La desrealización es uno de esos fenómenos psicológicos que los pacientes que lo experimentan y acuden a psicoterapia encuentran más difíciles de describir.
Explican que se sienten desconectados de su entorno, o incluso de su familia. No simplemente desencantados emocionalmente, como quien ha sufrido un desengaño o una decepción, sino desconectados casi literalmente: como si uno mismo y lo demás formasen parte de mundos distintos.
A veces, la desrealización forma parte de trastornos psicológicos que pueden alargarse durante meses o años en caso de no ser tratados; y a veces, se trata de una experiencia pasajera que no vuelve a repetirse nunca más. En cualquier caso, es importante conocer esta alteración de la percepción, y por eso en este artículo explicaré en qué consiste.
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¿Qué es la desrealización y cuáles son las características de esta alteración?
Uno de los temas más investigados a lo largo del desarrollo de la Psicología como ciencia es el siguiente: ¿de dónde surge nuestra percepción del aquí y ahora, aquello de lo que somos conscientes en cada momento?
Esta cuestión ha fascinado a muchos filósofos y científicos durante siglos, porque en ella hay una aparente contradicción. Tras siglos de entender el cuerpo humano como algo parecido a una máquina con diferentes sistemas de sensores (nuestros sentidos), nuestra consciencia no consiste en una agrupación de estímulos que nos llegan por diferentes vías, sino que la experimentamos como un todo, un fenómeno que no podemos dividir en sub-apartados.
Hoy en día esta incógnita ya no sorprende tanto, porque a fuerza de ir investigando acerca del funcionamiento del cerebro y su relación con lo psicológico, se ha comprobado que tras la aparente unidad de la consciencia y de la experiencia de percibir las cosas, hay varios procesos relativamente independientes coordinándose entre sí. Es por eso que aunque damos por sentado que la posibilidad de usar el lenguaje es un solo tipo de habilidad, hay personas con lesiones cerebrales que pueden articular palabras al hablar, pero no pueden entender el habla, así como hay otras que prácticamente no pueden hablar, pero sí comprenden lo que se les dice.
La desrealización es otro de esos ejemplos de que tras un fenómeno psicológico aparentemente homogéneo y unitario, hay diferentes elementos que en determinadas circunstancias pueden mostrar dónde empiezan y dónde acaban.
En este caso, hablamos de una experiencia en la que a pesar de que técnicamente percibimos los mismos elementos objetivos y podemos representarlos a todos ellos en nuestra mente, notamos que hay algo en esa experiencia perceptiva que falla, que está fuera de lugar. Esto ocurre porque aunque todo lo que captan nuestros sentidos queda plasmado en nuestra consciencia, los procesos psicológicos de reconocimiento y de reacción emocional ante los estímulos se encuentra alterado.
Como resultado, en la desrealización tenemos la sensación subjetiva de que aquello que percibimos está separado de nosotros, o no pertenece a nuestro plano de existencia; sentimos extrañeza ante lo que vemos, tocamos y/u oímos, como si formase parte de un decorado de película, o de un simulacro. Sin embargo, no por ser una sensación subjetiva la desrealización deja de ser real. Se trata de un fenómeno psicológico que puede ser (y ha sido) estudiado científicamente.
Su relación con la despersonalización
Un fenómeno similar a la desrealización es la despersonalización, en la que aquello que es percibido de un modo enrarecido es el propio cuerpo o incluso los propios pensamientos. Ambos son ejemplos de síntomas disociativos que aparecen asociados a algunos trastornos psicológicos o psiquiátricos, pero, como veremos, no siempre son la expresión de un problema severo.
¿En qué situaciones puede darse la desrealización?
Por lo que hemos visto hasta ahora, la desrealización parece ser algo desagradable, o al menos, inquietante. Y lo cierto es que en la mayoría de los casos es experimentado como algo negativo. Sin embargo, no siempre es razón para alarmarse.
Dicho esto, veamos cuáles son las causas más habituales de desrealización.
1. Mantenimiento de un elevado nivel de ansiedad
El desgaste generado por la ansiedad durante un tiempo relativamente prolongado (por ejemplo, a causa de la preparación de un examen importante) puede facilitar la aparición de la desrealización como alteración fugaz de la percepción. Esto se da a causa de posibles desequilibrios momentáneos en la actividad nerviosa y hormonal en nuestro cuerpo. En casos así ni siquiera tenemos por qué hablar de estar sufriendo un trastorno psicológico.
2. Trastorno de pánico
En el trastorno de pánico se da una subida repentina y muy extrema del nivel de ansiedad. Esto produce alteraciones no solo en la percepción, sino también de tipo cognitivo (lo que pensamos y el tipo de decisiones que tomamos), así como síntomas físicos como la sudoración, el aumento de la presión sanguínea, la sensación de mareo, etc.
3. Traumas
Tal y como ocurre con muchos fenómenos de tipo disociativo, la desrealización también es una de las consecuencias de esta clase de marcas emocionales dolorosas que quedan impresas en nuestra memoria.
De hecho, se estima que aparece (con más o menos intensidad) en la mayoría de casos en los que se dan experiencias traumáticas.
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4. Consumo de sustancias psicoactivas
El consumo de algunas drogas puede hacer emerger la desrealización, e incluso pensamientos de tipo delirante asociados a ella (por ejemplo, creer que estamos participando involuntariamente en una obra de teatro).
¿Puede ser tratada en terapia?
La desrealización puede ser abordada en el contexto de la terapia ayudando al paciente a gestionar las causas fisiológicas. Como hemos visto, se trata de una alteración perceptiva muy vinculada a la ansiedad, así que en terapia psicológica se trabaja para "entrenar" a la persona en la modulación de su foco atencional y en la adopción de estrategias para no seguir alimentando ese estado de alta activación del sistema nervioso.
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Si estás pensando en acudir a una consulta de psicología e iniciar un proceso de psicoterapia, ponte en contacto conmigo. Mi nombre es Fernando Azor Lafarga, soy psicólogo especializado en adultos y personas de la tercera edad, así como Director del centro Azor & Asociados, desde el que realizo tanto sesiones de terapia psicológica presencial como terapia online por videollamada.
Llevo muchos años trabajando tanto en el ámbito de la psicología clínica y de la salud como en la psicología pericial y la psicología aeronáutica, y también colaborando con diversos medios en calidad de divulgador acerca de temas relacionados con la psicología y la salud mental en general. Para saber más acerca de cómo trabajo, consulta mi ficha de autor.
Referencias bibliográficas:
- American Psychiatric Association. (2013). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Quinta edición. DSM-V. Masson, Barcelona.
- Guralnik, O.; Giesbrecht, T.; Knutelska, M.; Sirroff, B.; Simeon, D. (2007). Cognitive Functioning in Depersonalization Disorder. The Journal of Nervous and Mental Disease. 195(12): pp. 983 - 988.
- Hunter, E.C.; Sierra, M.; David, A.S. (2004). The epidemiology of depersonalisation and derealisation. A systematic review. Social psychiatry and psychiatric epidemiology 39(1): pp. 9 - 18.
- Simeon, D.; Knutelska, M.; Nelson, D.; Guralnik, O. (2003). Feeling unreal: a depersonalization disorder update of 117 cases. Journal of Clinical Psychiatry, 64(9): pp. 990 - 997.
- Sierra-Siegert, M. (2018). La despersonalización: aspectos clínicos y neurobiológicos. Revista Colombiana de Psiquiatría, 37 (1), 40 - 55.
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