Es muy probable que todos hayamos experimentado nervios o ansiedad en alguna ocasión. Cuando estos síntomas son de una intensidad considerable, se puede decir que hemos padecido una crisis nerviosa.
Una crisis nerviosa se origina cuando la situación ambiental sobrepasa los recursos de los que disponemos para hacerle frente. En este artículo conoceremos en qué consiste este tipo de crisis, cuáles son sus síntomas habituales (y sus tipos), sus causas y los tratamientos que se pueden aplicar.
- Artículo relacionado: "Tipos de Trastornos de Ansiedad y sus características"
Crisis nerviosa: ¿qué es?
Utilizamos el término “crisis nerviosa” para referirnos, de forma no médica y en lenguaje cotidiano, a crisis de ansiedad. La crisis nerviosa puede aparecer tanto en personas sanas (sin ningún trastorno mental) bajo condiciones altamente estresantes, como en personas con algún tipo de trastorno mental. En este segundo caso, muchas veces la crisis nerviosa es uno de los síntomas subyacentes al trastorno.
A grandes rasgos, una crisis nerviosa puede durar desde minutos, hasta horas (lo más común), días e incluso semanas.
Pero, ¿qué es exactamente una crisis nerviosa? En el lenguaje ordinario, utilizamos este concepto para hacer referencia a estados elevados de ansiedad y nerviosismo que aparecen cuando nos vemos sobrepasados (o desbordados) por las circunstancias; es decir, nuestros recursos son insuficientes para hacer frente a las exigencias del entorno.
Muchas veces estas exigencias son altamente estresantes, y desembocan en una serie de síntomas característicos, que veremos más adelante.
Exigencias del entorno
A grandes rasgos, podemos adelantar que una persona que padece una crisis nerviosa, manifiesta una serie de síntomas ansiosos y/o nerviosos. Todo ello hace que su capacidad para responder a las demandas del entorno se vea drásticamente reducido, y que por lo tanto, su funcionamiento se vea alterado y acabe resultando disfuncional o desadaptativo.
Las exigencias del entorno en las que la persona se ve envuelta, que pueden incluir situaciones laborales, sociales, personales… son percibidas por el individuo como demasiado exigentes e imposibles de gestionar.
Esta percepción puede cambiar de una persona a otra, y es por eso que las causas o desencadenantes de una crisis nerviosa (exigencias del medio) nunca serán las mismas para una persona u otra. Sin embargo, sí que compartirán un elemento común, que es su percepción de incontrolabilidad o de imposibilidad de gestionar.
Síntomas
Existen una serie de síntomas característicos propios de una crisis nerviosa. Sin embargo, cabe mencionar que éstos pueden variar de forma considerable de una persona a otra, dependiendo de sus características personales, situaciones que desencadenan la crisis, exigencias del entorno, etc.
Así, los síntomas más frecuentes en una crisis nerviosa son de tres tipos: síntomas psicológicos, síntomas fisiológicos y síntomas comportamentales. Aunque los tres tipos de síntomas están relacionados y muchas veces se solapan entre ellos, vamos a ver algunos de los síntomas que agrupa cada una de estas categorías:
1. Síntomas psicológicos
Los síntomas psicológicos hacen referencia a la psique de la persona y a sus procesos mentales. Estos incluyen los siguientes:
1.1. Sensación de intranquilidad
La persona con una crisis nerviosa puede tener una sensación constante o intermitente de intranquilidad. Se puede sentir nerviosa, tensa, como “a punto de perder el control”. Esta sensación es muy psicológica, pero puede acabar repercutiendo en otro tipo de sintomatología, como por ejemplo la fisiológica.
1.2. Alteraciones cognitivas
Pueden aparecer también alteraciones en el plano cognitivo, tales como dificultades para evocar recuerdos (alteraciones en la memoria), dificultades atencionales y de concentración, lentitud en la toma de decisiones (o incapacidad para tomarlas), etc.
En general, y a modo de comentario, se sabe que con frecuencia los trastornos mentales conllevan alteraciones cognitivas (por ejemplo la depresión, el trastorno de ansiedad generalizada, etc.). No debemos confundir un trastorno cognitivo (por ejemplo una demencia) con una pseudodemencia o una pseudodemencia depresiva.
1.3. Miedo irracional
Otro síntoma psicológico que puede aparecer en una crisis nerviosa es un miedo irracional, que muchas veces es desproporcionado o que no tiene un desencadenante claro.
- Quizás te interese: "Los 16 tipos de miedo y sus características"
2. Síntomas fisiológicos
Los síntomas fisiológicos corresponden al terreno más corporal, e incluyen alteraciones físicas tales como las siguientes:
2.1. Fatiga
La fatiga implica una sensación alta de cansancio, como de pesadez, que dificulta el desarrollo de las actividades de la vida diaria. Esta fatiga puede estar causada por el estrés continuado, por factores psicológicos o por ambos elementos.
2.2. Pérdida de apetito
La pérdida de peso es otro síntoma fisiológico de una crisis nerviosa. Esta puede ser causada por el estrés crónico al que está sometido la persona, o por la sensación de nervios constante que siente en el estómago.
2.3. Alteraciones en el sueño
La ansiedad (y los factores psicológicos en general) y el sueño están estrechamente relacionados; así, una persona que padece ansiedad (o una crisis nerviosa) es muy probable que también presente alteraciones en el sueño, que le dificulten el hecho de conseguir un sueño reparador y satisfactorio.
Estas alteraciones se pueden traducir en dificultades para conciliar el sueño (insomnio de inicio), dificultades para mantenerlo a lo largo de la noche (insomnio de mantenimiento) o la presencia de un despertar temprano (insomnio terminal).
- Quizás te interese: "Los 7 principales trastornos del sueño"
2.4. Dolores de cabeza
Las migrañas y los dolores de cabeza también son frecuentes en una crisis nerviosa, como parte de los síntomas físicos o fisiológicos. Estos síntomas también aparecen en los diversos trastornos de ansiedad.
3. Síntomas comportamentales
Los síntomas comportamentales de una crisis nerviosa abarcan el terreno más conductual de la persona. Algunos de estos síntomas se traducen en:
3.1. Aislamiento social
La persona puede acabar aislándose socialmente, evitando quedar con los amigos o la pareja, dejando de ver a sus familiares, etc. Todo esto suele ser provocado por el malestar que le originan los otros síntomas y el miedo a volver a padecer una crisis nerviosa en situaciones sociales.
3.2. Comportamientos agresivos
A veces puede aparecer una ira descontrolada o exagerada, que se traduce en comportamientos agresivos o desafiantes, y que sólo hacen que agravar el malestar y la tensión que siente la persona.
3.3. Llanto excesivo
Finalmente, otro síntoma comportamental característico de una crisis nerviosa es el llanto, que suele ser excesivo (a veces sin un desencadenante claro) e inconsolable.
Causas
Las causas de una crisis nerviosa pueden variar de una persona a otra. Normalmente estas crisis tienen un origen multifactorial, y como hemos visto, aparecen como consecuencia de una situación ambiental exigente o de demandas ambientales ante las cuales la persona se ve incapaz de actuar.
Así, la principal causa de una crisis nerviosa es una situación altamente estresante; ejemplos de ellas son situaciones de divorcio, pérdida de un ser querido, volúmenes altos de trabajo, problemas laborales, problemas económicos, etc.
A nivel biológico, también se ha hablado de una predisposición genética a padecer este tipo de crisis, que sumada a la situación estresante, desencadenan en una crisis nerviosa. La herencia también es probable que juegue un papel importante.
Finalmente, otra posible causa es un trastorno mental subyacente, como por ejemplo un trastorno de ansiedad, un trastorno psicótico, un trastorno depresivo, etc. Será importante discernir bien los síntomas para diagnosticar correctamente la crisis nerviosa. Por otro lado, factores temperamentales, de sugestión y de personalidad, también pueden jugar un papel clave en su origen; por ejemplo, las personas neuróticas tienen más riesgo de desarrollar una.
Tratamiento
El tratamiento más adecuado para una crisis nerviosa es aquel que implica un abordaje multidisciplinar. Los psicofármacos pueden ofrecer ciertos beneficios a corto plazo, pero a largo plazo lo ideal siempre será un tratamiento integral que incluya psicoterapia.
Las técnicas psicológicas que pueden utilizarse incluyen técnicas de reestructuración cognitiva para tratar los pensamientos disfuncionales, técnicas de relajación y respiración que disminuyan los síntomas ansiosos y físicos y psicoeducación que ayude al paciente a entender el origen y mantenimiento de su crisis nerviosa.
Además, ofrecerle al paciente herramientas y mecanismos de afrontamiento adaptativos ante situaciones estresantes, también ayudarán a eliminar dichos síntomas.
Referencias bibliográficas:
- Caballo, V.E. (2002). Manual para el tratamiento cognitivo-conductual de los trastornos psicológicos. Vol. 1 y 2. Madrid. Siglo XXI.
- Stekel, W. (2012). Estados nerviosos de angustia y su tratamiento. V Xerte, 23(106), 468.