Imaginería en terapia: qué es y cómo se usa en psicología

Un resumen acerca de la imaginería como técnica usada en terapia y psicología del deporte.

Imaginería
Una técnica usada en psicología.Unsplash.

La imaginería guiada es una técnica empleada en terapia y psicología del deporte principalmente con la finalidad de ayudar al sujeto a controlar estados de ansiedad; desde el tratamiento contra las fobias hasta mejorar el rendimiento del sujeto en alguna disciplina deportiva.

En este artículo vamos a ver de qué forma esta técnica se aplica en intervenciones psicológicas, así como los casos más comunes donde se suele implementarla. Veremos un listado con los pasos a seguir para conseguir utilizar la imaginería de forma adecuada.

¿En qué consiste la imaginería?

La imaginería guiada consiste en proponerle al sujeto un escenario imaginario donde sea capaz de superar situaciones guiadas por el terapeuta, esto con la intención de conseguir que el individuo adquiera la suficiente seguridad en sí mismo para cuando requiera afrontar un asunto similar en su vida cotidiana.

Esta técnica ofrece buenos resultados en el tratamiento de la neurosis, sobre todo en el tema de los estados ansiosos, como ya lo hemos mencionado anteriormente, gracias a que se le ofrece al sujeto la posibilidad de enfrentar una situación complicada desde un ambiente controlado y seguro.

La idea principal es que después del proceso de imaginería guiada la persona vaya consiguiendo paulatinamente los recursos psicológicos necesarios para hacer frente a las adversidades que puedan estarse presentando en su vida, independientemente de cuál sea el área.

Así, en la imaginería se facilita que el paciente aprenda a relacionarse con determinadas situaciones de un modo funcional y sin que la mala gestión de las emociones juegue en su contra. Esto se hace gracias al hecho de que se combina el uso de la imaginación aplicada a la creación de situaciones ficticias pero vívidas, por un lado, y la posibilidad de controlar ese entorno imaginario para que se adapte al "plan de entrenamiento", por el otro.

Con la supervisión psicológica, la persona se va exponiendo a escenarios imaginarios que se ajustan al nivel de dificultad que puede afrontar en cada momento.

¿Cuándo es conveniente su aplicación?

Ahora veremos algunos ejemplos en los cuales la imaginería resulta efectiva para el tratamiento.

1. Estados de ansiedad

La ansiedad se caracteriza por un patrón de pensamiento acelerado y catastrófico, en el que el sujeto anticipa su fracaso antes de haber comenzado a realizar la actividad.

En estos casos la imaginería consiste en proponerle al sujeto situaciones imaginarias en las cuales se vea expuesto a algunos factores detonantes de su ansiedad, e ir guiándole hasta que sea capaz de afrontar la situación, siendo él mismo quien encuentre las herramientas para gestionarlas en un contexto seguro.

2. Cuando se busca mejorar el rendimiento

Independientemente de cuál sea el área en la cual se busca mejorar el rendimiento, la imaginería es una técnica excelente para conseguir este fin. En estos casos se genera un escenario imaginario relativo al área donde se desea tener una mejoría, ya sea en el aspecto deportivo, laboral, familiar, personal, etc.

Una vez tengamos ubicado mentalmente al sujeto donde queremos, procedemos a guiarlo por una serie de situaciones en las cuales tendrá que ir sobreponiéndose a ciertos obstáculos que el especialista irá generando a lo largo del proceso de visualización.

Por ejemplo, si se trata de un futbolista que ha tenido un bajón significativo en su rendimiento, se busca ponerlo en situaciones clave, donde afloren sus instintos de competencia, como el cobro de un penalti decisivo, entre otras situaciones propias de su deporte.

3. Cuando se busca cerrar ciclos

Mediante esta técnica el terapeuta puede conseguir que el sujeto cierre algunos ciclos negativos que lo mantienen anclado a determinadas situaciones del pasado y que no le permiten un desarrollo adecuado en los aspectos de su vida diaria.

Rupturas de pareja, la pérdida de algún empleo, la partida de los hijos, entre otros procesos de duelo, son frecuentes en los tratamientos que utilizan la imaginería. Por lo general, cuando las personas se resisten a cerrar algunos ciclos en sus vidas, es porque evaden las situaciones por completo, incluso hasta el punto de no pensar de manera consciente en ellas.

Para conseguir que nuestro paciente consiga cerrar ciclos de manera adecuada se debe tener tacto en el momento de traer la visualización a la mente del sujeto; de lo contrario podrían existir algunas resistencias bastante inconvenientes durante el proceso.

A veces será necesario conseguir que la persona imagine a otra con la cual haya tenido una fuerte discusión, o incluso a alguien que ya no esté con vida, todo con el objetivo de tener una despedida adecuada para llegar al cierre de ciclo deseado.

Pasos a seguir durante el proceso

En las próximas líneas daremos un repaso de las pautas a seguir cuando se aplica la imaginería.

1. Establecimiento del rapport

Este aspecto es fundamental para el éxito de cualquier proceso terapéutico, particularmente cuando aplicamos la imaginería guiada. Resulta clave para conseguir que el sujeto confíe en nosotros como terapeutas y permita que le demos las orientaciones necesarias durante el proceso.

El rapport se refiere al grado de confianza que logra establecer el terapeuta con su paciente; por lo general se consigue durante las primeras sesiones de consulta, antes de comenzar con la aplicación de cualquier técnica.

2. Tener el motivo real de la consulta

El motivo real se refiere a la verdadera causa por la que el sujeto asiste a consulta. Es común que al principio el motivo que indique no sea el que realmente le afecta.

Es labor del terapeuta identificar cuál es el verdadero motivo y trabajar en base a él. En el momento de aplicar la imaginería ya debemos conocer tanto el motivo aparte como el motivo real del caso.

3. Entrevista previa

Es importante haber realizado una entrevista previa con el sujeto que pueda aportar información significativa de sus rutinas diarias, con la finalidad de usar esa información durante el proceso de guía.

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  • Pérez-Álvarez, M. (1996). La psicoterapia desde el punto de vista conductista. Madrid: Biblioteca Nueva.

Graduado en Psicología por la Universidad Bicentenaria de Aragua, Venezuela. Diplomado en Psicología Criminal por la Universidad de Carabobo, Venezuela. Redactor en temas de psicología.

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