Los alimentos hipercalóricos son aquellos que están diseñados, como el mismo nombre indica, con multitud de grasas y carbohidratos. El objetivo es crear una especie de “adicción” en el consumidor que lo lleve a comprar compulsivamente este tipo de productos.
Este panorama alimenticio ha provocado en los últimos años un incremento considerable de los llamados “atracones de comida”, un trastorno bastante habitual en la actualidad. Este tipo de problema hace que la persona ingiera alimentos (preferentemente, altos en calorías) como válvula de escape a rumiaciones, problemas y/o ansiedad.
Por supuesto, lo que aparentemente es un alivio acaba convirtiéndose, con el tiempo, en un nuevo problema. El auge de este tipo de trastornos y los perjuicios que pueden conllevar en la persona afectada ha motivado el surgimiento de una serie de estrategias psicoterapéuticas que ayudan a lidiar con los atracones.
¿Qué son los atracones de comida y por qué son tan perjudiciales?
Como ya hemos comentado, los atracones de comida es la ingesta descontrolada de alimentos habitualmente hipercalóricos. Detrás de estos atracones no hay hambre o, más bien, no el tipo de hambre biológica y funcional que necesitamos para sobrevivir, sino la llamada “hambre emocional”.
¿Y qué es el “hambre emocional”? Se confunde con el hambre biológica, pero en realidad su base está en las emociones. Sentimos hambre emocional cuando notamos cierto malestar que no sabemos cómo paliar, por lo que lo achacamos a la falta de comida. En realidad, esa incomodidad está provocada por una incorrecta gestión de las emociones.
Una de las principales características que permiten distinguir la ingesta de alimentos por necesidad biológica de algo fruto de la ansiedad es el tiempo que se usa para comer. Generalmente, cuando la ingesta se produce en poco tiempo estaríamos hablando de hambre emocional. Así, la persona entra en un círculo vicioso donde no reconoce el origen psíquico del malestar que siente, lo que le lleva a visitar la nevera una y otra vez para acabar con la incomodidad.
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Un caso grave: el Trastorno por Atracón
Si la ingesta compulsiva llega a un caso extremo, estaríamos hablando del Trastorno por Atracón.
¿En qué consiste esta psicopatología? Como ya hemos comentado, se trata del hambre emocional llevada al extremo, en que la persona afectada siente unas ansias irrefrenables de consumir alimentos, aun cuando su cuerpo esté nutritivamente saciado. Las consecuencias, además de físicas (problemas de salud y de malnutrición) pasan por la incapacidad de salir de la rueda, lo que genera todavía más malestar emocional en la persona. En estos casos, es imprescindible acudir a terapia.
Algunos de los síntomas del Trastorno por Atracón son:
- Dificultad para discernir si se ha tenido hambre hasta después de la ingesta masiva de comida.
- Comer a gran velocidad, sin apenas masticar ni disfrutar del sabor del alimento.
- Pueden aparecer sentimientos negativos, como asco y culpa, tras el atracón.
- La persona puede llegar a esconder la comida para ser ingerida a escondidas, pues así se siente libre del juicio de los demás.
Es importante destacar que, a diferencia de la bulimia, no es común que la persona afectada por el Trastorno por Atracón realice conductas “compensatorias” después del acto compulsivo. Ambos son Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) pero, en el caso de la bulimia, el afectado suele inducirse el vómito o hacer ejercicio tras la ingesta de comida, con el objetivo de eliminar las calorías consumidas. Por ello, el Trastorno por Atracón está más ligado al sobrepeso y a la obesidad.
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¿Cuáles son las herramientas del terapeuta para los atracones de comida?
Ya hemos comentado cómo los atracones de comida están generados por una mala gestión de las emociones. Esta mala gestión pasa por la interiorización de ciertos patrones de conducta altamente dañinos que, por suerte, pueden ser reelaborados en la terapia.
1. Aprender a identificar las emociones
Para que la persona afectada pueda distinguir qué es hambre real de lo que es fruto de sus vaivenes emocionales, es importante que el terapeuta le dé herramientas para conocer sus emociones.
Un método que se ha demostrado muy eficaz a la hora de distinguir y reconocer las emociones es anotar cómo nos sentimos en un diario; por supuesto, bajo la supervisión del terapeuta.
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2. Mejora de la autoestima
Los atracones de comida suelen ir acompañados por un aumento de peso que, en un mundo de cánones de belleza muy estrictos, puede llegar a perjudicar la autoestima del afectado. Por tanto, es fundamental que en terapia se enseñe al paciente, primero, a detectar las ideas sobre sí mismo que no son funcionales y, segundo, a sustituirlas por otras más beneficiosas. El objetivo de la reestructuración cognitiva es que el paciente aprenda a valorarse y respetarse y no entre en conductas de autocastigo.
3. Gestión del tiempo
Una correcta gestión del tiempo es crucial, puesto que muchas de las personas que sufren atracones de comida ingieren el alimento en momentos en que la cantidad de tareas pendientes les sobrepasa. En otras palabras, estas personas intentan paliar con la comida la incertidumbre que les provoca “no saber por dónde empezar”.
El terapeuta dará herramientas al paciente para que planifique correctamente su día a día. Esta organización evitará que la persona se estanque en dudas e indecisiones que le pueden llevar a la ingesta descontrolada.
Upad Psicología Y Coaching
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Centro de Psicología en Madrid
4. Ejercitar las técnicas de relajación
Las técnicas de relajación han demostrado ser altamente efectivas a la hora de tratar problemas relacionados con el estrés y la ansiedad. Este tipo de actividades ayudan al paciente a lidiar con los momentos de “crisis”, puesto que sustituyen el atracón y permiten que el estado emocional del paciente vuelva a su cauce.