El duelo es una temática interesante que abordamos muy frecuentemente en las consultas psicoanalíticas, y por este motivo me interesa dar cuenta de algunas cuestiones al respecto.
Veamos cómo se trabaja para ayudar a las personas que sufren mucho al experimentar este fenómeno ligado a la pérdida.
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¿Qué es el duelo y cómo se expresa?
El reconocido Sigmund Freud expone en Duelo y melancolía (1915) que el duelo es, por regla general, la reacción del psiquismo ante la pérdida de una persona amada o de una abstracción que haga sus veces, como la patria, la libertad, un ideal.
Es un trabajo complejo que requiere tiempo y que no se realiza de cualquier manera. Es un proceso que puede suceder en todas las etapas de la vida. Es un afecto normal, esperable, no se lo considera un estado patológico y se considera inoportuno interrumpirlo.
En el consultorio observamos a menudo personas que consultan porque están angustiadas, es frecuente escuchar la ruptura de una relación afectiva, la muerte de un ser querido, una migración, el cambio de trabajo que supone la asunción de un nuevo rol, el nacimiento de un hijo o un hermanito, que requiere de nuevos movimientos en la configuración familiar.
Todos estos son ejemplos de ocasiones que llaman a la elaboración de aquello que ya no está, y requieren un tiempo que, para el psicoanálisis, es lógico y no cronológico, depende de los recursos simbólicos con los que cuenta la persona en cuestión.
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¿Cuánto dura el duelo y cómo nos afecta?
El duelo es un trabajo minucioso que se realiza pieza por pieza, y es en vano intentar detenerlo o interrumpirlo. Solemos observar, también, que los seres queridos de la persona que está transitando ese duelo intentan apurar el proceso, no toleran ver a esa persona triste o angustiada; hay un imperativo de recuperarse rápido, de pensar en otra cosa, de hacer tareas para estar mejor, como si superar una pérdida fuese una cuestión pura y exclusivamente de voluntad. Sin embargo, para quien está cursando un duelo, el mundo se ha vuelto pobre y vacío.
La persona en cuestión ha perdido interés por el mundo exterior, y será capaz de hacer algo diferente y novedoso en su vida, una vez terminado este proceso.
Observamos también que el paciente no se digna a perder así sin más; Freud da cuenta de que no se abandona de buen grado una posición libidinal, ni aun cuando su sustituto ya asoma. Puede y es esperable que la persona nos cuente una y otra vez sobre aquello que ha perdido, y lo importante no es subestimar esta forma de padecimiento, sino darle lugar para que pueda elaborar la pérdida.
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¿Cómo se trabaja con el duelo durante la terapia?
No hay una única manera de transitar un duelo ni un desarrollo cronológico exacto para poder hacerlo, cada caso se realiza de forma singular.
Cuando en la consulta psicológica se nos presenta una persona atravesando este proceso, lo invitamos a historizar, le damos lugar a la palabra para poder analizar las causas de su padecimiento, con el objetivo de lograr, a posteriori, el alivio del sufrimiento.
Freud nos enseña que “en el duelo el sujeto ha experimentado una pérdida real del objeto amado y en el proceso, que se prolonga un tiempo necesario para la elaboración de esa pérdida, el sujeto pierde el interés por el mundo exterior sustrayendo la libido de todo objeto que no remita al objeto perdido.
Así, el objeto perdido es investido por toda la capacidad libidinal que pueda emplear el sujeto a tal efecto, impidiendo toda nueva ligazón.” Ejemplo de esto es cuando una persona se muere, y sesión a sesión, el paciente trae, por medio de la historización, recuerdos de cómo era esa persona, qué hacía cuando estaba con ella, qué le gustaba, qué canciones cantaba, qué palabras decía, qué significaba esa persona en su vida.
Mercedes López Cristeche
Mercedes López Cristeche
Lic. en Psicología
¿De qué manera abordamos en una consulta psicoanalítica a un paciente que está transitando un duelo? Lo que hacemos es ofrecerle un lugar en el que pueda encontrarse para hablar de sus síntomas, de aquello que le está haciendo sufrir de más, analizamos si eso que lo aqueja, tiene que ver con esto que recientemente ha perdido, o quizás con pérdidas anteriores que ahora está resignificando, si bien no tenemos por objetivo eliminar el sufrimiento, sí tenemos como norte aliviarlo, y respetando el tiempo del paciente en cuestión, intentamos que una nueva forma de relacionarse con lo vital sea posible.