A lo largo de la Historia de la humanidad, la noche ha fascinado a los miembros de nuestra especie, y no es raro que durante milenios haya sido asociada a fenómenos mágicos; en muchas culturas, esas horas de oscuridad han servido de inspiración para todo tipo de relatos e historias fantásticas mediante las cuales se intentaba explicar la realidad, o al menos, las partes de esta que no podían ser entendidas debido al relativamente escaso desarrollo científico.
Sin embargo, para algunas personas, la noche puede ser un generador de profundo malestar, ansiedad, miedo irracional e incluso terror. En estos casos estamos ante un caso de nictofobia o miedo a la oscuridad.
Aunque sea más común entre niños y niñas, esta alteración emocional puede afectar a personas de todas las edades, y en los casos más problemáticos se hace necesario recurrir al psicólogo cuanto antes. Por ello, en este artículo nos centraremos en el fenómeno de la nictofobia en adultos, teniendo en cuenta que dicho malestar suele ser eclipsado por la importancia de su versión que ocurre en el periodo infantil.
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¿Qué es la nictofobia?
La nictofobia o miedo irracional a la oscuridad es un trastorno de ansiedad de tipo fóbico caracterizado por una serie de síntomas físicos y psicológicos que la persona experimenta cada vez que se encuentra en lugares poco iluminados, ya sea en su casa o en cualquier otro escenario.
El miedo a la oscuridad es un temor bastante común en los niños pequeños, que se presenta generalmente de los 2 a los 7 años; sin embargo, en algunas personas este trastorno puede empeorar y mantenerse durante la adolescencia y la edad adulta, permaneciendo como un trastorno fóbico, o puede incluso aparecer en personas adultas que durante los años anteriores no habían sufrido ese problema.
La aparición de la nictofobia puede deberse a una gran variedad de factores; algunos de los más habituales suelen ser experiencias traumáticas que hayan sucedido durante la noche o involucren escenarios oscuros, o bien un miedo a la oscuridad excesivo durante la etapa infantil que se mantiene. Sin embargo, no es necesario que esta clase de eventos hayan ocurrido. A veces, las fobias aparecen sin causa aparente (algo que se debe, en realidad, a una combinación de muchas causas de carácter más discreto que una experiencia traumática).
La nictofobia puede intensificarse por una gran variedad de catalizadores, entre los más frecuentes en los que puede encontrarse una persona con este trastorno destacan el hecho de tener que pasar la noche a solas, encontrarse en sitios oscuros de la ciudad, acudir al cine o bien al teatro donde las luces se encuentren apagadas, etc.
Síntomas
Como se ha indicado, la nictofobia presenta en la persona una serie de síntomas físicos y psicológicos de malestar que pueden afectar en mayor o menor medida a su salud tanto física como psicológica.
Los principales síntomas psicológicos de la nictofobia son los típicos del resto de fobias específicas; la ansiedad extrema, el malestar generalizado, los temblores, los mareos, la aceleración del pulos, los sudores fríos, la sensación de pérdida de control sobre el cuerpo, la aparición de creencias catastróficas, la sudoración, la agitación excesiva, el insomnio, o el bloqueo mental.
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Características de la nictofobia en adultos
El miedo a la oscuridad suele ser asociado al comportamiento infantil; ahora bien, si algo caracteriza a los miedos irracionales es precisamente que no dependen de los conocimientos de los que disponemos acerca de cómo funciona el mundo, y es por eso que también las personas adultas pueden sufrirlo a pesar de contar con mucha más información y experiencia que los pequeños.
En este sentido, hay dos aspectos que caracterizan a la nictofobia en personas adultas y que debemos añadir al resto de experiencias y síntomas que ya hemos visto. Por un lado, en estas personas lo más habitual es que, desde un punto de vista intelectual, sepan que técnicamente no corren peligro al estar a oscuras, al menos técnicamente; sin embargo, sienten que no están a salvo, más allá de lo que les dicte su lado más racional y analítico. Tanto es así que con el paso de los minutos suelen generar en su mente “excepciones” acerca de por qué las reglas según las cuales funciona la realidad no se aplican a su caso concreto.
Por otro lado, las personas adultas que sufren nictofobia se encuentran con el problema añadido de que les da vergüenza hablar de su problema, precisamente porque en el imaginario colectivo esa es una experiencia que únicamente viven los niños pequeños. Es decir, que probablemente si sufriesen cualquier otro tipo de fobia les daría menos reparos hablar de ello y reconocer que es lo suficientemente grave como para tener que ir a terapia.
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¿Cómo se trata la nictofobia en psicoterapia?
La nictofobia puede tratarse en psicoterapia por parte de un profesional cualificado, quien realiza en el momento inicial una entrevista personal previa acompañada, si se hace necesario, de una serie de pruebas psicológicas.
Una vez evaluado en profundidad el perfil del paciente y los niveles de miedo irracional que padece, el psicoterapeuta procederá a intervenir desde la terapia cognitivo-conductual, una de las más utilizadas ante los trastornos de ansiedad.
Esta manera de intervenir en pacientes permite ayudar a la persona afectada a cambiar sus pensamientos desadaptativos respecto a la oscuridad por otros más positivos que les permita darse cuenta de lo irracional del miedo que padece, y a la vez, le ayuda a desarrollar patrones de comportamiento que vayan en la misma línea de superación del miedo.
Además de eso, la intervención también puede incluir técnicas de relajación, técnicas de atención plena, técnicas de realidad virtual y la Técnica de Exposición o Desensibilización. Dichas técnicas permiten a la persona entrar en contacto de manera progresiva con la fuente de su miedo irracional hasta el punto en el que se acostumbre a estar en la oscuridad y sus síntomas se debiliten poco a poco.
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Ignacio García Vicente
Ignacio García Vicente
Psicólogo especializado en adultos
Mi nombre es Ignacio García y soy psicólogo especialista en la intervención en trastornos de ansiedad.