Frustración. Tristeza. Dolor. Angustia. Esas son solo algunas de las emociones por las que atraviesa una persona que se retira de su entorno laboral tras sufrir un problema de salud inesperado.
Es un golpe que llega sin aviso y que suele doler muchísimo. Además, descoloca, porque nadie está preparado para soltar su rutina, sus planes o su espacio laboral de un día para otro. No es fácil, lo sabemos, pero se puede atravesar.
Hoy vamos a hablar de lo que significa pasar por esto, cómo afecta a la mente y qué cosas prácticas pueden ayudar a sobrellevarlo con un poco más de calma.
Cuando dejar el trabajo no es una opción sino una obligación
Renunciar por decisión propia es duro, pero cuando el cuerpo o la mente dicen “hasta aquí”, la sensación es diferente.
No se trata solo de perder un ingreso, también se siente como perder una parte de uno mismo. El trabajo da ritmo a los días, da contacto con otras personas y en muchos casos también da identidad.
La pandemia dejó en claro algo: el bienestar emocional importa más que cualquier beneficio económico. Hoy, muchas personas se plantean dejar un empleo si la carga emocional o física se vuelve demasiado pesada. Sin embargo, la mayoría de las empresas todavía no están listas para dar un verdadero apoyo en esos momentos.
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Cómo impacta en la salud mental
Cuando alguien deja su empleo por un tema de salud, lo que aparece no es solo el miedo al futuro económico, también aparece la sensación de vacío. Se rompe una rutina y, con ella, la seguridad de lo conocido. Hay tristeza, porque se suelta un espacio que daba sentido, y también miedo, porque no se sabe qué sigue después.
En psicología hablamos de “duelo laboral”, y tiene sentido, porque se pasa por etapas similares a las de cualquier pérdida importante. Ya sabes: la negación, el enojo, la tristeza y, con el tiempo, la aceptación. Aunque no siempre ocurre en el mismo orden. Además, entre medio pueden aparecer ansiedad, depresión y aislamiento social, porque se deja de tener ese círculo diario de colegas y actividades.
Además, surge la comparación con quienes siguen en su ritmo laboral. Esa sensación de “me estoy quedando atrás” puede afectar muchísimo la autoestima. Y muchas personas cargan con culpa, pensando que no resistieron lo suficiente. Pero es importante tomar en cuenta que cuando la salud marca un límite, no se trata de aguantar más, sino de escuchar al cuerpo y a la mente.
Qué hacer para atravesar este proceso
Sabemos que suena fácil decirlo, pero la forma en que se vive este momento puede cambiar mucho según las herramientas que uses. Aquí te damos diez recomendaciones pensadas para el día a día:
1. Reconoce lo que sientes
Darse permiso para sentir tristeza, enojo o frustración es un paso básico. Guardar esas emociones no las hace desaparecer.
2. Cuéntalo a quienes te rodean
No hace falta dar explicaciones largas, basta con compartir un poco de lo que sientes. Tener a alguien que escuche ya es un alivio.
3. Organiza nuevas rutinas si es posible para ti
El trabajo marcaba horarios, ahora puedes crear otros. Tener estructura da orden y evita que el día se sienta eterno.
4. Encuentra una vía de expresión
Escribir, pintar, cocinar, cantar o lo que sea que te dé espacio para sacar lo que llevas dentro. Eso ayuda un montón, aunque suene como algo simple.
5. Evita la comparación constante
Cada persona tiene su propio proceso. Mirar lo que hacen los demás con la idea de “yo no puedo” solo suma angustia.
6. Revisa tus finanzas con calma
Si cambia el ingreso, lo mejor es poner todo sobre la mesa y hacer ajustes. Saber exactamente con qué cuentas quita mucha ansiedad.
7. Apóyate en profesionales
A veces los amigos y familiares pueden ayudar un montón. Otras veces es necesario ir más allá y hablar con un psicólogo sobre cómo te sientes.
Lo que viviste no es cualquier cosa; puede ser muy doloroso. Así que tener a alguien que te acompañe en ese proceso que sientes que nadie más entiende puede ser de gran ayuda para recuperar tu vida.
8. Mantén vínculos con tu red laboral y social
Aunque ya no estés en el puesto, seguir en contacto con colegas y amistades que aprecies evita que el corte sea tan brusco.
9. Recuerda tus logros y aprendizajes
Haz memoria de lo que conseguiste en tu trayectoria. Eso reafirma tu valor y te recuerda que tu experiencia sigue contigo.
10. Ponte metas alcanzables
No necesitas planear toda tu vida en este momento. Basta con enfocarte en pasos pequeños que te den una sensación real de avance.
Para reflexionar un poco
Perder un trabajo por salud duele, y no hay que minimizarlo. Se siente un montón de cosas a la vez y a veces nos deja muy desorientados. Pero también es una oportunidad para poner la mirada en lo que de verdad importa. La vida laboral es solo una parte de lo que somos.

Froilan Ibáñez
Froilan Ibáñez
Psicólogo Clínico Educativo y pericial
Normalizar que la salud está primero abre la puerta a que los lugares de trabajo se vuelvan más humanos. Cada vez más personas deciden alejarse de ambientes tóxicos, y esa tendencia muestra que el bienestar emocional ya no se negocia.
Si estás pasando por algo así, recuerda lo importante que es cuidar de ti, ir paso a paso y no exigir más de lo que tu salud permite en este momento. Lo demás, con el tiempo, va tomando forma.


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