El cerebro humano ha sido (y sigue siendo) un misterio. A lo largo del siglo XIX y XX, a partir de casos paradigmáticos dentro de distintas disciplinas que hoy conforman las neurociencias, se ha descubierto la relación indisociable entre nuestros procesos cognitivos —como la atención, la percepción, el pensamiento, la memoria o el lenguaje— y ciertas áreas de nuestro cerebro.
Tal fue el caso del paciente Phineas Gage, quien sufrió una injuria en la corteza prefrontal del cerebro (específicamente, en el área orbitofrontal) debido al atravesamiento de una barra de hierro mientras trabajaba en el ferrocarril. La conducta y personalidad de este paciente cambió drásticamente tras sufrir un daño en esa área específica del cerebro; comenzó a comportarse de forma agresiva, desinhibida e inadecuada socialmente, muy distinto al hombre callado y responsable que solía ser. Gracias a casos como éste, se descubrió que las funciones ejecutivas humanas estaban vinculadas a la corteza prefrontal y no a otras áreas cerebrales, ya que, en Phineas Gage, otras funciones como la memoria estaban prácticamente intactas.
Sin embargo, no es necesario haber sufrido una injuria para que exista una afectación estructural en determinadas áreas del cerebro que repercuta negativamente en las capacidades cognitivas y conductuales de una persona. Los trastornos de salud mental suelen ocasionar disfunciones biológicas: gracias a las neuroimágenes, como aquellas obtenidas en tomografías por emisión de positrones, es posible observar cómo se reduce la actividad neuronal en el cerebro en patologías como la depresión.
Por otra parte, estas alteraciones se manifiestan asimismo en déficits de índole neuropsicológico, tanto en los procesos cognitivos como en cambios emocionales y de personalidad. Es en este punto donde entra en juego la evaluación neuropsicológica como un proceso de exploración de los procesos cognitivos que podrían estar alterados, ya sea por una lesión cerebral, un trastorno psiquiátrico u otros factores como el envejecimiento. En este artículo desarrollaremos qué formas generales de evaluación neuropsicológica existen y cómo éstas evidencian el funcionamiento de los procesos cognitivos de una persona.
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La evaluación neuropsicológica: ¿qué es?
En primer lugar, debemos saber que la evaluación neuropsicológica supone un proceso que busca acceder a información de interés mediante la aplicación de una serie de procedimientos que buscan medir una función psicológica. Al llevar a cabo la evaluación, se conoce de antemano que una función psicológica particular está vinculada a determinada área o circuito cerebral. La evaluación neuropsicológica ha sido clave en el área de investigación en las últimas décadas, pero en los años recientes parece haber virado hacia el área clínica.
En ese sentido, su objetivo fundamental es encontrar qué procesos psicológicos están alterados y cómo están regulados por las distintas áreas cerebrales para después enfocarse de lleno en las necesidades de tratamiento de las personas afectadas. Esto evidencia la relevancia de los programas de rehabilitación neuropsicológica como recurso terapéutico, cada vez más necesario en cualquier equipo interdisciplinar.
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Los procesos psicológicos que se evalúan
Las personas pueden presentar una disfunción en cualquier función psicológica superior humana, en tanto todas ellas tienen su correlato neurobiológico en el sistema nervioso central que podría verse alterado. Los procesos psicológicos que se evalúan son de lo más variados; incluyendo el estudio del rendimiento intelectual en general, la capacidad de aprendizaje, la memoria, las habilidades perceptivas y motoras, el lenguaje, la comunicación, el razonamiento, la atención, la velocidad de procesamiento de la información y la solución de problemas.
Las técnicas que se utilizan en la evaluación psicológica
Es importante poder diferenciar que las técnicas y pruebas psicológicas (o tests) no son lo mismo que la evaluación neuropsicológica. La evaluación supone un proceso general que intenta formular y poner a prueba una hipótesis, se recogen datos y se intenta alcanzar una solución que beneficie a la persona evaluada. Por otra parte, las pruebas psicológicas son sólo una parte de ese proceso, y sirven como un medio para recoger información evaluando ciertas variables específicas. Por ejemplo, la Escala de Wechsler sirve para reunir información sobre la variable memoria pero no la atención.
Habiendo señalado esto, J. Tirapu Ustárroz, neuropsicólogo clínico español, agrupa las pruebas neuropsicológicas en distintas categorías generales. Recuperarlas es útil para conocer las generalidades acerca de qué forma se recolecta información en una evaluación neuropsicológica con el fin de indagar en los procesos cognitivos.
Escalas breves o pruebas de rastreo cognitivo
Constan de un conjunto de preguntas variadas que se vinculan a determinado número de variables cognitivas, como la orientación, la atención y concentración, el aprendizaje, la memoria o el lenguaje. Su aplicación es fácil y requieren poco tiempo. En general, tras responder a todas las preguntas, estas escalas arrojan una puntuación total que establece una línea de corte divisoria entre lo normal y lo patológico. No obstante, una limitación de estas escalas es que a veces son muy inespecíficas o generales.
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Baterías neuropsicológicas generales
Las baterías de evaluación neuropsicológicas son conjuntos de elementos que buscan detectar y tipificar la existencia de un daño en el cerebro. Las baterías generales suelen medir la mayoría de funciones cognitivas, no una sola, y deben poder discriminar los subprocesos que componen cada función. Por ejemplo, deben diferenciar memoria de trabajo de memoria de largo plazo; o atención selectiva de atención sostenida y atención dividida.
Tests específicos de evaluación neuropsicológica
Las pruebas específicas para la exploración neuropsicológica buscan recolectar información detallada de las principales funciones cognitivas, ya que muchos pacientes con lesiones podrían presentar varias alteraciones de manera simultanea y se requiere distinguir qué funciones están afectadas, en qué grado de severidad lo están, y cuáles operan correctamente. Es importante saber qué capacidades preservan los pacientes para poder usarlas a favor a la hora de planificar el programa de rehabilitación.
En definitiva, la evaluación neuropsicológica permite a los profesionales indagar en la conexión entre las modificaciones o lesiones cerebrales y los procesos cognitivos con el objetivo de, posteriormente, concretar tratamientos que puedan servir a la persona a recuperarse tras una injuria, el envejecimiento, o balancear los efectos neurobiológicos de un trastorno psiquiátrico.
