Los ataques de pánico pueden ser experiencias muy intensas y algunas personas sienten miedo de poder morir durante ellos. Este miedo puede aumentar todavía más la ansiedad experimentada y empeorar el ataque de pánico. El miedo a morir es un síntoma muy común en los ataques de pánico, así que, para disipar toda preocupación, la respuesta rápida es no; no puedes morir de un ataque de pánico.
Antes de entrar en materia, dejemos claros algunos mitos. Ni puedes morir de un ataque de pánico, ni puedes tener un ataque al corazón, ni te puedes ahogar. También es muy poco probable sufrir un desmayo, ya que la presión arterial aumenta y los desmayos normalmente se dan por caídas de presión. En este artículo vamos a hablar sobre qué son los ataques de pánico, qué los causan y qué podemos hacer cuando experimentamos uno, además de explicarte en más detalles por qué no puedes morir de un ataque de pánico. Esperamos que te sirva para entender la ansiedad y aprender a actuar en estos casos tan intensos.
¿Qué es un ataque de pánico?
Un ataque de pánico es un episodio repentino de miedo y ansiedad intensos, que provoca reacciones físicas graves. Muchas personas únicamente experimentan ataques de pánico una o dos veces en toda su vida, y el problema suele desaparecer al resolverse una situación estresante o que ha provocado ansiedad. Los ataques de pánico en sí mismos no ponen en riesgo tu vida, pero sí pueden provocar mucho miedo y, cuando se prolongan en el tiempo, afectar significativamente tu calidad de vida.
Los ataques de pánico normalmente comienzan de forma súbita, sin indicadores o advertencias de su presencia. Además, pueden aparecer en cualquier momento; conduciendo tu coche, en el cine, mientras duermes o en una reunión de trabajo. Se han clasificado los ataques de pánico como ocasionales o frecuentes.
Entre los síntomas principales se encuentran la sensación de peligro inminente, el miedo a perder el control o la muerte, presencia de taquicardias y palpitaciones, sudores, temblores, náuseas, opresión en la garganta, dolor en el pecho y en la cabeza, mareos… El que se considera el peor aspecto de los ataques de pánico es el miedo intenso a que vuelvan a aparecer; esto puede hacer que empieces a evitar situaciones o lugares en los que sientes que te podría ocurrir.
Es importante diferenciar los ataques de pánico del trastorno de pánico. Este se diagnostica cuando, tras un ataque de pánico le siguen la preocupación persistente por sufrir otro ataque o el desarrollo de conductas que eviten la posibilidad de estos ataques; ambos prolongados durante más de un mes.
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¿Por qué se producen los ataques de pánico?
Los expertos no consiguen proponer una causa concreta para los ataques de pánico. Hay muchos factores a tener en cuenta siempre que hablamos de sintomatología relacionada con la salud mental. Pueden influir la genética, altos niveles o episodios de estrés, tener un carácter más sensible al estrés o que se inclina a las emociones negativas o, incluso, cambios estructurales o fisiológicos en el funcionamiento cerebral.
El cuerpo genera reacciones y respuestas naturales al estrés o al peligro; se acelera el corazón, se respira más rápido y se da una descarga de energía. Esto es lo que se conoce como respuesta de lucha o huida, nos prepara para afrontar o huir de un peligro. En los ataques de pánico se produce esta respuesta cuando no hay un peligro.
Entre otras causas, los ataques de pánico también pueden aparecer por problemas cardíacos o respiratorios, depresión u otros trastornos del estado de ánimo, abuso de alcohol u otras sustancias o uso de ciertos medicamentos. Los motivos que más suelen resonar con las personas que experimentan ataques de pánico es la presencia de estrés en diferentes aspectos de la vida y de manera prolongada durante mucho tiempo, o el miedo a sufrir otro ataque de pánico después de experimentarlo una vez.
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¿Qué pasa en nuestro cuerpo durante los ataques de pánico?
Para entender la sintomatología de los ataques de pánico descrita anteriormente y reafirmarnos en que un ataque de pánico no nos puede matar, haremos un repaso sobre las reacciones fisiológicas y psicológicas de nuestro cuerpo al experimentar un ataque de pánico.
Como hemos visto, los ataques de pánico suelen empezar de repente. Puede ser comenzar a sentir algo desagradable, como por ejemplo una aceleración de la frecuencia cardíaca, seguida de intentos por reprimirla, ya sea porque no te gusta sentirla o porque se ha activado tu miedo a estar teniendo un comienzo de ataque de pánico.
1. El control nos descontrola
Estos intentos de controlar las sensaciones desagradables, que normalmente se dan de forma inconsciente, fracasan. Entonces, cuanto más se intenta reactivar este control, más se pierde, por lo que aumenta esta sensación; por ejemplo, el aumento de la frecuencia respiratoria. Esta respuesta es la primera reacción fisiológica del organismo en situaciones de estrés, de forma inconsciente y sin necesidad orgánica para ello.
Que aumente la frecuencia respiratoria hace que se reduzcan las reservas de anhídrido carbónica, un compuesto que fluye desde la sangre hasta los alvéolos para ser eliminado por los pulmones. Básicamente, se genera un desequilibro ácido-base a nivel hemático y el organismo activa diferentes mecanismos para protegerse y volver al equilibrio. Entre estos mecanismos se encuentra la constricción de los vasos sanguíneos y el broncoespasmo, una contracción anormal del músculo que recubre los bronquios. Esto es lo que provoca los síntomas clásicos del ataque de pánico: dolor de pecho, dificultad para respirar, sensaciones de desmayo…
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2. Un círculo vicioso
Si no fuésemos conscientes de las reacciones fisiológicas de nuestro cuerpo, los ataques de pánico no sucederían porque los organismos se reequilibrarían y no nos daríamos cuenta. Darnos cuenta de esta reacción fisiológica y sufrir sus efectos es lo que nos hace, de nuevo, intentar bloquearlos o controlarlos sin éxito.
No conseguir bloquear estas sensaciones tan negativas produce todavía más agitación y, cuanto más se experimenta el miedo, más necesidad tiene el organismo de restablecer su equilibrio. Esto es lo que lo convierte en un pico del ataque de ansiedad.
3. Activación del sistema parasimpático
Todas estas reacciones fisiológicas que hemos comentado hacen referencia a la activación del sistema simpático, una división del Sistema Nervioso Autónomo que está implicada en el gasto de energía durante situaciones de estrés o emergencia, produciendo la mencionada previamente respuesta de lucha o huida. Esta activación también produce la segregación de hormonas como cortisol o adrenalina, que facilitan la adaptación a la respuesta fisiológica que experimenta nuestro cuerpo.
4. Final del ataque de pánico
Normalmente, los ataques de pánico duran menos de 30 minutos; al igual que tienen un principio, tienen también un final. Normalmente, el pico de ansiedad que se va a experimentar en un ataque de pánico se da aproximadamente 10 minutos después de que dé comienzo. Otro mito a desmentir es que los ataques de pánico pueden durar días; esto no es cierto, pero es normal que durante su prolongación se tengan sentimientos relacionados con el miedo a que se prolongue para siempre, lo que retroalimenta toda esta respuesta fisiológica y ansiedad experimentadas.
Básicamente, esta respuesta de lucha o huida tiene una duración determinada, y cuando el cuerpo consigue el equilibrio fisiológico que se estaba buscando, acaba también el ataque de pánico. Es normal que cuando acabe se tengan sensaciones de cansancio, ansiedad o fragilidad.
Y es que el ataque de pánico termina, pero el miedo o ansiedad producidos no. Es entonces cuando se puede dar el miedo a volver a experimentarlo, relacionando la posibilidad de sufrirlo con diferentes estímulos, lugares o incluso personas.
¿Cómo se tratan los ataques de pánico?
El tratamiento psicológico que normalmente se presenta como el más efectivo en el caso de los ataques de pánico se enmarca dentro de la corriente terapéutica cognitivo-conductual. Mediante esta terapia y siguiendo técnicas como la exposición, las personas que sufren estos ataques pueden aprender a exponerse paulatinamente a estos entornos asociados con el ataque de pánico, para poder abandonar las estrategias o conductas de evitación y volver a vivir una vida con normalidad y alejándose del miedo a sufrir ataques de pánico.
No puedes morir de un ataque de pánico
En conclusión a la pregunta inicial: no, no podemos morir por un ataque de pánico. Como hemos visto, los ataques de pánico son reacciones fisiológicas con un inicio y un final definido y una vez hayan dado comienzo, es complicado evitarlas o controlarlas sin un bagaje terapéutico previo.
Si has tenido ataques de pánico previamente y estás desarrollando miedo a volver a experimentarlos o conductas de evitación a estímulos que has relacionado con ellos, la mejor recomendación que te podemos hacer es recurrir a asesoramiento psicológico. Mediante la terapia y las técnicas que puedas poner en práctica, aprenderás a exponerte a estas situaciones, a evitar el miedo e incluso técnicas de relajación que te puedan ayudar a evitar la aparición de la reacción del ataque de pánico cuando te encuentres en situaciones que sientas que lo pueden activar.