El malestar físico raza vez se expresa sin el fenómeno del malestar psicológico, y viceversa.
Un claro ejemplo de ello lo tenemos en el modo en el que la ansiedad se relaciona con los dolores de cabeza; esta combinación da lugar a buena parte de los síntomas que llevan a las personas a buscar ayuda médica o psicológica con frecuencia.
Ahora bien… ¿a qué se debe que las personas que sufren ansiedad acostumbren a experimentar además dolores de cabeza? Veámoslo.
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Las consecuencias insospechadas de los problemas de ansiedad
Empecemos poniendo el foco en la ansiedad, a partir de la pregunta más básica en este tema: ¿en qué consiste estar ansioso? La ansiedad es un conjunto de mecanismos psicológicos y fisiológicos desencadenados por una situación que percibimos como peligrosa, o asociada a un riesgo (por ejemplo, el riesgo de perder una oportunidad.
Este fenómeno despierta en nosotros un “estado de alerta”, un elevado grado de activación y sensibilidad a los estímulos; esto se debe a que cuando sentimos ansiedad estamos predispuestos a actuar rápidamente a la primera señal de que demorarse unos pocos segundos puede salirnos caro. De este modo, la capacidad de experimentar ansiedad es un recurso tallado por millones de años de evolución y que en la mayoría de los casos nos ha ayudado a sobrevivir y a adaptarnos al entorno.
Sin embargo, este conjunto de mecanismos que dan lugar a la ansiedad es un arma de doble filo y “desborda” el tipo de situaciones en las que resulta útil. De hecho, los trastornos de ansiedad forman parte de las psicopatologías más comunes, afectando a aproximadamente un 12% de la población. Y como la ansiedad afecta a muchos procesos de tipo psicológico y fisiológico, la reacción en cadena de estas alteraciones pueden dar lugar a formas de malestar muy variadas. Entre ellas, el dolor de cabeza.
Ansiedad y dolores de cabeza: entre el malestar físico y el emocional
Tal y como hemos visto, la ansiedad hace que nos pongamos “en guardia”. Sin embargo, este no es un mecanismo simple y con efectos muy bien delimitados: las reacciones en cadena originadas por la ansiedad afectan a muchos aspectos del organismo mediante la segregación y hormonas, la activación de determinadas redes neuronales, la predisposición a cierto tipo de pensamientos, etc.
De este modo, aquello que en principio parecía ser un fenómeno puramente psicológico tiene también una plasmación en síntomas asociados al malestar físico, tal y como ocurre con el dolor de cabeza producido por la ansiedad.
Además, el propio dolor de cabeza también puede predisponer a las personas al sentirse más ansiosas, al estar de peor humor (lo cual facilita centrarse en pensamientos y recuerdos desagradables) y en peores condiciones para afrontar los retos del día a día (y ello produce la sensación de que la situación “nos sobrepasa”). De este modo, el círculo de las causas y los efectos se cierra, dando lugar a una pescadilla que se muerde la cola y que desgasta nuestro bienestar por dos vías.
En este caso vamos a centrarnos en la primera de esas situaciones, la del dolor de cabeza desencadenado o propiciado por la ansiedad, para ver de qué maneras puede darse.
1. Cefalea tensional
Uno de los principales desencadenantes de la cefalea tensional es el hecho de haber tenido los músculos del cuello y de ciertas partes de la cabeza demasiado tensos durante un periodo significativo; por ejemplo, ocurre cuando hemos estados tumbados o sentados con el cuello en un ángulo que nos resulta incómodo. El dolor suele estar focalizado sobre todo en los laterales de la cabeza.
En este sentido, no hay que olvidar que cuando sufrimos un exceso de ansiedad, buena parte de nuestra musculatura permanece tensa (como preparación a la posibilidad de tener que movernos rápidamente), lo cual puede producir dolores.
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2. Cefalea vascular
La cefalea vascular surge como consecuencia de un patrón anómalo de dilatación o contracción anómalo de los vasos sanguíneos de la zona de la cabeza. Puede ser favorecida por la ansiedad, dado que los cambios a nivel hormonal que produce hace que el sistema circulatorio se adapte para una situación de “emergencia”.
3. Falta de sueño
Finalmente, la falta de sueño es otra de las vías por las que la ansiedad puede generar dolor de cabeza. En estados de angustia o altos niveles de estrés, cuesta conciliar el sueño o tener un sueño reparador; esta situación lleva al límite las capacidades del sistema nervioso, lo cual va asociado a una sensación de malestar general, mareos, dolor de cabeza, etc.
Azor & Asociados
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