La agorafobia es uno de los trastornos de ansiedad que mejor define la esencia de este conjunto de psicopatologías, ya que hace que perdamos el control de la situación ante la previsión de vernos en una situación en la que no tenemos el control; dicho de otro modo, produce un fenómeno llamado “profecía autocumplida” mediante el cual la ansiedad llama a más ansiedad, y terminamos metidos en un círculo vicioso de angustia y miedo del cual es complicado salir sin disponer de ayuda profesional.
Afortunadamente, la terapia cognitivo-conductual ha demostrado ser muy eficaz ante los casos de agorafobia, de manera que hoy en día es posible dejar atrás esta alteración en cuestión de meses asistiendo al psicólogo. Veamos cómo funciona este tipo de psicoterapia.
¿Cuáles son las principales características de la agorafobia?
Como he adelantado, la agorafobia es una psicopatología clasificada dentro de la categoría de los trastornos de ansiedad según los manuales diagnósticos más usados por los psicólogos clínicos. En concreto, se expresa a través de una rápida e intensa subida de los niveles de ansiedad en situaciones que son percibidas como amenazantes porque en caso de necesitar ayuda no sería fácil escapar de ellas o contar con la ayuda de alguien, cuando en realidad esas experiencias no entrañan un peligro real. Es decir, que la persona asume estar en riesgo a pesar de que objetivamente no hay motivos para asumir que se esté exponiendo a un peligro; aparece una percepción muy sesgada y pesimista de la realidad, basada en la ansiedad anticipatoria.
Así, las personas con agorafobia tienden a experimentar estos síntomas al estar en lugares amplios y en los que por un motivo u otro tendrían problemas para salir físicamente del lugar o contar con apoyo externo, como por ejemplo plazas, avenidas, o incluso aparcamientos o grandes salas de exposición. Aunque se ha extendido mucho la idea de que la agorafobia es el miedo a los espacios abiertos, en realidad lo que preocupa a estas personas no es el lugar en sí, sino las implicaciones de este en caso de estar ahí y encontrarse en una situación de emergencia, como por ejemplo el hecho de sufrir un ataque de ansiedad tan intenso que le impida moverse o respirar bien, o el tener un ataque al corazón. Como veremos, este tipo de pensamientos irracionales están en el foco de la intervención con terapia cognitivo-conductual para la agorafobia.
Tal y como ocurre con el resto de fobias, esta psicopatología presenta estados latentes, por un lado, y de expresión directa de los síntomas en momentos de crisis, por el otro. Eso significa que en las situaciones de mayor malestar, que son aquellas en las que la ansiedad sube en cuestión de segundos, aparecen alteraciones como los temblores y la tensión muscular, la respiración agitada, la subida del ritmo cardíaco, las náuseas, los mareos, la sensibilidad a los estímulos y la incapacidad para concentrarse, mientras que incluso cuando esto no ocurre, el trastorno hace que la persona no pueda llevar una vida normal debido a los patrones de comportamiento basados en la evitación de ciertos lugares y situaciones.
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¿Cómo funciona la terapia cognitivo-conductual para pacientes con agorafobia?
La terapia cognitivo-conductual tiene como objetivo intervenir tanto en los patrones de conducta objetivables (es decir, directamente observables tanto por el paciente como por el resto de personas de su entorno) como los procesos psicológicos internos, especialmente aquellos elementos conocidos como cogniciones: maneras de pensar, sistemas de creencias, etc. Así, tiene una doble vía de acción: influye tanto en las rutinas de interacción con el entorno y con el resto de personas, y también afecta al modo en el que la persona se relaciona con su manera de pensar y de interpretar la realidad.
Teniendo en cuenta esto, veamos cuáles son las funciones de la terapia cognitivo-conductual ante casos de agorafobia.
1. Psicoeducación
Como la manera de pensar influye en la manera de comportarse, en la consulta del psicólogo se llevan a cabo tareas de psicoeducación, consistentes en informar al paciente acerca de las características del problema que tiene y en ayudarle a desprenderse de ciertos mitos sobre la salud mental que podrían haber estado dañando su calidad de vida.
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2. Reestructuración cognitiva
Mediante la reestructuración cognitiva se enseña a la persona a detectar las creencias que ha interiorizado y que además de ser poco razonables, contribuyen a mantener en funcionamiento el trastorno. Por ejemplo, creencias generadoras de una baja autoestima o que llevan a exagerar el grado de peligrosidad de ciertas situaciones inofensivas.
3. Exposición controlada
No es posible superar la agorafobia si el paciente no aprende a enfrentarse a las situaciones que ha aprendido a temer mediante dinámicas psicológicas disfuncionales. Por eso, otra de las maneras en las que la terapia cognitivo-conductual se aplica en el tratamiento de la agorafobia consiste en entrenar a la persona en el afrontamiento de lo que le hace manifestar los síntomas, a la vez que sigue las indicaciones del psicólogo y lucha contra las ganas de evitar lo que le da miedo.
Para ello se aplican estrategias de exposición controlada a los estímulos ansiógenos, empezando por los más fáciles y terminando por los más difíciles de gestionar, o incluso se puede optar por usar la desensibilización sistemática, en la que la persona se expone a estímulos relajantes a la vez que afronta lo que le produce miedo.
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4. Técnicas de relajación para mitigar la ansiedad
En la consulta del psicólogo también es posible aprender técnicas de relajación útiles que contribuyen a mantener los niveles de ansiedad algo más bajos, algo útil para mejorar la calidad de vida de la persona y solventar algunos problemas del sueño asociados a los trastornos de ansiedad.
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Diego Rojo & Equipo
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Psicólogo Cognitivo Conductual
Mi nombre es Diego Rojo y atiendo a personas de todas las edades como psicólogo cognitivo-conductual.