La terapia cognitiva es un tipo de psicoterapia que sugiere que los sentimientos y comportamientos de las personas se ven afectados por la forma en que organizan las ideas y creencias mediante un marco de interpretación de la realidad, y por su análisis en términos de significado.
Ahora bien, dentro de esta premisa hay mucho espacio para desarrollar estrategias terapéuticas distintas, y los modelos cognitivos integradores de pensamiento para el tratamiento de los trastornos mentales han avanzado ampliamente desde su creación. Durante los últimos 20 años, ha quedado claro que los modelos terapéuticos no pueden permanecer estáticos. Las personas requieren tratamientos que respondan a las nuevas demandas de la sociedad; por lo tanto, son necesarias terapias específicas del contexto.
Dentro de este escenario, las terapias contextuales -o de tercera generación- ofrecen una nueva perspectiva sobre la representación y tratamiento de los trastornos mentales, o mejor dicho, de los problemas psicológicos en general. En este artículo analizamos detalladamente la terapia contextual, sus orígenes y principales tipos.
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¿En qué consisten las terapias contextuales?
Las terapias contextuales, también llamadas de tercera generación, examinan el comportamiento de las personas en el contexto en el que se encuentran en lugar de separarse de él. Esto significa examinar lo que una persona valora, lo que dice y cómo lo dice e incluye también analizar el comportamiento verbal de cada uno a la hora de interactuar con los demás.
Al comprender cómo el contexto afecta al comportamiento, los psicoterapeutas pueden predecir mejor la conducta del paciente y proporcionar terapias de tratamiento más efectivas.
La terapia contextual busca una comprensión del significado que se halla detrás de las emociones, acciones y pensamientos de las personas, incluyendo el contexto como parámetro. También estudia la evolución de la conducta con la interacción.
Las terapias de tercera generación brindan una nueva perspectiva para comprender los trastornos psicológicos y su tratamiento. Algunos autores afirman que estas terapias son descendientes directas del conductismo radical de B. F. Skinner, según el cual la conducta humana no responde directamente a la asociación estímulo-respuesta, sino que el origen de todo comportamiento se encuentra en el efecto que los actos tienen sobre el propio sujeto, y esto incluye la noción de contexto.
Sin embargo, estar de acuerdo con esta afirmación sería demasiado reduccionista porque implicaría que los postulados de las terapias de tercera generación son los mismos que los de Skinner. En cambio, es más exacto decir que las terapias contextuales derivan de las ideas de Skinner, aunque presentan ciertas divergencias importantes.
Las terapias de tercera generación incluyen hallazgos de la ciencia básica, que han demostrado resultados en el ámbito psicoterapéutico, para poder determinar el efecto del contexto y sus elementos en la conducta. Las intervenciones psicoterapéuticas examinan las diferencias entre la “realidad” y “la realidad construida” por cada persona. Las terapias que incluyen este enfoque son parte de una nueva forma de pensar y permiten considerar muchas otras líneas terapéuticas distintas de las clásicas.
La terapia contextual tiene una gran carga filosófica: se centra en gran medida en temas como la justicia, el perdón, la moralidad y la ética. También incluye la curación a través de las generaciones, la reconciliación y el reconocimiento. El objetivo de la terapia contextual es conciliar estos aspectos que se encuentran en disonancia y dirigirlos hacia una cura, bien sea del dolor emocional que provocan, o para mejorar la relación del paciente con los demás y el mundo que le rodea.
El término “contextual” se refiere a todas las personas y cosas involucradas en el proceso. Además del paciente, estos incluyen todas las partes relevantes y sus interacciones. En la terapia se consideran cuatro aspectos de la interacción contextual: los hechos, la psicología individual, las interacciones conductuales y las consideraciones éticas relacionadas con las relaciones.
Existen muchos exponentes de las terapias contextuales o de tercera generación, pero a continuación presentamos los más extendidos. Los principales modelos terapéuticos incluyen:
- La terapia de aceptación y compromiso (ACT)
- La terapia dialéctico-conductual (DBT).
- La psicoterapia analítica funcional (FAP)
- La terapia basada en Mindfulness
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Los orígenes de la terapia contextual
Con el fin de dar una solución científica y objetiva a los trastornos mentales, apareció la psicoterapia basada en el modelo lógico positivista. Este método de tratamiento tenía como objetivo curar los trastornos mentales aplicando el método científico.
Esta forma de entender los problemas mentales rompe con la idea aceptada -hasta entonces- de que estos se formaban únicamente en la mente de los individuos “enfermos”. La psicología comienza a interesarse no solo por lo individual, sino también por lo relacional, incluyendo el contexto. El trabajo de Martin Buber -inspiró los mayores avances en este sistema de creencias-, introdujo en el campo de la filosofía la idea de que la realidad se compone de relaciones.
Debido a la creciente creencia en la naturaleza relacional de la vida, en los años 50, se iniciaron una serie de terapias conjuntas con niños psicóticos con la participación de la familia cercana. Antes de esto, las terapias individuales eran comunes. Sin embargo, ya se habían reconocido sus límites, particularmente en pacientes psicóticos.
En 1957, el Instituto de Psiquiatría de Filadelfia puso en marcha un proyecto de investigación sobre terapias familiares dirigido por Boszormenyi-Nagy y su equipo. Boszormenyi-Nagy es considerado el padre de la terapia contextual. Su obra enfatiza la unión esencial de las generaciones, los procesos de la psique y las relaciones interpersonales.
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Las principales terapias contextuales
La terapia contextual o de tercera generación es la forma más común de terapia aplicada. Su conocimiento basado en la ciencia se aplica a casi todos los aspectos de la vida. Existen muchos tipos de modelos; a continuación recogemos los exponentes principales, debido a su eficacia y su aplicación extendida dentro de la comunidad terapéutica.
1. Terapia de aceptación y compromiso (ACT)
La terapia de aceptación y compromiso (ACT) es el modelo más extendido dentro de los ejemplos relacionales. Es una forma de intervención que busca definir los valores personales de la persona y aceptar los acontecimientos. Este enfoque está respaldado por una amplia teoría filosófica que sirve como base para este tipo de psicoterapia y su marco teórico.
Los humanos tenemos la capacidad de ser conscientes de nuestros pensamientos, emociones, recuerdos e imágenes en el momento presente. A partir de la aceptación en el momento presente, podemos decidir actuar de acuerdo con nuestros valores. Reconocer la capacidad y elegir actuar en el ahora, son los objetivos de la terapia de aceptación y compromiso. Al someternos a nuestros valores y aceptar lo que nos sucede, la terapia de aceptación y compromiso permite aumentar nuestra flexibilidad psicológica. Esto incluye participar o detener acciones que son incómodas sin estrés adicional.
En la terapia de aceptación y compromiso el lenguaje tiene un papel fundamental. En el lenguaje se originan la mayoría de los problemas psicológicos, este enfoque lo usa para recontextualizar los acontecimientos, y para comprender el significado y la razón de las vidas de los pacientes. Busca descubrir lo que cada individuo considera importante y fomentar compromisos con los cambios de comportamiento necesarios.
En resumen, terapia de aceptación y compromiso sugiere aceptar las circunstancias de la condición humana y conectarse con el momento presente. A través de esto, podemos tomar acciones que nos lleven a una vida mejor de una manera que nos satisfaga.
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2. Terapia dialéctico-conductual (DBT)
La terapia dialéctico-conductual tiene como objetivo principal reducir los pensamientos y comportamientos autodestructivos de los pacientes, Y se desarrolló para tratar sobre todo el trastorno límite de la personalidad. Este método enseña habilidades psicosociales y utiliza elementos de la teoría de comportamiento cognitivo para aliviar el dolor emocional, realizar comprobaciones de la realidad y mantener la plena conciencia, a la vez que promueve la tolerancia.
Las terapias dialéctico-conductuales han demostrado ser el tratamiento más efectivo para pacientes crónicos con pensamientos suicidas, trastornos del estado de ánimo, drogodependientes y víctimas de abuso.
3. Psicoterapia analítica funcional (FAP)
La psicoterapia analítica funcional se centra en la relación psicoterapéutica. Dentro del contexto clínico, esta terapia se focaliza en la relación del paciente con su terapeuta y las oportunidades de aprendizaje que surgen dentro de las sesiones. Dónde se identifican los progresos comportamentales relacionados con el problema del paciente junto con las variables clínicas relacionadas con su relación individual con el problema.
En el marco de este modelo de terapia, cambiar ciertos comportamientos depende de la estrecha relación que se crea entre paciente y terapeuta. Este vínculo también permite que los pacientes aumenten o disminuyan sus comportamientos durante el curso del tratamiento.
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4. Terapia basada en Mindfulness
El concepto de presenciar el momento presente está en el centro de una de las terapias recientes más difundidas. La atención plena consiste en convertirse en un simple espectador de lo que sucede, aceptando y no tratando de controlar los acontecimientos.
La teoría sugiere que necesitamos aceptar radicalmente el momento presente. Incide en que debemos seleccionar activamente nuestras experiencias, incluso si son insatisfactorias o dolorosas, esto nos permite operar en el aquí y el ahora. También nos ayuda a evitar que los pensamientos sobre el pasado o el futuro se apoderen de nosotros y nuestra mente para poder decidir en el momento actual.
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