El empleo nos da seguridad económica, estructuración del tiempo e identidad, aspectos los cuales desaparecen cuando vamos a parar al paro.
Al principio estar desempleado se puede ver de múltiples formas. Algunos lo ven como una especie de “vacaciones” mientras que otros están más preocupados pero, con el paso del tiempo, tiene serias repercusiones en nuestra visión de nosotros mismos y en nuestra salud.
A continuación profundizaremos en el tema de los efectos psicológicos del desempleo, las fases en las que van apareciendo y qué podemos hacer para contrarrestarlo.
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Los principales efectos psicológicos del desempleo, y sus síntomas
El trabajo es una parte fundamental en nuestras vidas. No únicamente nos aporta seguridad económica sino que, también, es considerado en muchas ocasiones una fuente de bienestar y equilibrio psicológico y social. Cierto que muchas personas ven trabajar como algo negativo pero realmente el empleo ejerce como un importante factor de protección para nuestra salud, puesto que nos da identidad, estabilidad económica y nos sirve para estructurar nuestro tiempo y sentirnos útiles y valorados.
Sin embargo, en algún momento de nuestras vidas nos tenemos que enfrentar a una situación de desempleo. Puede que sea porque nunca antes hemos tenido trabajo y estamos buscando lo que será nuestra primera experiencia profesional o también puede pasar que nos hayan despedido de nuestro anterior empleo introduciéndonos en la incertidumbre del paro.
Independientemente de cómo se haya llegado a la situación de desempleo si ésta se alarga en el tiempo la persona sin trabajo empezará a padecer una serie de transformaciones emocionales, psicológicas y sociales que no deben ser menospreciadas. De hecho, la salud de las personas desempleadas es más frágil que la de las personas con empleo, teniendo el doble de riesgo de sufrir problemas psicológicos como depresión, trastornos de la ansiedad y psicosomatización, además de verse su bienestar psicológica y autoestima reducidos.
Naturalmente, cada persona puede vivir la situación del desempleo de forma distinta. Cada uno es única en su forma de relacionarse con el mundo, teniendo diferentes recursos y siendo sus circunstancias variadas, además de que el apoyo social y familiar también puede variar. Aún así, si una persona desempleada no consigue encontrar trabajo por mucho tiempo tarde o temprano su salud mental se verá resentida, manifestando los graves efectos psicológicos del desempleo.
Fases de la pérdida de empleo
A voz de pronto, los principales efectos psicológicos del desempleo que podemos mencionar son la reducción de la autoestima, estrés, ansiedad y los sentimientos negativos en general como la desvalorarización, desesperanza, irritabilidad y apatía. Estos síntomas no se manifiestan al principio del desempleo, sino pasados unos cuantos meses siguiendo todo un proceso que conlleva varias fases.
Fase 1. El entusiasmo
Esta etapa dura aproximadamente los primeros seis meses desde que la persona pierde su empleo. Aunque con sorpresa y cierta incerteza, la persona intenta ver la mala noticia de su despido de una forma un tanto positiva, creyendo en sus posibilidades de encontrar un nuevo empleo y viendo esta etapa como un periodo de vacaciones. Miran el futuro con optimismo y ponen energía en buscar un nuevo trabajo. Sus expectativas son altas. Puede darse el caso de que atraviesen esta fase como una crisis pero que no es grave.
Aunque la persona mire con positividad su nuevo estado de desempleado esta nueva condición no es del todo asumida y mucho menos introducida como una característica de su identidad. Ve a esta situación como algo temporal, un impasse, algo que acabará arreglándose en breves. Igualmente se pueden manifestar algunos síntomas propios de una fase de crisis como humor cambiante, angustia, preocupación por el futuro, irritación e insomnio.
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Fase 2. El estancamiento
Esta etapa comprende entre los seis y los 18 meses desde que la persona perdió su empleo. La persona que no ha encontrado empleo en la primera etapa empezará a replantearse su situación, su valor como persona y evaluará sus expectativas intentando ver si eran poco realistas. Como aparecen la desmotivación y el desencanto por la nueva situación es normal que empiecen a reducirse las búsquedas activas de trabajo y se cambien las preferencias profesionales, buscando algo más a la desesperada.
Es aquí donde empiezan a agravarse los síntomas de crisis que pueden haber aparecido en la primera etapa. Además, muchas personas empiezan a sentir vergüenza o culpa por no encontrar empleo, y como consecuencia de ello se sienten muy irritables y nerviosas, a veces hasta agresivas.
Fase 3. La desgana
Esta tercera etapa va de entre los 18 y 24 meses desde que se perdió el trabajo. Aquí las personas empiezan a resignarse con su condición, introduciendo en su identidad la palabra “desempleado”. Su estado emocional tiende hacia la depresión, además de mostrarse sentimientos de inferioridad, apatía, desgana, desesperanza, fracaso y tristeza. La persona se siente como una auténtica fracasada por no encontrar trabajo ni porque nadie quiera contratarla.
Fase 4. La resignación total
Esta etapa empezaría unos 24 meses después de haber perdido el empleo. La persona lleva más de dos años sin encontrar nada nuevo y ha perdido toda esperanza de volver a trabajar, se resigna totalmente a ello. Ya no busca empleo puesto que lo considera una pérdida de tiempo, además de que hasta siente ansiedad por buscar y que le vuelvan a rechazar en una entrevista o directamente no le llamen pese haber entregado currículums por toda la ciudad.
La persona desempleada tiene un gran vacío en su interior, viéndose como menos valiosas que las personas que sí trabajan y, también, como que su antigua condición profesional, es decir, el nombre con el que se definía en relación a su profesión (p. ej., médico, carnicero, profesor...) ya no le define. Ya no es nada de eso, ahora es “Pedro el desempleado” o “María la sin trabajo”. Esto hace que se sientan frustradas crónicamente.
Además, cuanto más tiempo pasa menor sensación se tiene de que se será capaz de realizar el antiguo trabajo con el mismo empeño. Se tiene la impresión de que se están perdiendo facultades, de que la práctica que había ido mejorando con el paso del tiempo se ha perdido, que tendría que volver a esforzarse como cuando empezó de joven… y otras más impresiones que hacen que la persona se eche para atrás más todavía y no quiera buscar trabajo.
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Características psicológicas del desempleo
Una vez visto cómo el desempleo implica distintos problemas psicológicos en diferentes fases podemos entrar más a fondo en unas cuantas características de la ausencia de trabajo. Muchas personas desempleadas se sienten como si no las vieran, como si fueran invisibles y apartadas del sistema económico y social, puesto que en su sistema de creencias quien no trabaja no contribuye en la sociedad.
Otra característica del desempleo, que se puede dar nada más recibir la noticia del despido, es la confusión y la desorganización del tiempo. El trabajo nos impone unos horarios que, aunque no nos gusten, acaban dándonos estructura en nuestro día a día. Nos levantamos para ir al trabajo, vamos, trabajamos y volvemos a una determinada hora, teniendo unas pautas diarias de lo que hacer. En el momento en que nos quedamos desempleados estas pautas se pierden y nos desorientamos, corriendo el riesgo de que los días se nos pasen volando sin hacer absolutamente nada.
Otro fenómeno muy preocupante que se puede dar asociado al desempleo es que la persona vaya reduciendo su interacción social. Cuando trabajamos nos tenemos que relacionar con nuestros compañeros y jefe, lo cual, aunque no nos caigan bien, nos da cierta vida social. También ocurre que cuando se tiene empleo se sale con los amigos para desahogarse y se interactúa con la familia. Cuando una persona pierde su empleo puede sentir tanta vergüenza que abandone sus amistades, además de no querer hablar con su familia por estar muy insatisfecho con su situación, lo cual acaba resintiendo sus lazos.
¿Qué hacer?
Como hemos podido ver, cuanto más tiempo nos pasamos desempleados más se resiente nuestra salud mental. Pueden aparecer síntomas depresivos, ansiedad, irritabilidad y sentimientos de desesperanza y de no valer. En caso de que se den estos problemas se debe acudir a un psicólogo y también a algún profesional que nos ayude a encontrar trabajo y gestionar el paro. No nos debemos rendir y debemos seguir buscando porque, aunque puede que se haga de rogar, tarde o temprano algo encontraremos.
Lo primero es tomar una actitud activa ya desde el principio del desempleo. Podemos ver la nueva situación como una especie de vacaciones pero no en el sentido de vaguear, sino como un descanso. Aún así debemos tomar una actitud más positiva y activa, evitando efectuar una interpretación negativa de nuestro desempleo y teniendo claro que cuanto más busquemos más probabilidades tendremos de encontrar algo. Mientras buscamos algo podemos aprovechar para expandir nuestra formación y reciclarnos, haciendo que seamos más competitivos en el mercado laboral.
El desempleo es una situación pasajera y temporal. Cierto que las crisis económicas no han ayudado a encontrar trabajos rápidamente, y que la edad no es un factor que ayude tampoco, pero aún así no debemos rendirnos y hacer que la identidad “desempleado/a” arraigue en nuestra mente. Cuanto más nos movamos más acortaremos esta situación y, si no estamos viendo la luz al final del túnel, siempre podremos plantearnos qué otras opciones laborales tenemos.
Finalmente, y como aspecto casi más importante que los anteriores, debemos organizar nuestro tiempo. Como decíamos perder el empleo hace que nos queden muchas horas vacías a lo largo de todo el día, lo cual es una situación amarga pero ahora que tenemos tiempo libre lo podemos aprovechar. Ha llegado el momento de dedicarnos a nosotros mismos, haciendo nuestras aficiones, practicar deporte, cuidarnos y formarnos. Es especialmente útil asignar una franja horaria para buscar ofertas de trabajo diariamente.
Referencias bibliográficas:
- Paul, Karsten & Moser, Klaus. (2009). Unemployment Impairs Mental Health: Meta-Analyses. Journal of Vocational Behavior. 74. 264-282. 10.1016/j.jvb.2009.01.001.