Cómo afectan las enfermedades físicas a la salud mental

El estado del cuerpo se plasma en el estado de salud de la mente.

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A veces el cuerpo duele y, en consecuencia, la mente se queda sin energía. Porque, sí, es más común de lo que piensas que ese malestar que empieza algo físico también comience a afectar lo que pasa por tu cabeza.

Aunque a veces parezcan cosas separadas, las enfermedades físicas también dejan huella en la salud mental, en la forma en que te ves, en cómo te relacionas y en cómo enfrentas cada día.

Hoy hablaremos sobre todo esto y te propondremos algunas estrategias para gestionar mejor esta situación.

La conexión entre cuerpo y mente: más fuerte de lo que parece

Durante mucho tiempo se pensó que la mente y el cuerpo funcionaban por separado, como si fueran dos mundos distintos. Hoy sabemos que no es así. Cuando algo afecta al cuerpo, sea una enfermedad, un tratamiento, una cirugía o el dolor constante, también cambia el equilibrio emocional. Y no es solo una cuestión de “ánimo”, sino que el cuerpo enfermo modifica procesos químicos, hormonales y neurológicos que impactan directamente en el estado mental.

Las personas con enfermedades físicas crónicas o de larga duración tienen entre dos y tres veces más probabilidades de desarrollar depresión o ansiedad que aquellas con buena salud.

No se trata solo del impacto físico de la enfermedad, sino también del desgaste emocional que supone vivir con ella. Los tratamientos prolongados, la incertidumbre y la pérdida de autonomía generan un estrés continuo que va debilitando el bienestar psicológico.

Y, como es de esperarse, ese vínculo también funciona en sentido contrario: cuando la mente se encuentra bajo una carga emocional intensa, el cuerpo también sufre las consecuencias. La ansiedad o la depresión pueden empeorar síntomas físicos, aumentar el dolor o interferir con la recuperación. Por eso, cuidar de ambos aspectos es muy importante.

Cómo se manifiesta el impacto emocional de una enfermedad física

Las consecuencias no se limitan a sentirse “un poco triste” o “más cansado”. Las enfermedades físicas pueden alterar la forma de pensar, de sentir y de actuar. Veamos algunos de los efectos más frecuentes:

1. Cambios emocionales

Es común sentir tristeza, miedo o enojo. También aparece la frustración, sobre todo cuando las limitaciones físicas impiden hacer lo que antes te gustaba o que sentías que te daba vida. Algunas personas experimentan culpa por no poder cumplir con sus responsabilidades o por depender de otros.

2. Ansiedad constante

La mente puede quedarse atrapada en pensamientos sobre el futuro: “¿y si empeoro?”, “¿y si el tratamiento no funciona?”. Esa preocupación continua se acompaña a veces de síntomas físicos como sudoración, palpitaciones, tensión muscular o dificultad para respirar.

3. Depresión

No solo se trata de tristeza. La depresión relacionada con una enfermedad física puede incluir pérdida de interés, fatiga persistente, alteraciones del sueño, irritabilidad y cambios en el apetito. A veces también aparecen pensamientos negativos sobre uno mismo o sobre la vida en general.

4. Pérdida de control y aislamiento

La sensación de no poder manejar el propio cuerpo puede generar una pérdida de confianza. Muchas personas evitan salir o relacionarse por miedo al juicio o por la simple falta de energía. Eso agrava la soledad y hace más difícil recuperarse emocionalmente.

5. Dificultades cognitivas

La fatiga mental, la falta de concentración o los problemas de memoria son comunes en enfermedades crónicas. Esto no necesariamente tiene que ver con falta de interés, sino que el cuerpo y el cerebro están gastando sus recursos en adaptarse a una situación exigente.

Factores que aumentan la vulnerabilidad emocional

Hay etapas del proceso de enfermedad en las que el riesgo de sufrir un deterioro mental es mayor. Por ejemplo: al recibir un diagnóstico grave, después de una cirugía importante, durante tratamientos agresivos o si la enfermedad reaparece tras una etapa de estabilidad.

Algunos factores que incrementan esa vulnerabilidad son:

  • Dolor constante o incapacitante. El malestar físico sostenido genera agotamiento emocional.
  • Falta de apoyo social. Sentirse incomprendido o aislado empeora la percepción de control.
  • Antecedentes de ansiedad o depresión. Si ya existían, pueden reactivarse.
  • Efectos secundarios de medicamentos. Algunos tratamientos alteran el estado de ánimo o el sueño.
  • Estrés financiero o laboral. Las dificultades económicas o la pérdida de empleo agravan la tensión mental.
  • Identidad afectada. Cuando la enfermedad cambia la imagen corporal o limita actividades, la autoestima puede resentirse.

Aceptar que estas cosas ocurren no te pone en desventaja, sino es una forma de entender por qué la mente también sufre cuando el cuerpo enferma, lo que es una señal importante para cultivar la autocompasión.

Qué puedes hacer para cuidar tu salud mental durante una enfermedad física

Nadie elige enfermar, pero sí se pueden tomar decisiones que ayuden a mantener el equilibrio emocional. No se trata de “pensar en positivo”, sino de cuidar los aspectos que fortalecen la mente.

Aquí tienes algunas estrategias útiles:

1. Dale voz a lo que sientes

Guardar todo dentro solo aumenta el peso. Hablar con alguien de confianza o con un profesional puede aliviar la tensión y dar claridad. Expresar miedo o frustración no significa ser negativo; es una forma de liberar lo que duele y empezar a gestionarlo.

2. Mantén una comunicación abierta con el equipo médico

No tengas miedo de preguntar. Entender lo que te ocurre reduce la ansiedad. Si un tratamiento te hace sentir diferente o afecta tu estado de ánimo, coméntalo. A veces los efectos emocionales vienen de los medicamentos o del propio proceso de la enfermedad, y tu médico puede ayudarte a ajustar el tratamiento.

3. Cuida lo esencial

Dormir bien, comer de forma equilibrada y moverte lo que puedas son pilares fundamentales. Incluso pequeños paseos o ejercicios de respiración ayudan a mantener un mínimo de bienestar físico que se refleja en la mente. Y, ojo, evita el exceso de alcohol o el uso de drogas recreativas, ya que alteran el equilibrio emocional.

4. Busca apoyo en otros

Compartir con personas que han pasado por algo similar puede ser muy reparador. Existen grupos de pacientes o comunidades que ofrecen comprensión sin juicios. También la familia y los amigos cumplen un papel importante si hay una comunicación honesta.

5. Aprende a reconocer tus límites

No todo se puede hacer al mismo ritmo de antes, así que escuchar al cuerpo es importante para adaptarse. Date permiso para descansar, pedir ayuda, cuidar de ti y aceptar tus tiempos y espacios.

Cuándo es momento de buscar ayuda profesional

Hay señales que indican que la salud mental necesita atención especializada. Por ejemplo, si el ánimo bajo dura varias semanas, si la ansiedad interfiere con el descanso o el apetito, o si aparecen pensamientos de desesperanza o deseos de no seguir viviendo.

En esos casos, lo mejor es hablar con el médico de cabecera o con un psicólogo o psiquiatra. Existen tratamientos eficaces: por un lado, la psicoterapia ayuda a manejar las emociones y a encontrar nuevas formas de afrontar la enfermedad; por otro, los medicamentos, cuando son necesarios, pueden mejorar el estado de ánimo, reducir la ansiedad y facilitar el sueño. Pero, ¡eso sí! Deja esas decisiones en las manos de un profesional.

Un recordatorio necesario

La salud mental y la física no son dos mundos separados, sino dos caras de la misma experiencia. Cuidar de una sin atender la otra deja un vacío que tarde o temprano se nota. Reconocer que una enfermedad física puede afectar el equilibrio emocional no es pesimismo, es una realidad que muchas personas atraviesan.

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Y, aunque el proceso sea difícil, hay algo valioso en entender esta conexión: te permite ser más compasivo contigo mismo y te recuerda que no tienes que “aguantar” todo. Que no tienes que hacerlo solo. Que es válido pedir apoyo, descansar y cuidar tu mente tanto como cuidas tu cuerpo, porque ambos merecen la misma atención.

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  • La salud mental estan importante como la física (2025, mayo 15) Health. University of Utah.
  • Physical illness and mental health (s/f). Royal College of Psychiatrists
  • Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (s/f). Enfermedad Física y Salud Mental.

Al citar, reconoces el trabajo original, evitas problemas de plagio y permites a tus lectores acceder a las fuentes originales para obtener más información o verificar datos. Asegúrate siempre de dar crédito a los autores y de citar de forma adecuada.

Cribecca. (2025, octubre 29). Cómo afectan las enfermedades físicas a la salud mental. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/clinica/como-afectan-enfermedades-fisicas-a-salud-mental

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