Todas las personas pasan en algún momento de su vida por una fase en la que ve que no hay demasiadas cosas que tengan sentido, incluso su propia existencia.
Las crisis existenciales son parte de la condición humana, surgidas de que de vez en cuando nos preguntemos sobre nuestro valor y el de las cosas que nos envuelven.
Las crisis existenciales traen consigo emociones negativas, entre ellas la ansiedad existencial que, en función de cómo se mire, se la puede ver como un sinónimo para las crisis.
Es inevitable e, incluso, saludable pasar por un período de este tipo de ansiedad, pues nos ayuda a establecer cuál es el camino por el que queremos transcurrir en nuestras vidas y ver qué cosas hay de valor. Sin embargo, también tiene el punto negativo de que, de no abordarse adecuadamente, puede traer algunos problemas de salud mental.
Descubramos a continuación qué es la ansiedad existencial y cuáles son sus características.
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¿Qué es la ansiedad existencial?
La ansiedad existencial es aquel malestar que surge cuando pasamos una crisis existencial, es decir, un momento de nuestras vidas en el que nos cuestionamos si nuestra existenica tiene significado, objetivo o valor. La cuestión del significado y propósito de la existencia humana ha sido el mayor punto de debate de la tradición filosófica del existencialismo.
En la filosofía existencialista, el término “crisis existencial” hace referencia específicamente a la crisis individual cuando una persona se da cuenta de que siempre debe definir sus propias vidas a través de las decisiones que él o ella hace.
La crisis existencial ocurre cuando uno reconoce que incluso la decisión de abstenerse de actuar o negar el asentimiento a una elección particular es, en sí misma, una elección. Los seres humanos están condenados a ser libres.
La ansiedad y las crisis existenciales tienen su origen cuando se vive un cambio de etapa o se ha experimentado un evento muy significativo para nuestras vidas, tanto positivo como negativo. Las personas entramos en períodos de crisis existenciales tras haber sufrido un trauma psicológico, casarse, divorciarse, perder un ser querido, tener nueva pareja, usar drogas psicoactivas, tener un hijo o alcanzar una edad culturalmente importante como los 18, 40 o 65 años, entre otras muchas más causas.
Es difícil delimitar con claridad qué es la causa y cuál es la consecuencia, porque en realidad se puede ver como el clásico de qué fue antes: el huevo o la gallina. ¿Es la ansiedad existencial que nos aboca a una crisis existencial o sucede al revés? Se mire cómo se quiera mirar, la cuestión es que la ansiedad existencial nos aboca a un periodo de reflexión y también de conflicto interno, el cual nos puede servir como punto de partida para tomar nuevas decisiones y cambiar algunas perspectivas.
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¿Cuáles son las características de la ansiedad existencial?
Søren Kierkegaard (1813-1855), filósofo danés considerado el padre del existencialismo creía que la ansiedad existencial no solo era algo habitual, sino que también necesario. Desde su perspectiva, se podría decir que la ansiedad existencial es sana, es necesario que nos atrape de vez en cuando porque nos motiva a replantearnos ciertos aspectos de nuestra vida.
Al tomar conciencia de que somos mortales nos hace buscar y encontrar nuevos propósitos vitales. La crisis existencial sirve para que, después de haber perdido el sentido de nuestra vida, se lo busquemos nosotros mismos.
Sin embargo, si tomamos una perspectiva psicológica, la experiencia de ansiedad existencial no se debe ver como algo positivo. En la teoría lo de que nos ayuda a buscar el sentido a la vida suena fácil, pero en la práctica esto es más bien complicado. De hecho, cuando estamos sumidos en un estado de profunda ansiedad, sea del tipo que sea, es muy difícil pensar con claridad y tomar decisiones. Es más, hay mayor riesgo de que se tomen las decisiones equivocadas.
La ansiedad extrema nos hace perder el rumbo. Cuando estamos ansiosos a nuestra mente viene todo tipo de pensamientos irracionales, repetitivos y poco saludables que vienen acompañados de sintomatología física como dolores musculares, taquicardias, cefaleas, problemas de sueño y ataques de pánico.
Si bien la visión de la filosofía sobre la crisis y la ansiedad existenciales es acertada para aquellos casos en los que el individuo le saca una utilidad, en el caso de la psicología clínica esta se concibe como un potencial problema, algo que de no abordarse adecuadamente puede traer problemas de salud mental.
Por este motivo a continuación vamos a destacar algunas características de la ansiedad existencial, relacionándolo con las posibles problemáticas que se pueden dar en el individuo que pasa por una crisis de este tipo.
1. Sensación de inutilidad
Una de las características de la ansiedad existencial es el gran agotamiento físico y psicológico que trae. Quien pasa por una crisis existencial siente que está perdiendo su tiempo y energías, invertiéndolos en cosas que no valen la pena.
El individuo se plantea preguntas como “¿qué sentido tiene sufrir por tanto trabajo?” “¿A dónde me lleva todo este esfuerzo que he invertido?” “¿Me servirá de algo todo lo que estoy haciendo?”. Se encuentra al límite de sus fuerzas.
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2. Emociones negativas
Las malas emociones atraen a otros sentimientos del mismo tipo. Así pues, es habitual que cuando uno siente ansiedad existencial se sienta atrapado por la angustia constante. Al poner en duda todo lo que ha hecho y le rodea, la persona desconfía del presente y tiene una visión pesimista del futuro.
La percepción que se tiene del mundo es que es como un castillo de naipes que tarde o temprano se va a derrumbar, que no hay nada seguro y que no vale nada. Las cosas y las personas no tienen sentido, ni tampoco lo tienen sus acciones. Todo es inestable y fugaz.
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3. Sensación de irrealidad
Un fenómeno muy común mientras se padece ansiedad existencial es la sensación de irrealidad o despersonalización.
Nos da la sensación de que vivimos separados de la realidad, de que el mundo en el que vivimos es una representación teatral y que nosotros, en vez de estar sobre el escenario como protagonistas, estamos en las butacas como público.
La realidad se ha convertido en parte de un decorado y vemos que lo ocurre en ella difícilmente es auténtico.
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4. Pérdida de significados vitales
La crisis existencial se asocia con una pérdida del sentido de autenticidad en el que se pierde el sentido del yo. Nada es lo que se pensaba al principio. Se refuerza la percepción de que la sociedad puede fallar.
La pérdida de significados vitales se siente con enfado, decepción y rabia. La persona se siente muy mal, incluso consigo misma por sentir que ha depositado su confianza en esas estructuras sociales que ahora le fallan. Siente que es una persona ingenua por haber creído en algún momento de su vida que todo es maravilloso y que nada puede salir mal.
Son pocas las cosas más peligrosas para la salud mental que percibir que la vida ha perdido sentido. Pensar que nada es como uno pensaba y que la sociedad nos ha fallado puede sumirnos en un estado de gran ansiedad que más tarde puede dar pie a un trastorno depresivo.
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5. Dudar de absolutamente todo
Nuestra mente puede ser nuestra peor enemiga cuando nos encontramos sumidos en una ansiedad existencial. La mente se convierte en esa fábrica de todo tipo de pensamientos invalidantes que nos hacen cuestionar buena parte de las cosas que nos suceden y envuelven. Vemos el mundo con una mirada crítica, que todo lo tergiversa y pone en duda.
Es por esto que estando en una crisis existencial nos cuestionamos hasta nuestras propias creencias, la fe y muchas cosas más, algo que ya adelantó el propio Kierkegaard. Incluso cuestionan si las personas que conforman nuestro círculo más cercano nos quieren y valoran.
6. Aislamiento
Un aspecto muy importante de la ansiedad existencial es su propensión a hacer que nos sintamos solos. La sensación de aislamiento asociada a la ansiedad existencial suele darse porque la persona siente que nadie más comprende por lo que está pasando.
Y tiene razón. Nadie sabe por lo que pasa pues es una crisis existencial, algo muy personal, y nadie más que uno mismo puede entenderse a sí mismo a la perfección, algo que ni siquiera nosotros mismos conseguimos en más de una ocasión.
La sensación de soledad y de aislamiento son habituales y actúan como un impedimento para interactuar con otras personas. Es un círculo que se retroalimenta: nos sentimos solos, no queremos interactuar con nadie más y nos sentimos todavía más solos.
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7. Ataques de pánico
Los ataques de pánico son síntomas comunes en los episodios de ansiedad. La sensación continuada de que nada en esta vida tiene sentido, de que todo se escapa a nuestro control, hace que tarde o temprano empecemos a manifestar los ataques de pánico.
La angustia va acumulándose a medida que van pasando los días y semanas, emoción que acaba manifestándose en episodios invalidades y súbitos de malestar y nerviosismo que tienden a reforzar aún más la sensación de miedo e inseguridad.
Una reflexión final
Si bien no siempre la ansiedad existencial debe verse como un síntoma de que se está presentando un trastorno, sí que se debe vigilar su progreso. Dentro de lo que cabe, es saludable plantearse cuál es nuestro sentido vital y hacer algo para lograr encontrarlo porque, de lo contrario, podemos caer en una profunda depresión y vernos a nosotros mismos como individuos que tienen poco que ofrecer a la humanidad.
Es fundamental que busquemos apoyo cuando nos encontremos sumidos en una de estas crisis existenciales, aunque sean normales para la edad o la situación en la que estemos. Las habilidades de afrontamiento pueden hacer que salgamos más fuertes de la situación, ganando nuevos recursos para hacerle frente a la nueva etapa con mayor eficacia.
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