No fue el único viajero medieval que dejó testimonio por escrito de sus viajes. Ya lo había hecho el monje confucionista chino Xuanzang en el siglo VII, y también lo hizo más tarde el viajero musulmán Ibn Battuta en el siglo XIV. El primero viajó desde China hasta Asia Central, y Battuta recorrió las costas del Índico, la Península Arábiga y parte de África en una serie de viajes espectaculares que tuvieron gran repercusión en el mundo musulmán.
En la Europa cristiana no hay que olvidar tampoco a Rubruquis, nombre latinizado del flamenco Willem van Ruysbroeck que, más o menos en la misma época que Marco Polo, fue enviado por el rey Luis IX de Francia a la corte mogola como embajador, y que también dejó constancia de su periplo por la Tartaria, como se denominaba entonces la estepa que se extendía más allá de Crimea.
¿Por qué, entonces, los viajes de Marco Polo tuvieron tanta repercusión? ¿Qué hace de El libro de las maravillas, el conocidísimo y extenso relato donde el veneciano recoge sus aventuras, un libro clave en la literatura de viajes medieval? En esta biografía de Marco Polo nos adentraremos en la vida de este curioso y, a menudo, enigmático personaje, e intentaremos responder a todos estos interrogantes.
Breve biografía de Marco Polo
Como sucede con tantos personajes históricos, en la vida de Marco Polo se confunden realidad y leyenda. Y es que él mismo hizo mucho para que así fuera: su Libro de las maravillas está repleto de referencias reales, pero también de muchas invenciones. Algunos eruditos ponen en duda incluso que Polo llegara hasta China. Vamos a indagar un poco en su biografía.
Venecia, las Cruzadas y Oriente
Tras la caída del Imperio Romano de Occidente, Venecia era solo una aldea construida sobre inestables marismas. La situación geográfica de la ciudad era eminentemente estratégica: allí se refugiaron los habitantes del Véneto que huían de las invasiones bárbaras. La complicada orografía veneciana, salpicada de lagunas y de barrizales, facilitó su aislamiento y la protegió de los continuos ataques de sus enemigos.
Pero en el siglo XIII, el panorama en la ciudad de los canales había cambiado. Venecia ya no era aquella aldea construida sobre barro y aguas turbulentas, sino que se había convertido en una auténtica potencia comercial. La ciudad constituía la frontera entre la Europa cristiana y el desconocido Oriente, y los comerciantes venecianos siempre depositaron sus aspiraciones hacia el este. De hecho, desde hacía muchos siglos discurría la llamada Ruta de la Seda (un nombre, por cierto, aplicado en el siglo XIX), que conectaba comercialmente la lejana China con Europa, pasando por el corazón de Asia.
La Cuarta Cruzada había significado el afianzamiento absoluto del comercio veneciano en el este de Europa. Todo empezó cuando los cruzados pidieron financiación a los ricos comerciantes venecianos a cambio de hacerse con parte de las ganancias de la guerra. En 1204, los cruzados saquean la capital del Imperio Bizantino, Constantinopla, y los venecianos consiguen hacerse con un cuantioso botín. Entre los bienes que llegan a la ciudad de los canales se encuentran los majestuosos caballos de bronce del hipódromo de Bizancio, que se dispusieron en la fachada de la mismísima basílica de San Marcos.
El terrible saqueo de Constantinopla y los enormes beneficios que de él extrajeron los venecianos facilitaron a los comerciantes de Venecia la apertura de una serie de sucursales en Constantinopla. La familia Polo no va a ser menos; tras vivir algunos años en la capital bizantina, se trasladan al puerto de Soldaia, en Crimea, punto importantísimo para el comercio con Asia. Desde allí, los hermanos Polo (Marco el Mayor, Niccolò y Matteo) inician un impresionante viaje de más de quince años, que los lleva a seguir la ruta de las caravanas que se adentra en el misterioso y fascinante Oriente. Son los años 60 del siglo XIII.
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El joven Marco
Cuando Niccolò y sus hermanos regresan a Venecia, el primero se encuentra con que su esposa ha fallecido y que el hijo (al que no conoce), Marco, tiene ya quince años. Niccolò, muy complacido con aquel muchacho inteligente y despierto, se lo lleva con él a su segundo viaje, no sin antes volver a casarse con otra mujer con la que tampoco compartirá existencia. Es el año 1269. Marco Polo no regresará a Venecia hasta veintitrés años después.
Los primeros cuatro años de este gran viaje los pasa la familia Polo, ahora con el benjamín a cuestas, recorriendo Oriente Medio y Asia Central. En 1275, es decir, seis años después de su partida, llegan ante el mismísimo Kublai Khan, emperador de los mogoles, que toma un afecto especial a ese joven veneciano de veintipocos años. Según relata Marco Polo en su Libro de las maravillas, el Khan confía en él hasta el punto de enviarlo a las recién anexionadas tierras del sur, Birmania, en calidad de embajador.
Si hemos de creer la versión que el autor esgrime en su obra, el Khan requirió sus servicios durante más de dos décadas. En realidad, los mogoles estaban perfectamente habituados a encontrar en sus tierras a viajantes europeos: por la Ruta de la Seda pululaban rusos, alemanes, francos y árabes, entre muchos otros.
Asia central era un puente a través del cual se conectaban, desde tiempos inmemoriales, el Este y el Oeste, por lo que el ser humano occidental no era para nada desconocido para los habitantes de la estepa y de la lejana China. Ni siquiera la religión cristiana lo era; desde hacía siglos, los monjes nestorianos recorrían Asia fundando monasterios, lo que, por cierto, dio origen a la leyenda medieval del Preste Juan, un enigmático rey cristiano que vivía en los confines de Asia.
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Regreso a Venecia y encarcelamiento
Marco Polo pasa toda su juventud en tierras asiáticas; no es hasta el año 1295, cuando cuenta más de cuarenta años, que regresa a Venecia. Tras tantos años de correrías y de aventuras parece ser que Marco desea descansar. Así que se instala definitivamente en la ciudad de los canales, donde se casa y toma las riendas de los negocios familiares de los Polo.
La resplandeciente República de Venecia tenía, como se puede suponer, multitud de enemigos. Entre ellos estaba la ciudad de Génova, su principal competidora comercial en el Mediterráneo oriental. Sin que se sepa exactamente por qué, Marco Polo cae en manos de los genoveses y es encarcelado. Corre el año 1298; el viajero que tantas tierras ha recorrido se verá obligado a permanecer recluido durante un año en una celda.
El periodo de prisión resulta ser extremadamente fructífero para Marco, puesto que es durante estos años en la cárcel de Génova cuando escribe (o, mejor dicho, dicta) su Libro de las maravillas. En su reclusión coincide con Rustichello de Pisa, un escritor bastante erudito que era autor de varios romances de caballerías y que había servido en las Cruzadas. Marco Polo une sus experiencias en Asia con el talento literario de Rustichello, y ambos configuran la que sería la obra cumbre de los libros de viajes medievales.
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Il Milione, El libro de las maravillas o Los viajes de Marco Polo
De estas tres maneras se conoce a esta obra cumbre de la llamada literatura de maravillas o mirabilia, un género medieval que recopilaba viajes por tierras exóticas y lejanas, no siempre con una voluntad realista. El Libro de las maravillas de Marco Polo no es, ciertamente, una excepción. En él, el viajero aúna los recuerdos de los viajes realizados con su padre y sus tíos con elementos extraídos de una imaginación exaltada, que muchos autores han relacionado con la fértil pluma de Rustichello, más acostumbrado que Marco a tratar temas literarios.
Como no podía ser de otra manera, el libro es un auténtico éxito. En Italia se le empezó a conocer como Il Milione, en alusión a la cantidad de historias fantásticas y trepidantes que narra. Algunos autores sostienen que el nombre quizá sea una insinuación a las patrañas que Marco cuenta y que sus contemporáneos no acabaron nunca de creerse del todo; de ahí la alusión al “millón” de fantasías del relato.
Sí, quizá los europeos de la época nunca llegaron a creerse todas las maravillas del texto (al fin y al cabo, actualmente todavía se ponen en duda la veracidad de algunas de sus partes), pero eso no fue impedimento para que la obra fuera un auténtico best-seller. No conservamos el original, escrito probablemente en francoitaliano, pero sí más de cien de las copias que se realizaron a posteriori para satisfacer la demanda del público. Lamentablemente, todas estas copias difieren significativamente en algunos aspectos, por lo que es imposible establecer cómo era el relato original.
Los relatos de viajes o de maravillas facilitaban a los lectores la evasión de su propio mundo. La mentalidad medieval, además, gustaba mucho de lo extraño, inusual o exótico, por lo que los autores, a menudo, aliñaban sus escritos con episodios de lo más rocambolescos y con seres fantasiosos que, lejos de hacer fruncir el ceño al público, avivaban aún más su pasión. Así, Polo introduce en su relato los famosos cinocéfalos, hombres con cabeza de perro que, supuestamente, había encontrado en tierras asiáticas.
La geografía medieval establecía monstruos (nombre que hace referencia a algo inusual, no siempre horrible), en los confines desconocidos del mundo; multitud de mapas de la época muestran extraños personajes en las fronteras. Esas tierras eran el marco perfecto para situar historias fascinantes, a menudo salpicadas de seres curiosos.
La muerte del viajero
Marco Polo fue liberado y regresó a su ciudad natal en 1299, en virtud del tratado de paz entre Génova y Venecia. Los últimos años de su vida lo encontramos viviendo pacífica y tranquilamente con su familia y atendiendo sus negocios. El insigne viajero falleció en la puesta de sol del día 8 de enero de 1324. Según la tradición, antes de morir dijo que lo que había escrito en su libro no era ni la mitad de todo lo que había visto en Asia.
¿Dijo la verdad Marco Polo? Dejando de lado las maravillas que, evidentemente, son fruto de la imaginación, es evidente que su periplo asiático es real. Sin embargo, muchos historiadores ponen en duda que hubiera llegado hasta China, incluso que hubiera trabajado para Kublai Khan, el emperador mogol. Los que esto aseguran se basan en una serie de errores y contradicciones que se pueden rastrear en su Libro de las maravillas, como por ejemplo que el autor nunca menciona la Gran Muralla o la ceremonia del té durante su estancia en China.
Sea o no verdad todo lo que cuenta el viajero, lo que sí es cierto es que el libro de viajes de Marco Polo influyó a toda una generación de europeos y espoleó la sed de exploración del mundo. No es exageración considerar a obras como Il Milione las precursoras de la gran era de los descubrimientos, acaecida poco más de un siglo después.
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