No se trata de un bulo, ni de un rumor. Él mismo lo contó sin tapujos; en septiembre de 1951, acabó con la vida de su esposa de un disparo en la cabeza. William S. Burroughs (1914-1997), uno de los miembros más famosos de la conocida como Generación Beat, había huido a México con su mujer, Joan Vollmer, acusados ambos de tenencia de estupefacientes.
En una de sus paradas, decidieron jugar a Guillermo Tell: Burroughs puso una copa sobre la cabeza de Joan, e intentó reventarla de un disparo. La bala pasó a poca altura y, en lugar de destrozar la copa, destrozó la cabeza de Joan.
Hablar de William S. Burroughs es hablar de escándalo, de drogas, de abuso, de sexo desenfrenado y de puro descontrol. El escritor cuenta en el prólogo de su obra El almuerzo desnudo (1959) que vivió durante semanas en un cuartucho de Tánger, sin agua ni luz (se las habían cortado por falta de pago), entregado por completo a la heroína. Fruto de estas vivencias atroces con la droga surgió su libro Yonqui (1953), donde relata crudamente la adicción. En el artículo de hoy, te contamos la vida de este polémico escritor americano, William S. Burroughs.
Breve biografía de William S. Burroughs, el miembro más polémico de la Generación Beat
En realidad, es difícil escoger al representante más escandaloso de este movimiento literario estadounidense. Otro de sus colegas, Allen Ginsberg (1926-1997), fue un auténtico símbolo de la contracultura americana de la década de 1960, y otro de los miembros, Jack Kerouac (1922-1969) fue el autor de una de las obras más polémicas del grupo, On the Road (En el camino).
Sin embargo, William S. Burroughs era una década mayor que ellos, por lo que tanto Ginsberg como Kerouac lo tomaron como el “gran maestro” de la rebelión y el escándalo. Cuando los tres se conocieron, a mediados de la década de 1940, Burroughs ya era un “drogadicto célebre” (había probado todos los estupefacientes conocidos) y, además, su orientación sexual, abiertamente bisexual, constituía un revulsivo para esa puritana sociedad americana de posguerra.
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Nieto del inventor de la calculadora
William Seward Burroughs nació en Saint Louis, Misuri, en 5 de febrero de 1914, en el seno de una familia de empresarios acomodados. Su abuelo, que llevaba su mismo nombre, había pasado a la historia por ser el inventor de la calculadora (o, más bien, el comercializador de la calculadora moderna, puesto que, ya en el siglo XVII, Blaise Pascal había ideado un artefacto parecido). Parece ser que Burroughs sufrió un abuso de índole sexual en su más tierna infancia, aunque el caso no está suficientemente documentado. En todo caso, de ser cierto el suceso, pudo influir negativamente en su equilibrio psíquico posterior.
La familia costea al niño estudios selectos en colegios privados del sur de Estados Unidos, hasta que, en 1936, un Burroughs ya veinteañero ingresa en la universidad de Harvard, donde consigue licenciarse en Literatura Inglesa. Sin embargo, sus inquietudes académicas seguirán activas: más tarde, lo encontramos en Viena, estudiando Medicina, y, todavía más tarde, de nuevo en Harvard, donde se interesa por la Antropología.
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Maestro de la Beat Generation
Podemos imaginar el potencial intelectual del joven en función de este vaivén de estudios. A pesar de ello, su inestable psique pronto se resiente, y Burroughs cae en la oscura trampa de las drogas. Estamos a mediados de la década de 1940, y el futuro escritor lo ha probado absolutamente todo. Es en este momento cuando conoce a dos jóvenes con los que instaurará una nueva manera de ver la literatura y, por extensión, el mundo: la Beat Generation, o Generación Beat.
Los otros miembros de este grupo juvenil, profundamente desilusionado con la sociedad americana y con los evidentes recortes a la libertad de expresión y a la libertad sexual, son Allen Ginsberg y Jack Kerouac, mucho más jóvenes que Burroughs, y que pronto lo toman como símbolo viviente de la protesta y la rebeldía. De hecho, los tres acaban siendo expulsados de la Universidad de Columbia, debido a su insubordinación y mal comportamiento.
Así, la Generación Beat (que toma su nombre de la cadencia jazzística y de la expresión utilizada para referir un abatimiento profundo, beat down), empieza a caracterizarse por una insurrección constante contra la sociedad establecida y una absoluta libertad sexual, de la que sus miembros hacen gala sin tapujos. Howl (Aullido), el primer poemario de Ginsberg, será el tiro de salida de una producción, a menudo en colaboración mutua, representada por el inconformismo, los ecos vanguardistas (el famoso cut-up) y un lenguaje subversivo y crudo, a menudo tachado de obsceno, que les valió varios juicios que tenían como objetivo prohibir su obra.
Tánger y los mundos oníricos
Tras la muerte accidental de Joan Vollmer en 1951 (cuyas trágicas circunstancias hemos explicado en la introducción), Burroughs viaja a Tánger y se encierra en una habitación maloliente donde se dedica a drogarse sin tregua. Según sus propias palabras, la ciudad marroquí era el único lugar donde la “ansiedad no existía”. ¿Quizá debido a su abuso de la heroína? Puede. En todo caso, es en Tánger donde Burroughs empieza a escribir, como él mismo declaró, impulsado por la muerte de su esposa.
En Tánger no sólo existen los mundos oníricos protagonizados por el mar y los callejones de la ciudad antigua. También hay un ingente tráfico sexual y un mercado activísimo de droga. Así, la estancia en la ciudad supone para Burroughs el adentramiento masivo en esa espiral destructiva de la que ya nunca iba a desprenderse.
Mientras se llena de heroína en Tánger, también escribe cartas y más cartas a Ginsberg, que se recopilaron recientemente bajo el título de Las cartas de la ayahuasca (ver bibliografía). En 1953, justo a su llegada a Tánger, Burroughs publica Yonqui, un elocuentísimo testimonio de su adicción a las drogas. Finalmente, en 1959 aparece Naked Lunch (El almuerzo desnudo), cuyo título, al parecer, fue sugerido por Kerouac. La novela será la primera de una trilogía, compuesta también por The Soft Machine (1961) y Nova Express (1964).
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La técnica del cut-up
En El almuerzo desnudo se observa a la perfección la famosa técnica del cut-up, promocionada por Burroughs pero que ya usaron artistas vanguardistas como los famosos dadá. Se trata de una manera de escribir que no obedece a ninguna planificación, ni siquiera a una concepción previa, que a menudo se compara con el collage en la pintura. Son, en fin, fragmentos unidos que no tienen (casi) nada en común.
El mismo Burroughs afirmó que su Almuerzo desnudo podía leerse en cualquier orden, pues carecía de una trama tradicional que diera cohesión al texto. El libro no es, pues, una novela en el sentido estricto de la palabra, sino que constituye más bien una serie de viñetas inconexas. Si existe un elemento cohesionador es la droga, omnipresente en todo el texto, y también el sexo, descarnado y sin tapujos. El lenguaje y las escenas explícitas del libro le valieron, como sucedió con el Howl de Ginsberg, la acusación de “obsceno” y el consecuente juicio.
Símbolo de la contracultura y héroe punk
En realidad, esto es lo que pretendían los miembros de la Generación Beat. ¿Qué mejor que ser considerados obscenos, qué mejor que levantar esa ácida polémica que buscaban? Se trataba de remover los cimientos de la encorsetada sociedad americana. De esta forma, Ginsberg, Kerouac y, en especial, Burroughs, se convirtieron en símbolos de la contracultura de mediados del siglo XX; los hippies primero y, más tarde, los punks, los elevaron a los altares.
A partir de 1970, en la obra de Burroughs la droga deja de aparecer (o no con tanto ahínco), y el autor pasa a centrarse en temas sexuales. En 1985 se publicó Queer, un texto que había escrito en la década de 1950 y cuya temática era tan “subversiva” para la época que el escritor decidió no publicarlo. El libro gira entorno a la atracción homosexual, un tema siempre presente (o intensamente insinuado) en la obra de Burroughs.
El maestro de la Generación Beat falleció en agosto de 1997, a los 83 años, por un infarto de miocardio. Paradójicamente, el miembro de los beatniks originales que mantuvo una vida más turbia los sobrevivió a todos. Ginsberg murió ese mismo año, pero con diez años menos. Kerouac, por su parte, se había ido de este mundo mucho antes, en 1969, con solo 47 años, a causa de una letal hemorragia producida por una galopante cirrosis.
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