Descubren un Trauma heredado por la Vía Epigenética en refugiados sirios

Tres generaciones con una herencia invisible basada en el trauma por la guerra.

Descubren un trauma heredado por la vía epigenética en refugiados sirios
Ahmed akacha, en Pexels

¿Puede el horror de una guerra marcar no solo a quien lo vive, sino también a sus hijos y nietos? Un estudio pionero publicado en Scientific Reports revela que la violencia deja huellas químicas en la herencia biológica que persisten por generaciones. Analizando a tres generaciones de refugiados sirios, científicos descubrieron que la exposición a trauma altera la metilación del genoma, un mecanismo epigenético que regula la actividad genética, en 35 regiones clave ligadas al estrés, el desarrollo y la salud mental.

Los más impactante: niños que nunca pisaron Siria, nacidos en campos de refugiados, presentaban marcas epigenéticas heredadas de sus abuelas y madres, junto con signos de envejecimiento biológico acelerado. Estos hallazgos, los primeros en demostrar la transmisión intergeneracional del trauma en humanos, desafían la idea de que el sufrimiento se limita a quien lo experimenta. En cambio, sugieren que la guerra escribe su legado en el cuerpo, incluso décadas después.

Guerra, trauma y tres generaciones de supervivencia

La guerra en Siria, que estalló en 2011, no es el primer trauma colectivo que sufre la población siria. Sus raíces se remontan a décadas de violencia política, como la masacre de Hama en 1982, en la que miles de civiles fueron asesinados bajo el régimen de Hafez al-Assad. Sin embargo, la guerra civil actual ha sido especialmente devastadora: más de 600.000 muertos, 13 millones de desplazados y una generación infantil que solo ha conocido el conflicto. Entre los refugiados, muchos cargan no solo con el dolor propio, sino con el legado de un trauma que parece trascender el tiempo.

Este estudio analizó a familias sirias refugiadas en Jordania, en la que tres generaciones conviven con las cicatrices de la violencia. Las abuelas vivieron la represión de los años 80 y 90, las madres enfrentaron bombardeo y torturas durante la guerra, y las nietas y nietos nacieron en campos de refugiados o bajo condiciones extremas. Esta cadena de sufrimiento plantea una pregunta crucial: ¿es posible que el trauma de una generación afecte biológicamente a las siguientes?

La hipótesis se basa en la trasmisión intergeneracional del trauma, un fenómeno documentado en estudios con animales. Por ejemplo, ratas expuestas a estrés crónico transmiten conductas ansiosas a sus crías a través de cambios epigenéticos (modificaciones químicas que regulan la actividad de los genes sin alterar el ADN). En humanos, esto es más complejo de demostrar, pero investigaciones previas sugieren que eventos como el Holocausto o el conflicto en Ruanda dejaron marcas epigenéticas en descendientes.

El equipo de investigación centró su trabajo en refugiados sirios porque ofrecen una ventana única para estudiar tres tipos de exposición al trauma. Por un lado, la exposición germinal, que hace referencia a la que protagonizaron las abuelas, experimentando violencia antes de su embarazo. Por otro lado, existe la exposición prenatal en madres que vivieron traumas durante su gestación, y la exposición directa, cuando los niños sufrieron violencia antes de nacer.

Además, se incluyó en el estudio un grupo de control sin exposición a la guerra, lo que permitió aislar los efectos específicos del trauma. Este diseño innovador busca responder cómo el cuerpo “recuerda” el dolor y qué mecanismos biológicos lo perpetúan.

ADN y encuestas intergeneracionales

Para entender cómo el trauma deja una huella biológica en las familias, los investigadores diseñaron un estudio pionero con 48 familias sirias refugiadas en Jordania. Reclutaron a tres generaciones: abuelas que vivieron la violencia antes de ser madres (exposición germinal), madres expuestas a la guerra durante el embarazo (exposición prenatal), y niños que sufrieron violencia después de nacer (exposición directa). Como punto de referencia, incluyeron un grupo de control de familias sirias no expuestas a conflictos, lo que permitió comparar los efectos específicos del trauma.

La recolección de datos combinó herramientas genéticas y sociales. Por un lado, tomaron muestras de ADN mediante hisopos bucales - un método no invasivo ideal para trabajar con niños y poblaciones vulnerables - para analizar la metilación del ADN (DNAm), un proceso epigenético que actúa como un “interruptor” químico regulando la actividad de los genes. Por otro lado, realizaron encuestas detalladas sobre experiencias traumáticas, salud mental y condiciones de vida. En total, participaron 131 personas, incluyendo al menos una madre y uno o dos hijos por familia.

El análisis se centró en identificar regiones diferencialmente metiladas (DMPs), es decir, segmentos del genoma donde la exposición a la violencia alteró significativamente los patrones de metilación. Para ello, utilizaron un estudio de asociación de epigenoma completo (EWAS), una técnica que escanea miles de genes simultáneamente. Compararon los resultados entre los tres tipos de exposición (germinal, prenatal y directa) y el grupo control, ajustando variables como edad, sexo y nutrición.

Un aspecto innovador fue el enfoque intergeneracional: al estudiar a abuelas, madres y niños, pudieron rastrear si los cambios epigenéticos se transmitían o surgían de nuevas en cada generación. Además, colaboraron con organizaciones locales para garantizar un enfoque ético, asegurando que las familias recibieron apoyo psicológico durante el proceso.

Este diseño no solo permitió identificar marcas epigenéticas vinculadas al trauma, sino también explorar cómo el momento de la exposición (antes, durante o después del embarazo) influye en su impacto biológico.

Resultados clave del estudio sobre la herencia del trauma por vía epigenética

El estudio reveló que la violencia deja una huella epigenética medible en el ADN de quienes la sufren y, sorprendentemente, también en sus descendientes. Al comparar a las tres generaciones de refugiados con el grupo de control, se identificaron 35 regiones genómicas en las que la exposición al trauma alteró significativamente los patrones de metilación del ADN. Estas marcas actúan como un código químico que podría explicar cómo el cuerpo “recuerda” el trauma y lo transmite biológicamente.

1. Una firma epigenética compartida

De los 35 lugares identificados, 14 estaban vinculados a la exposición germinal (trauma vivido por las abuelas antes del embarazo) y 21 a la exposición directa (trauma sufrido por los niños). Sin embargo, lo más llamativo fue que el 82% de estas regiones mostraron cambios en la misma dirección (hiper o hipometilación) independientemente de cuándo ocurrió el trauma. Por ejemplo, un gen relacionado con la respuesta al estrés estaba menos metilado en abuelas, madres y niños expuestos a violencia, lo que podría aumentar el riesgo de trastornos de ansiedad. Esto sugiere que el cuerpo tiene una respuesta epigenética común al trauma, ya sea vivido directamente o heredado.

2. El embarazo: una ventana crítica

Los niños y niñas expuestos al trauma durante la gestación mostraron un envejecimiento epigenético acelerado, equivalente a entre 2 y 3 años biológicos adicionales respecto a su edad cronológica. Este fenómeno, medido mediante relojes epigenéticos como Horvath y Hannum, se ha vinculado previamente a mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y muerte prematura. “Es como si el cuerpo del feto se preparara para un mundo hostil, acelerando su desarrollo a costa de su salud a largo plazo”, explicó la Dra. Dajani, coautora del estudio.

3. Genes afectados: un mapa del sufrimiento

Entre las regiones alteradas destacan algunos genes clave. El gen FKBP5 regula la respuesta al cortisol, la “hormona del estrés”, y está vinculado a la depresión el TEPT. El gen SLC6A4 controla la serotonina, neurotransmisor asociado al estado de ánimo. El gen IGF2 está relacionado con el crecimiento fetal, y mostró hipermetilación en niños expuestos prenatalmente.

Estos cambios no son mutaciones, sino ajustes en la actividad genética. Por ejemplo, la hipometilación en FKBP5 podría mantener este gen “encendido” de forma crónica, exacerbando las respuestas al estrés incluso décadas después del trauma.

4. Herencia sin fronteras generacionales

El estudio demostró por primera vez en humanos que el trauma puede transmitirles epigenéticamente sin necesidad de exposición directa. Niños cuyas abuelas sufrieron violencia, pero que nacieron en entornos seguros, compartían el 40% de las marcas epigenéticas de sus abuelas. Esto apunta a un mecanismo de herencia que salta generaciones, posiblemente a través de óvulos o espermatozoides.

5. Diferencias por sexo y edad

Las niñas expuestas prenatalmente mostraron más cambios epigenéticos que los niños, lo que coincide con estudios previos sobre mayor vulnerabilidad femenina al estrés intergeneracional. Además, los efectos eran más pronunciados en menores de 5 años, sugiriendo que la primera infancia es un periodo crítico para detectar y mitigar estos impactos.

6. Implicaciones inmediatas

Estos hallazgos no solo explican por qué los hijos de refugiados pueden desarrollar ansiedad o enfermedades crónicas sin haber vivido la guerra directamente, sino que también ofrecen una herramienta biológica para medir el impacto del trauma. Además, refuerzan la urgencia de intervenciones tempranas en mujeres embarazadas y niños en contextos de conflicto. Como señaló el Dr. Mulligan, líder el estudio: “El ADN nos está diciendo que el trauma deja una herida bioquímica. Ahora debemos aprender a curarla”.

Conclusiones

El estudio revela que la violencia deja huellas epigenéticas transmitidas hasta tres generaciones, marcando genes clave en estrés y desarrollo. Estos cambios, detectables en ADN de refugiados sirios, explican cómo el trauma altera la biología incluso sin exposición directa. Aunque alarmante, el hallazgo abre esperanza: si el ambiente graba estas marcas, intervenciones tempranas, desde apoyo prenatal a terapias, podrían mitigar su impacto, convirtiendo la ciencia en herramienta de justicia y resiliencia.

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  • Mulligan, C.J.; Quinn, E.B.; Hamadmad, D. et al. (2025). Epigenetic signatures of intergenerational exposure to violence in three generations of Syrian refugees. Sci Rep 15, 5945.

Al citar, reconoces el trabajo original, evitas problemas de plagio y permites a tus lectores acceder a las fuentes originales para obtener más información o verificar datos. Asegúrate siempre de dar crédito a los autores y de citar de forma adecuada.

Javi Soriano. (2025, marzo 11). Descubren un Trauma heredado por la Vía Epigenética en refugiados sirios. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/clinica/descubren-trauma-heredado-por-via-epigenetica-en-refugiados-sirios

Psicólogo

Javi Soriano es graduado en Psicología por la Universidad de Valencia y está acabando un Máster en Investigación Psicosocial. Le interesa todo lo que tiene que ver con las personas y la sociedad, pero le encanta leer y escribir sobre temas relacionados con el género, la sexualidad y las minorías. Es una persona muy curiosa a la que le encantan los debates y aprender de los demás.

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