Cuando hablamos de trauma, mucha gente piensa en cosas grandes y extremas, pero también hay heridas que no hacen tanto ruido y que igual siguen afectando muchísimo a lo largo de la vida. A veces viene de algo que pasó hace años y no parecía tan grave, pero el cuerpo y el cerebro lo recuerdan como si hubiera pasado ayer. Para eso y mucho más la terapia EMDR puede ser útil.
No es tan conocida como otras, aunque ya tiene su recorrido. Incluso algunas figuras públicas han compartido cómo esta terapia les ayudó en momentos difíciles, lo que ha contribuido a darle más visibilidad.
EMDR: qué es y qué hace diferente a esta terapia
El nombre suena un poco técnico: EMDR significa “Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares”. Fue desarrollada por Francine Shapiro en los años 80, cuando notó algo muy particular: al mover los ojos mientras pensaba en recuerdos dolorosos, se sentía menos alterada por ellos.
Esa observación dio lugar a una línea de investigación que culminó en una terapia reconocida por organismos internacionales como la OMS, la APA (Asociación Americana de Psicología) y otras entidades especializadas en salud mental.
La clave de esta técnica está en cómo se guarda un recuerdo en el cerebro. Cuando algo nos impacta mucho y no tenemos recursos para procesarlo, ese momento se “congela” con todo y las emociones que generó. Por eso, a veces, algo pequeño (como una frase o un olor) puede disparar ansiedad o tristeza sin que sepamos muy bien por qué.
En las sesiones de EMDR, el o la terapeuta guía a la persona para que se enfoque en ese recuerdo, mientras se aplican estímulos bilaterales como movimientos oculares, toques alternados o sonidos. Eso favorece un estado en el que el cerebro puede procesar la información de forma más adaptativa, lo que ayuda a reorganizar esas situaciones que antes generaban malestar.
Por qué este enfoque terapéutico puede ser transformador
Esta terapia no se enfoca solo en lo que recordamos, sino también en cómo lo sentimos. Lo que se trabaja no es solo el recuerdo en sí, sino la emoción, la sensación en el cuerpo, y los pensamientos negativos que vienen con él.
Lo que hace el EMDR es permitir que esa memoria se procese de una forma nueva. Ya no se vive como algo tan amenazante. Se empieza a integrar como parte del pasado, sin que arruine el presente. Es importante decir que estos recuerdos no desaparecen, pero ya no duelen tanto como antes lo hacían.
Y algo que debes saber: no necesitas revivir el trauma ni contarlo con lujo de detalles. Lo que importa es cómo lo viviste tú, no tanto lo que pasó minuto a minuto. Esto lo hace especialmente útil para personas que han vivido situaciones difíciles y no quieren volver a contarlas una y otra vez.
¿Cuándo puede ser útil la terapia EMDR?
Aunque esta técnica se usa mucho en casos de Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT), también puede ayudar con otras cosas. Por ejemplo:
- Si viviste algo que todavía te afecta mucho, aunque haya pasado hace mucho
- Si hay recuerdos que te hacen sentir mal, incluso físicamente
- Si sufriste bullying, abuso, una pérdida o una relación dañina
- Si hay una ansiedad que no sabes de dónde viene
- Si sientes que, por más que hables de lo que pasó, no logras soltarlo
A veces no se trata de algo “traumático” en el sentido clásico, sino de experiencias que dejaron una marca. Y si algo sigue afectándote hoy, lo más prudente es prestarle atención.
Así se vive una sesión de EMDR
Antes de abordar recuerdos difíciles, el terapeuta se asegura de que tengas un punto de apoyo. Primero se crea un espacio seguro y se enseñan técnicas de autorregulación emocional, para que puedas manejar lo que surja durante la sesión.
Cuando ya hay confianza, se elige un recuerdo para trabajar. No hace falta contarlo todo, pero sí identificar una imagen, una emoción, una sensación corporal y una creencia negativa asociada, como “no valgo” o “fue mi culpa”. También se define una creencia positiva que te gustaría incorporar, como “estoy a salvo” o “hice lo mejor que pude”.
Con eso claro, empieza el reprocesamiento: mientras mantienes ese recuerdo en mente, el terapeuta guía la estimulación bilateral (movimientos oculares, sonidos o toques). Esto ayuda a que la mente reorganice la experiencia, y muchas personas sienten cómo la carga emocional disminuye, a veces rápido, a veces en etapas.
Luego se refuerza la creencia positiva, para que no solo la pienses, sino que la sientas como cierta. Al final, se revisa si quedó alguna tensión en el cuerpo, y se trabaja para liberarla. Así, el cambio se integra no solo a nivel mental, sino también emocional y físico.
Si estás pensando en probarla, toma en cuenta esto
Antes de iniciar un proceso con EMDR, hay cosas importantes a considerar. Aquí van algunas recomendaciones prácticas:
Busca a alguien que esté bien formado
La formación en EMDR requiere capacitación especializada y supervisada. Asegúrate de que el profesional esté certificado por instituciones reconocidas, como EMDR Europe, EMDR Iberoamérica, entre otras.
Pregunta sin miedo
Está bien pedir referencias, saber cuántos años lleva aplicando EMDR, qué tipo de casos suele atender y cómo sería el trabajo contigo.
Fíjate cómo te sientes desde el inicio
Que sientas confianza con el o la terapeuta es súper importante. Si te escucha con atención y te explica las cosas sin apurarte ni presionarte, probablemente sea una buena señal.
Habla de tus expectativas
Tal vez esperas que con pocas sesiones todo se resuelva, o tal vez no tienes idea de cómo va a ser. Conversar sobre eso al inicio ayuda a que el proceso sea más claro.
Prepárate para remover emociones
No es raro que surjan recuerdos o sensaciones intensas. Tener a mano tus herramientas de autocuidado y poder hablarlo en sesión va a ayudar bastante.
Otra forma de quitar peso a los recuerdos que duelen
La terapia EMDR tiene algo poderoso: no te hace revivir lo que pasó para sanar, sino que te ayuda a cambiar cómo lo llevas dentro. Y eso, en muchos casos, es lo que realmente hace falta.
No hay que haber vivido algo extremo para que esta terapia sea útil. Basta con tener un recuerdo que todavía te aprieta el pecho, o una emoción que se activa sin que tengas idea de por qué. EMDR te acompaña a mirar eso sin miedo y, poco a poco, a dejar de cargarlo con tanto peso.
Esto no es ciencia-ficción: la terapia EMDR no borra el pasado ni tus recuerdos, pero te permite vivir el presente sin que esa herida se interponga todo el tiempo, y eso ya es un paso enorme.


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