El estrés es uno de los problemas psicológicos más prevalentes a nivel mundial. La gran mayoría de las personas presentarán en algún momento de sus vidas episodios de elevado estrés y ansiedad lo cual, en mayor o menor medida, repercutirá en su salud mental y física.
En efecto, el estrés y la ansiedad pueden provocar alteraciones a nivel físico aunque, en muchas ocasiones, ni los mismos afectados sepan ver la relación. Su estrés puede manifestarse en todo tipo de molestias intestinales, dolores, problemas coronarios...
Todos estos problemas están relacionados con una alta actividad de nuestro organismo con lo cual se nos ocurre una pregunta que va justo en la otra dirección, es decir, la “desactivación” ¿puede el estrés causar mareos? ¿Y pérdida de conciencia? Veámoslo a continuación.
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¿Es posible que el alto nivel de estrés produzca mareos?
El estrés es una emoción que nos pone en tensión, tanto física como emocionalmente. Este estado surge cuando percibimos una amenaza la cual puede poner en peligro nuestra integridad física y mental. Nuestro organismo se prepara para hacer frente a este potencial peligro, preparándose para emitir una de las dos siguientes respuestas: lucha o huida. El problema es que si el estrés se mantiene por mucho tiempo y, progresivamente, se convierte en ansiedad, puede pasar de ser una reacción adaptativa a un problema disfuncional.
El estrés, en caso de no ser debidamente reducido ni tampoco tratado, puede darnos muchos problemas físicos. Efectivamente, el estrés no únicamente nos tensa a nivel emocional, haciéndonos sentir preocupación, miedo o incluso tristeza y desesperación. El estrés puede transformarse en molestias intestinales, aceleración del latido cardíaco y la respiración, espasmos, sudoración y temblores.
Todos estos síntomas tienen una relación fácilmente visible con el estrés. Debido a la gran tensión que sometemos a nuestro cuerpo cuando nos encontramos en un estado estresante nuestro organismo responde poniéndose “al ataque”. Sin embargo, por sorprendente que pueda aparecer, es este mismo estrés el que puede hacer que emitamos una respuesta bien contraria a la de la lucha y la huida, haciéndonos perder nuestra capacidad de reacción e, incluso, la conciencia: los mareos.
Entendemos por mareo o vértigo psicógeno a un fenómeno psicosomático que aparece con mucha frecuencia, causado por someter al organismo a una muy elevada tensión. Cuando estamos estresados nuestro cuerpo invierte muchas energías en varias estructuras, especialmente el corazón, los pulmones y los músculos, lo cual hace que con el paso del tiempo y en caso de que no se haya reducido el estrés, la persona acabe agotando sus energías y, como resultado, se maree y desmaye.
Pese a que la relación entre cuerpo y mente es largamente conocida, en muchas ocasiones los médicos no contemplan como posible causa la ansiedad para explicar los mareos, centrándose única y exclusivamente en los aspectos puramente fisiológicos como puede ser alguna enfermedad en el sistema vestibular, el consumo de drogas o una lesión en el encéfalo. Todas estas causas deben ser las que primero se miren y traten en caso de haberlas. No obstante, en caso de que su causa sea desconocida, deberá plantearse la posibilidad de que haya un problema psicológico detrás de ellos.
En otras ocasiones sí que se plantea la posibilidad de que estos mareos sean debidos al estrés. Sin embargo, lejos de acudir a un psicólogo para que el paciente aprenda formas de gestionar su problemática se le receta ansiolíticos para reducir los síntomas pero no acabar con el verdadero problema. Esto hace que se corra el riesgo de que el paciente abuse de los fármacos y que, en caso de tener que finalizar con el tratamiento farmacológico, vuelvan a aparecer de forma muy intensa estos mareos.
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¿Cómo se producen?
A diferencia de los mareos asociados a consumo de drogas o por lesión neurológica, los mareos por estrés se pueden producir a dos factores: hiperventilación y presíncopes vasovagales.
La hiperventilación
Uno de los síntomas más evidentes cuando estamos estresados es la hiperventilación. Esta se da cuando respiramos de forma acelerada, lo cual hace que aumente el oxígeno en la sangre. Como resultado de ello puede dar a una sensación de asfixia, combinado con adormecimiento de las extremidades y, finalmente, produce el mareo y el vértigo.
Cuando estamos en pleno ataque de estrés podemos encontrarnos muy asustados, lo cual hace que respiremos todavía más rápido. Sin embargo, y por raro que pueda parecer, no hace falta ser consciente de que se está estresado para que se produzca la hiperventilación. Puede ocurrir que la persona lleve un buen rato respirando rápido puesto que, al estar estresada casi siempre, esto se ha convertido en un hábito. Como no se da cuenta de ello, no intenta calmarse y se incrementa las probabilidades de que se maree.
Presíncope vasovagal
El presíncope es la sensación de atenuación de la conciencia, aunque sin llegar a perderla del todo. Este síntoma no se debe confundir con la lipotimia, en la cual hay una pérdida leve del conocimiento.
Una situación que provoque hiperestimulación del nervio vago puede ocasionar una reducción de la frecuencia cardíaca y la dilatación de los vasos sanguíneos por la estimulación del sistema parasimpático. Al reducirse la frecuencia cardíaca, que está por debajo de los 60 latidos (lo normal es 60-100) llega menor cantidad de sangre al cerebro que, a su vez, implica menor cantidad de oxígeno al encéfalo y se produce pérdida de conciencia parcial o total.
Tratamiento
Por sí mismos los mareos por estrés o vértigos psicógenos no son peligrosos, aunque sí que se pueden vivir de una forma especialmente angustiante e, incluso, traumática. Pueden preceder a un ataque de pánico y hacer que la persona piense que se muere. Es por esto que es tan importante que la persona acuda a un psicólogo para tratar la ansiedad de base, aprender técnicas para gestionarla y estrategias para lograr tener un poco de control cuando se presenten estos mareos.
Como comentábamos antes, antes que nada es necesario que se haya confirmado que estos mareos no son debidos a problemas médicos, en especial lesiones cerebrales, problemas en el sistema vestibular o el consumo de drogas. Una vez confirmado que no se presenta ninguna problemática de este tipo, lo adecuado es acudir a terapia psicológica, explicando al psicólogo cómo es un día normal en la vida del paciente, qué aspectos le preocupan y en qué piensa cuando está sufriendo los mareos y ataques de pánico.
También se puede acudir al psiquiatra en caso de que sea necesario y si los mareos son todavía demasiado frecuentes e intensos. La vía farmacológica para tratar la ansiedad detrás de estos mareos son ISRS, sulpirida (antipsicótico), neurolépticos de baja potencia o algunas benzodiacepinas de vida media corta. Aun teniendo estas opciones farmacológicas, se debe entender que la ansiedad no es un problema que aparezca simplemente a causa de la desregulación de neurotransmisores como el cortisol y la histamina, sino porque el paciente tiene una vida sumamente estresante.
Por este motivo, tanto con como sin ayuda del tratamiento farmacológico, el paciente acudirá a psicoterapia en donde se le psicoeducará, preferiblemente con terapia cognitivo-conductual y tratamientos especializados en el abordaje de trastornos de la ansiedad. El paciente puede estar sufriendo trastorno generalizado de la ansiedad, trastorno de estrés postraumático o, incluso, fobia social, diagnósticos los cuales entre sus síntomas se encuentran los mareos.
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