Había empezado de forma inocente: dejar el pan en el desayuno, comer “más sano”, contar calorías. Al principio todos la felicitaban, y ella se sentía orgullosa de su fuerza de voluntad. Pero poco a poco esa “disciplina” se volvió una jaula.
Pasó de elegir lo que comía a temerlo. Las salidas con amigos le parecían una amenaza, y el espejo se convirtió en su juez diario. No se trataba solo de comida ni de cuerpo, era algo más grande.
A veces detectar un trastorno de la alimentación no es tan sencillo, por eso aquí te ayudaré a reconocer esas señales de alerta que merecen acudir a terapia para pasar por una etapa de diagnóstico.
Qué son los trastornos de la alimentación y por qué cuesta tanto hablar de ellos
Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son alteraciones serias que afectan cómo una persona se relaciona con la comida, el cuerpo y el control. Estos suelen surgir por una combinación de factores biológicos, psicológicos y sociales. A veces se inician con una simple dieta o con la búsqueda de “sentirse mejor”, pero pueden transformarse en un problema que compromete la salud física y emocional.
Los TCA pueden presentarse en personas de cualquier edad, género, peso o contexto. Y, aunque suelen comenzar en la adolescencia, cada vez se detectan más en personas adultas y también en hombres. Vivir con un trastorno alimentario implica una batalla interna constante: miedo, culpa, exigencia y una sensación de pérdida de control.
Sin embargo, también hay esperanza, pues no quiere decir que tener un Trastorno de la Conducta Alimentaria sea para siempre. Muchas personas logran recuperarse y reconstruir una relación más sana con su cuerpo y con la comida con el acompañamiento adecuado.
- Artículo relacionado: "Los 10 trastornos de la alimentación más comunes"
Tipos de trastornos de la conducta alimentaria
Existen varios tipos de TCA, y aunque cada uno tiene sus particularidades, todos comparten un sufrimiento y una preocupación excesiva por el peso, la forma corporal o la alimentación. A continuación mencionamos algunos de los más conocidos:
Anorexia nerviosa
La anorexia se caracteriza por la restricción severa de alimentos y un miedo intenso a ganar peso, incluso cuando la persona ya tiene un peso muy bajo.
La percepción corporal suele estar distorsionada: verse “grande” o “fuera de control” aunque el cuerpo esté frágil.
Este trastorno puede tener consecuencias graves, como desnutrición, alteraciones hormonales, daño cardíaco o infertilidad.
Bulimia nerviosa
Se manifiesta por episodios repetidos de atracones, seguidos de conductas para compensar lo comido, como vómitos autoinducidos, uso de laxantes o ejercicio excesivo.
Estas conductas provocan desgaste dental, irritación gastrointestinal, deshidratación y un gran impacto emocional.
Trastorno por atracones
En este caso, la persona come en exceso y siente pérdida de control durante esos episodios, pero sin conductas compensatorias.
Suele generar sentimientos intensos de culpa y vergüenza, además de problemas de salud como sobrepeso, diabetes o hipertensión.
Trastorno de evitación o restricción de la ingesta (ARFID)
No está relacionado con la imagen corporal, sino con una limitación extrema de la cantidad o variedad de alimentos por desagrado sensorial, miedo a atragantarse o ansiedad. Puede provocar pérdida de peso y deficiencias nutricionales importantes.
Otros trastornos especificados
Aquí entran casos que no encajan por completo en las categorías anteriores, como la anorexia atípica (cuando hay síntomas de anorexia sin bajo peso extremo) o el trastorno por purgas, en el que se provocan vómitos o se usan laxantes sin episodios de atracones previos.
Señales para detectar un trastorno de alimentación
Detectar un TCA a tiempo puede ayudar un montón en el proceso de recuperación. Sin embargo, no siempre es fácil, ya que muchos de los signos se disimulan o se confunden con “hábitos saludables”.
Algunas de las señales más comunes o evidentes son:
- Evitar comer en público o inventar excusas para saltarse comidas.
- Obsesión por las calorías, las etiquetas o los “alimentos permitidos”.
- Cambios rápidos o fluctuantes de peso.
- Ir al baño inmediatamente después de comer.
- Realizar ejercicio de forma compulsiva, incluso estando agotado o enfermo.
- Mostrarse irritable o ansioso en momentos que involucren comida.
- Sentir de culpa o incluso vergüenza luego de comer.
- Aislamiento de los amigos o la familia y disminución del interés por actividades que antes resultaban placenteras.
- Comentarios frecuentes sobre “verse gordo” o “haber comido demasiado”.
Ahora, también existen señales menos visibles o conocidas, pero igual de importantes. Por ejemplo: algunas personas comienzan a interesarse de forma exagerada por temas de nutrición o cocina, pero sin comer lo que preparan.
Otras muestran una rigidez extrema en su rutina diaria, irritación al cambiar de plan o dificultad para concentrarse. También pueden presentar mareos, caída del cabello o alteraciones menstruales sin una causa médica clara.
Sin embargo, es importante dejar claro que la presencia de uno o varios de estos signos no significa necesariamente que exista un trastorno. Es una señal para observar con atención, hablar del tema y, si la duda persiste, buscar una evaluación profesional.
Qué hacer ante las sospechas de un trastorno alimentario
Darse cuenta de que algo no está bien da miedo, pero también abre la posibilidad de actuar, ya sea cuando se trata de algo que notaste en ti o en alguien que conoces. Y, a ver, no hace falta tener todas las respuestas de inmediato. Lo importante es dar el primer paso con cuidado y sin juicio.
1. Evitar comentar sobre el cuerpo o la comida de otra persona
Aunque parezca un gesto inocente, hablar del peso o de lo que alguien come puede generar más presión. En lugar de eso, enfoca la conversación en cómo se siente la persona.
2. Escucha sin interrumpir ni minimizar
Si alguien decide abrirse, lo mejor que puedes hacer es escuchar con atención. Frases como “no es para tanto” o “todas pasamos por eso” pueden cerrar la puerta al diálogo.
3. No asumas el papel de terapeuta
El cariño no reemplaza el tratamiento. Acompaña, pero sin intentar “curar”. La recuperación requiere apoyo profesional especializado.
4. Busca información de fuentes confiables
Comprender cómo funcionan los TCA ayuda a empatizar y a reconocer cuándo se necesita ayuda. Existen asociaciones y recursos confiables donde informarse sin caer en juicios.
5. Promueve un entorno libre de juicios sobre el cuerpo
Evita conversaciones centradas en dietas, calorías o apariencia. Hablar del cuerpo desde la aceptación y el respeto crea un entorno más sano.
6. Cuida también tu bienestar emocional
Acompañar a alguien con un TCA puede ser duro. Es válido sentir frustración, miedo o cansancio. Buscar apoyo para ti también es parte del proceso.
7. Si es sobre ti, atrévete a pedir una evaluación
Si leíste las señales y sientes que algunas se reflejan en tu historia, pide ayuda. Hablar con un psicólogo, psiquiatra o nutricionista especializado puede ser muy útil para ayudarte a entender qué está pasando y por dónde empezar.

Psicobai Centro De Psicología Majadahonda
Psicobai Centro De Psicología Majadahonda
Centro de Psicología
Un paso a la vez
Empezar a reconocer un trastorno alimentario es un paso importantísimo para tomar conciencia. Porque admitir que algo duele es el inicio de cualquier cambio real.
Estos trastornos no definen a la persona, aunque en ciertos momentos lo parezcan. Detrás de la obsesión por la comida o el cuerpo hay una necesidad profunda de sentirse suficiente, de recuperar el control o de calmar una ansiedad que no se sabe nombrar.
Y, aunque el proceso de sanar puede ser largo y con altibajos, con acompañamiento y paciencia se puede volver a disfrutar de la comida, del cuerpo y, sobre todo, de la vida.


Newsletter PyM
La pasión por la psicología también en tu email
Únete y recibe artículos y contenidos exclusivos
Suscribiéndote aceptas la política de privacidad














