Algunas heridas no duelen en el cuerpo, sino en la manera de verse a uno mismo. La baja autoestima crece despacio, casi sin hacerse notar, hasta que un día se vuelve parte del día a día. Se manifiesta en pensamientos que restan valor, en la dificultad para reconocerse como una persona capaz o valiosa. Cuando eso pasa, el alivio empieza a buscarse afuera: en una sustancia, en una sensación momentánea que sea como una curita para tanto vacío.
Según la Organización Mundial de la Salud, más del 35% de las personas con adicciones han tenido una autoestima deteriorada, lo que deja claro que el consumo, muchas veces, no es el origen del dolor, sino una forma de sobrellevarlo.
Autoestima: cómo nos tratamos por dentro
La autoestima no se forma de la nada, sino que se va construyendo poco a poco con lo que vivimos, con lo que nos dicen y con lo que aprendemos a decirnos. Cuando alguien crece escuchando críticas, burlas o exigencias imposibles, lamentablemente empieza a creer que su valor depende de no fallar. Y eso se convierte en una carga enorme.
Con el tiempo, esa forma de verse a uno mismo tiene gran impacto en todo. Aparece el miedo al rechazo, la inseguridad, la duda constante de si uno merece lo que tiene. Algunas personas sienten que no pueden hacer nada bien o que nunca serán suficientes. Y lo peor es que ese diálogo interno se vuelve tan fuerte que termina pareciendo una verdad.
Cuando la autoestima se debilita, también se debilita la confianza. Entonces, se empieza a buscar fuera lo que no se encuentra dentro: aprobación, cariño, alivio. Y, en estas situaciones, el consumo de drogas puede aparecer como un escape rápido.
La relación entre baja autoestima y consumo
Aclaremos algo: no todas las personas con baja autoestima acaban consumiendo drogas. Dicho esto, sí debemos mencionar que hay un patrón que se repite: cuando alguien se siente vacío, busca llenarse de alguna forma. Las drogas, el alcohol o cualquier otra sustancia se vuelven un refugio temporal, un modo de apagar ese ruido interno que no deja descansar.
Por un rato, parece que todo mejora. La vergüenza se disuelve, las palabras salen con más facilidad, la ansiedad baja. Pero, ojo, ese alivio es prestado. Cuando el efecto pasa, la culpa y la tristeza vuelven, y muchas veces más fuertes que antes. Es ahí cuando la persona vuelve a consumir para intentar sentirse mejor, entrando sin darse cuenta en un ciclo que se repite una y otra vez.
Algunos factores que hacen más fácil caer en ese ciclo
No hay una lista de factores universales, pero compartiremos algunas variables que pueden influir en la autoestima y hacer que una persona consuma drogas para buscar calma.
- Infancias difíciles o sin afecto suficiente. Cuando no se aprende a sentirse querido durante la niñez, puede costar mucho hacerlo de adulto.
 - Falta de habilidades sociales. Sentirse torpe o incómodo con los demás puede llevar a usar sustancias para ser mucho más relajado o expresivo.
 - Experiencias de rechazo o maltrato. Las heridas emocionales suelen buscar una forma de calmarse.
 - Entornos donde el consumo es común. Si se ve como algo normal, el límite se vuelve borroso.
 - Necesidad de pertenecer. A veces se consume solo por no quedar fuera, aunque en el fondo no se quiera.
 
Las drogas como una forma de silencio
Muchas personas no consumen para “divertirse”, sino para dejar de sentir. Quieren un rato sin dolor, sin ese pensamiento constante de que no sirven, de que todo les sale mal. En ese sentido, las drogas funcionan como una pausa emocional: durante un momento, el juicio desaparece, la mente se calma y parece que todo encaja. Y, claro, ese respiro engancha.
Para quienes cargan inseguridades, la sustancia da una sensación de libertad. Hablar con otros, reírse o simplemente existir parece más fácil. Pero cuando el efecto se va, el golpe emocional es más fuerte. Aparece la culpa, la vergüenza, el “otra vez lo hice”. Y así se va reforzando la idea de que uno no puede solo, de que necesita eso para sentirse bien.
Esa es la trampa. Lo que empieza como un escape se transforma en una jaula.
Cómo empezar a recuperar la autoestima
Nadie nace con una autoestima perfecta, y todos la perdemos un poco en algún momento, pero se puede reconstruir. Te proponemos, entonces, algunas acciones y cambios en tu día a día que, con el tiempo, te hagan sentir más en paz contigo:
1. Aceptar lo que ya pasó
Mirar atrás sin castigarte es un paso sumamente importante. Es importante recordar que todos los humanos cometemos errores, y que eso no define todo lo que somos. Lo que sí puedes elegir es qué hacer con lo que aprendiste.
2. Escuchar cómo te hablas
Si te repites cosas duras todo el tiempo, tu mente termina creyéndolas, así que empieza a notar esas frases y pregúntate si de verdad las dirías a alguien que te importa mucho. Si no lo harías, entonces no te las digas a ti.
3. Aprender a poner límites
Decir “no” puede sentirse extraño al principio, sobre todo cuando la persona está acostumbrada a ser muy complaciente. Sin embargo, hacerlo también significa reconocer que tu tiempo y tu energía también valen. Procura hacerlo con educación y respeto, tanto por ti como por el otro.
4. Cuidarte con actividades simples
Dormir bien, comer con calma, moverte un poco, tomar aire, reírte. Son cosas simples, pero son la base de una autoestima sana. Cuidarte te recuerda que importas.
5. Buscar apoyo cuando lo necesites
A veces se necesita hablar con alguien que pueda ver lo que tú no ves. Un terapeuta, un grupo de apoyo o una persona de confianza puede ayudarte a ordenar lo que por dentro parece un lío.
Volver a confiar en ti
Salir de una adicción no solo es dejar una sustancia; también es aprender a vivir sin necesidad de escapar de ti. Cuando una persona empieza a recuperar la autoestima, su mirada cambia: ya no busca calmar el dolor con algo externo, sino entenderlo y sanar desde ahí.

Esther Tomás Ruiz
Esther Tomás Ruiz
Psicóloga, coach y terapeuta de familia y parejas
Y, a ver, nadie se levanta un día sintiéndose totalmente bien consigo mismo. Es un proceso. A veces se avanza, otras se retrocede. Pero cada vez que eliges cuidarte y no castigarte, estás reconstruyendo tu valor y tu confianza en ti.


Newsletter PyM
La pasión por la psicología también en tu email
Únete y recibe artículos y contenidos exclusivos
Suscribiéndote aceptas la política de privacidad















