Hablar de suicidio es doloroso y sumamente incómodo, pero eso no significa que debamos dejar de hacerlo. A día de hoy, existe un amplio consenso entre los investigadores y profesionales de la salud mental acerca de la importancia de hablar del suicidio para prevenirlo. Al contrario de lo que sostiene uno de los mitos más extendidos sobre las personas que deciden quitarse la vida, conversar sobre el suicidio no induce a las personas a cometerlo, sino que puede salvar vidas.
No obstante, todavía se trata de un tema tabú en nuestra sociedad, lo que se traduce en una pobre difusión de la información científica. Por lo tanto, es normal que muchas personas desconozcan si es posible notar a tiempo los signos del suicidio o no. En este artículo abordaremos este tema con el fin de fomentar la prevención del suicidio.
Desmitificar lo que sabemos sobre el suicidio
En primer lugar, es necesario desmitificar algunas concepciones que todos hemos desarrollado alrededor del suicidio para comprenderlo mejor. Según los datos provistos por la Organización Mundial de la Salud en 2019, el suicidio fue la cuarta causa de muerte en el grupo etario entre los 15 y 29 años; otras estadísticas sugieren que, en los adolescentes, es la segunda causa. Ahora bien: ¿por qué decide una persona quitarse la vida?
Esta pregunta es muy compleja, y pretender responderla de forma abarcativa en un artículo supondría dejar de lado el sufrimiento particular de cada persona que tiene la tentativa de suicidarse. Se trata de un fenómeno multicausal. Sin embargo, un punto en común al que llegan los investigadores y profesionales de la salud mental en todo el mundo es el hecho de que las personas que se quitan la vida no lo hacen porque no quieren vivir más, sino porque no quieren vivir más así. El suicidio, entonces, aparece como una alternativa ante la imposibilidad de resolver uno o varios conflictos. El acto de quitarse la vida puede ser impulsivo o planificado, pero en ambos casos se mantiene la presencia de mucho sufrimiento detrás como denominador común.
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Factores de riesgo asociados al suicidio
Por otra parte, reconocer los factores de riesgo que llevan a una persona a suicidarse es relevante para prevenirlo. De acuerdo con la OMS, vivir conflictos interpersonales, actos violentos, situaciones de abusos, pérdidas de seres queridos, catástrofes y conflictos bélicos, rupturas o tener la sensación de aislamiento puede propiciar conductas suicidas. También, son particularmente vulnerables aquellos grupos sociales que sufren discriminación, como los refugiados y migrantes, los pueblos indígenas o las personas LGBTIQ+. Por otra parte, la presencia de trastornos mentales —en especial, el trastorno por dependencia de sustancias y la depresión— supone un factor de riesgo significativo.
Todos estos factores de riesgo, en sí mismos, no conducen a una persona a quitarse la vida. Sin embargo, alguien perteneciente a una población vulnerable es más probable que acumule problemas de difícil resolución, desencadene crisis, rumie de forma recurrente, presente ideaciones suicidas hasta que, de no encontrar otra salida, intente suicidarse. Podríamos pensar cada fase del proceso suicida como un escalón. La presencia de factores de riesgo hará que sea más fácil bajar un peldaño.
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¿Hay signos del suicidio?
Habiendo desarrollado esto, es importante aclarar dos cuestiones. En primer lugar, la presencia de un pensamiento suicida no supone necesariamente que una persona esté en riesgo de cometerlo. Los pensamientos poseen cierto grado de automatismo que podría ocasionar que incluso una persona con abundantes factores protectores y altos niveles de bienestar general piense en ello. Sin embargo, la ideación suicida como tal implica la presencia recurrente de este tipo de pensamientos, acompañados de una cuota de sufrimiento insoportable para la persona.
Por otra parte, también es necesario recordar que el suicidio, en sí mismo, no es un trastorno mental. Sí es cierto que las personas con una psicopatología —en especial la depresión, el alcoholismo o algunos trastornos de la personalidad como el trastorno límite— están en riesgo mayor de cometer suicidio que personas sin un trastorno mental. No obstante, muchos individuos viven con trastornos mentales por largos períodos de sus vidas y no tienen la intención de suicidarse; o viceversa, hay personas sin trastornos psicológicos que lo cometen. Esta información ha de ser útil para prestar atención a todos los sujetos, más allá de la presencia o no de una enfermedad mental, puesto que cualquiera de ellos podría estar sufriendo en silencio y gestando la tentativa de quitarse la vida.
Regresando a nuestra pregunta inicial, podemos afirmar que sí, es posible notar a tiempo los signos del suicidio.
Algunas estadísticas indican que el 80% de las personas que se suicidan han dado señales verbales o no verbales en el mes previo a su muerte. Por ese motivo, es importante conocer cuáles son los signos que le anteceden a un suicidio y que podrían dar cuenta de que una persona esté pensando en quitarse la vida.
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Algunos signos del suicido
Algunos signos de que una persona podría estar pensando en el suicidio son las siguientes:
- Aislamiento social. Esto es importante pensarlo en el contexto de la persona y en su forma habitual de comportarse. Si una persona sociable se aleja de pronto de sus amigos, se despide, o elabora un testamento, es importante actuar para prevenir.
- Dificultades para comer, trabajar, dormir o concentrarse.
- Persistencia de ideas negativas.
- Lo dice expresamente. La persona en riesgo de suicidarse expresa en su discurso que quiere morir, o que siente que es una “gran carga para los demás”, por lo que siente mucha culpa o vergüenza.
- Repentino cambio de conducta. Muchas conductas están orientadas a actividades de riesgo, al consumo cada vez más excesivo y frecuente de drogas, etcétera.
- Llanto incontrolable.
Bety Coppola Zamarripa
Bety Coppola Zamarripa
LICENCIADA EN PSICOLOGIA CLINICA Y GENERAL
Si lo vemos, lo preguntamos
El suicidio se previene y la estrategia predilecta para conseguirlo puede ser resumida en una consigna: “si lo vemos, lo preguntamos”. Aunque resulte incómodo, solo preguntándolo podremos confirmar o descartar que una persona esté pensando en el suicidio (por ejemplo, podríamos preguntar: ¿estás pensando en quitarte la vida?). De ser afirmativa la respuesta, debemos mostrarnos disponibles a escuchar a la otra persona, con cercanía, sin juicios ni sanciones. No debemos confrontar al otro ni llevar a cabo opiniones despectivas. Debemos estar disponibles, escuchar al otro con tiempo, sin interrumpir y con una actitud esperanzadora (esto es, estar dispuesto/a a acompañar a la persona vulnerable para que llegue a manos profesionales cuanto antes).