Las enfermedades de transmisión sexual o ETS son una pandemia mundial que ha afectado al ser humano desde hace siglos. La más conocida y preocupante en la actualidad es el VIH, que además no cuenta con cura conocida por el momento, pero no es la única ETS que existe.
Gonorrea o sífilis son también viejas conocidas de la humanidad (la segunda ha sido responsable de la muerte de un gran número de personajes históricos) si bien afortunadamente pese a ser altamente peligrosas hoy en día cuentan con tratamiento.
Pero tal vez la enfermedad de transmisión sexual más frecuente, y a la vez bastante menos conocida que las anteriores, es la clamidia. Es sobre esta última sobre la que vamos a hablar en este artículo.
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Clamidia: ¿qué es?
La clamidia o clamidiasis es, como hemos comentado anteriormente, una enfermedad de transmisión sexual (o infección de transmisión sexual) provocada por la infección generada por la bacteria Chlamydia trachomatis. Se trata de la ETS o ITS más común, estando presente en un elevado porcentaje de la población y en muchos casos existiendo de manera asintomática. Si bien es tenida por una venérea menor por la mayoría de la población, lo cierto es que puede acarrear severas consecuencias para quienes la padecen si no reciben tratamiento.
Esta infección puede producirse tanto en hombres como en mujeres en los genitales (uretra o útero), ano o garganta en función de la vía de contagio. Corren más riesgo de contraerla aquellas personas jóvenes, especialmente en el caso de mujeres, personas con parejas sexuales múltiples, que no utilicen preservativo o que hayan presentado anteriormente otra infección de transmisión sexual.
Se trata de un tipo de infección poco discutida a nivel social, siendo frecuente que las personas infectadas presenten síntomas (siendo este uno de los motivos por los que es más prevalente, ya que al no notar nada los infectados siguen propagando la enfermedad).
Asimismo, un aspecto a tener en cuenta es que la clamidia suele darse habitualmente junto a otras enfermedades de transmisión sexual, como la gonorrea, y al hecho de que facilita el riesgo de que quien la padece contraiga otra ETS, incluyendo el VIH.
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Principales síntomas y fases
Uno de los principales problemas de la clamidia es que en un elevado número de casos la infección es silente, no apareciendo síntomas notorios. Sin embargo ello no implica que la infección no avance, pudiendo generarles los mismos problemas de salud que al resto de la población si no son tratados.
En aquellos sujetos en los que la clamidia presenta síntomas, los síntomas difieren ligeramente entre hombres y mujeres.
En el caso de los varones es habitual que aparezca infección en la uretra entre una y tres semanas después del contacto sexual, manifestada a través de dolor al miccionar y la secreción de una sustancia lechosa (que puede ser blancuzca o transparente), especialmente por las mañanas. Dichas secreciones pueden llegar a impregnar y manchar la ropa interior. Puede existir inflamación en testículos y dolor en el pene. Si el sexo ha sido por vía anal u oral, la infección aparece en dichas zonas. En los ojos puede causar conjuntivitis.
En el caso de las mujeres, no es raro que existan alteraciones en el flujo en cuanto a temporalidad, cantidad o incluso coloración (amarillenta). Dicho flujo puede llegar a tener un olor fuerte característico. Suele aparecer dolor en el coito o la micción.
En resumen, tanto en hombres como en mujeres es habitual que aparezca dolor o escozor en el momento de orinar o de mantener relaciones sexuales, así como dolor ventral. No es infrecuente la presencia de secreciones lechosas en el pene de los varones o sangrados vaginales fuera de tiempo o flujo amarillento en el caso de las mujeres. En el caso de infección anal, oral u ocular no es raro que aparezca dolor, picor, secreciones, sangrados o inflamaciones en dichas áreas. Estas infecciones pueden generar episodios de fiebre.
El contagio de esta enfermedad
Algo muy frecuente en las enfermedades de transmisión sexual es el desconocimiento por parte de la mayoría de la población respecto a las vías de contagio que existen. En el caso de la clamidia, esta se transmite en la mayoría de casos a través del contacto sexual con una persona infectada, independientemente de que exista o no eyaculación.
La infección puede producirse cuando existe penetración vaginal o anal, así como también en penetración oral, sin ningún tipo de método de barrera (preservativo u otros métodos de barrera). Este último detalle es importante, ya que un gran número de personas desconoce el riesgo de infección por esta vía.
Además de este tipo de contacto, también puede producirse el contagio si semen o fluido vaginal entra en contacto con otras mucosas, como los ojos, al tocarse con las manos impregnadas de dichos fluidos. Asimismo la clamidia es una infección que puede llegar a contagiarse a un bebé durante el parto, en el caso de que la madre esté contagiada.
Otro tipo de contactos, como la aérea o la entrada en contacto con saliva en el caso de estornudos, besos o beber del mismo vaso no permite el contagio de esta enfermedad. Es importante también tener en cuenta que superar esta enfermedad no proporciona inmunidad ante ella, con lo que nuevos contactos sexuales con personas infectadas pueden generar una reinfección.
Consecuencias
Visto hasta este punto puede parecer que la clamidia no es una enfermedad excesivamente seria, pero lo cierto es que puede tener consecuencias muy relevantes para la salud y el bienestar personal, o incluso puede llegar a provocar la muerte en algunos casos.
Y es que la clamidia no tratada puede terminar generando enfermedad pélvica inflamatoria capaz llegar a provocar infertilidad, e incluso puede degenerar en un embarazo ectópico (en el que el óvulo fecundado se desarrolla fuera del útero y generalmente en las trompas de Falopio, algo que podría reventar dicha área y podría llegar a provocar la muerte por hemorragia interna) en el caso de las mujeres.
En el caso de transmisión a un feto durante el parto, la clamidia puede llegar a generar problemas de infecciones oculares e incluso neumonías en el pequeño, o incluso el nacimiento de bebés con bajo peso. También aumenta en gran medida la posibilidad de aborto.
Tratamiento
Uno de los motivos por los que la clamidia es a menudo infravalorada es el hecho de que a día de hoy tiene un tratamiento curativo que puede aplicarse con relativa facilidad. Sin embargo, este tratamiento va a curar la infección por clamidia pero no cualquier otro daño que haya provocado.
Principalmente el tratamiento de la clamidia se basa en la administración de antibióticos, existiendo diferentes modalidades (existe incluso una versión de una única dosis). El otro gran pilar que hay que tener en cuenta a la hora de erradicar esta enfermedad es la prevención: es necesario emplear preservativo o métodos de barrera cuando mantengamos relaciones sexuales vaginales, anales u orales cuando no estemos en una relación monógama o tengamos múltiples parejas sexuales.
Asimismo, es recomendable hacerse la prueba de vez en cuando si somos población de riesgo, si estamos planeando concebir o si existe un embarazo en marcha. En caso de infección hay que evitar mantener relaciones hasta haber concluido el tratamiento. La o las parejas sexuales también deberán tratarse aunque no manifiesten síntomas. Es recomendable hacerse la prueba alrededor de tres meses después de haberlo finalizado.
Referencias bibliográficas:
- Braunwald, E.; Fauci, A.S.; Kasper, D.L.; Hauser, S.T.; Longo, D.L. & Jameson, J.L. (2001).Harrison’s Principle of Internal Medicine.15th Edition. McGraw Hill.
- National Institute of Health (n.d.). Infecciones por clamidia. MedlinePlus. Disponible en: https://medlineplus.gov/spanish/chlamydiainfections.html
- Workowski, K.A.; Bolan, G.A. (2015) Centers for Disease Control and Prevention. Sexually transmitted diseases treatment guidelines. MMWR Recomm Rep.;64(RR-03):1-137