicar la escucha activa, puedes hacer preguntas a los demás y escuchar sus respuestas de una forma que entiendan que les prestas el 100% de la atención. Aunque, al principio, es más complicado generar amistades siendo tímidos, estas pueden ser a la larga más profundas.
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4. Te preocupa lo que piensan los demás
Si cada vez que tienes que hablar en público o estás frente a un grupo de personas te pones muy nervioso, es probable que te preocupe en exceso la opinión que tienen los demás de ti.
A todos nos preocupa enormemente como nos ve el resto del mundo; sin embargo, si trabajamos nuestra autoestima, esta preocupación puede ir poco a poco disminuyendo. También rodearte de personas de confianza, con las que no te sientas juzgado por nada de lo que digas o hagas, puede hacer que empieces a sentirte más cómodo en otros espacios.
Algunos psicólogos recomiendan la práctica del momento presente (mindfulness) para ayudarnos a centrarnos en nosotros mismos y nuestras sensaciones, olvidando un poco lo que los demás puedan estar pensando.
5. Vives en tu cabeza
Todos vivimos en nuestra cabeza y no podemos huir de nosotros mismos, ni de nuestros pensamientos. Pero, si los pensamientos intrusivos del tipo “qué hago aquí” o “no encajo” hacen su aparición cada vez que estás con un grupo de personas, puede ser que estés prestando demasiada atención a tu interior, y es difícil socializar con éxito cuando canalizas toda la energía hacia ti mismo.
Una forma de combatir los pensamientos intrusivos es no darles espacio, dejarlos pasar y no comenzar a rumiarlos. Expresarlos a alguien en quien puedas confiar, y hacerlos salir al exterior hará que te sientas más tranquilo. Puede que descubras que las personas que te rodean también pasan por lo mismo, todos pensamos que socializar y divertirse en grupo es algo natural para el resto y que lo hacen de manera instintiva, pero en realidad todos tenemos nuestros complejos y nuestros miedos a la hora de relacionarnos.
6. Forzarse a salir o hacer cosas
Todos tenemos períodos en los que preferimos estar más apartados y pasar más tiempo con nosotros mismos. Esto no significa, ni que seamos raros, ni que estemos deprimidos. El problema viene cuando nos negamos estas pausas, porque una persona normal tiene que salir los viernes, y no nos permitimos quedarnos en casa viendo una película. En estos casos en los que nos forzamos a salir, es muy probable que acabemos pensando, “que hago aquí”, y que con el tiempo acabemos pensando, que no encajamos y dejemos de salir de forma radical, corriendo el riesgo de aislarnos.