Existen distintos tipos de trastornos de la personalidad, uno de ellos es el trastorno pasivo-agresivo (también llamado trastorno de la personalidad negativista).
Se caracteriza porque estas personas se resisten a los requerimientos externos, es decir, a las demandas de los demás, con expresiones como el obstruccionismo, la dilación, la terquedad o el olvido, combinado con actitudes negativas y derrotistas.
Este tipo de comportamiento persiste incluso cuando es posible mostrar un comportamiento distinto y más efectivo. Las personas con este tipo de trastorno de personalidad son manipuladoras y son dependientes de los demás, por lo que se muestran como pesimistas y resentidas.
Causas del Trastorno Pasivo-Agresivo de la Personalidad
Las causas exactas del este trastorno de la personalidad no se conocen con certeza. Aunque los expertos afirman que el origen se encuentra tanto en factores biológicos como ambientales.
Los investigadores piensan que las personas que muestran comportamientos pasivo-agresivos, ya suelen expresarlos en la infancia. El estilo parental de sus progenitores, las dinámicas familiares y otras influencias de la infancia pueden contribuir al desarrollo de este trastorno de la personalidad. El abuso durante esta etapa vital o los castigos severos, el abuso de sustancias psicoactivas en la adolescencia o la baja autoestima también pueden fomentar el desarrollo de comportamientos pasivo-agresivos.
Es importante mencionar que otras condiciones de salud psicológica pueden parecer comportamientos pasivo-agresivos, por lo es necesario tenerlo en cuenta a la hora de hacer un diagnóstico correcto de este trastorno de la personalidad. Por ejemplo:
- Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH)
- Estrés
- Trastornos de ansiedad
- Depresión
- Trastornos de conducta
- Trastorno de oposición desafiante
- Trastorno bipolar
- Trastorno de personalidad esquizotípica
- Esquizofrenia
- Abuso de alcohol
- Adicción a la cocaína
Síntomas del Trastorno Pasivo-Agresivo de la Personalidad
La personas con este trastorno suelen mostrar una desconexión entre lo que dicen y lo que hacen. Su comportamiento provoca el enfado tanto de las personas cercanas a ellas como de los extraños.
Los síntomas de este trastorno incluyen:
- Criticar o protestar frecuentemente sobre los demás
- Ser desagradables o irritables
- Ser olvidadizos e irrespetuosos con los demás
- Realizar las tareas de manera insuficiente
- Actuar de forma hostil o cínica
- Actuar de manera obstinada
- Culpar a los demás aunque sea su culpa
- Quejarse de nos ser apreciado
- Mostrar resentimiento y malhumor
- Temer a la autoridad
- Rechazar las sugerencias de otros
Tratamientos posibles
Si sufres este trastorno, debes ser tratado lo antes posible pues afecta de manera directa a tus relaciones interpersonales. Por suerte, es posible encontrar ayuda en los profesionales de la salud psicológica. Si crees que puedes estar sufriendo este trastorno es necesario que lo comentes a tus familiares y a tu médico de cabecera, para que después puedas acudir a un profesional de la psicología especializado en este tipo de trastornos.
El psicoterapeuta puede ayudarte a identificar los comportamientos pasivo-agresivos que llevas a cabo, y así enseñarte a conseguir un comportamiento más adaptativo y que te cause menos sufrimiento. Los psicólogos pueden ayudarte a gestionar tu enfado, el resentimiento o la baja autoestima que pueden estar contribuyendo a que sufras este tipo de trastorno de la personalidad.
¿Qué hacer si sufro este trastorno? Pautas y consejos
Además, pueden enseñarte estrategias de afrontamiento efectivas, como por ejemplo, que puedas ver la situación de manera objetiva y puedas solucionar los problemas de la manera más sana posible. El entrenamiento en asertividad también puede ayudarte a manejar el comportamiento pasivo-agresivo, para que puedas expresar tus pensamientos y tus inquietudes de manera efectiva, lo que reduce el comportamiento negativo causado por la ira y la frustración.
Pero además de acudir en busca de ayuda psicológica, también puedes hacer otras cosas por tu cuenta. Son las siguientes:
- Identificar las posibles razones por las que te comportas de esta manera
- Pensar antes de actuar
- Calmarte a ti mismo antes de reaccionar a las situaciones que te afectan
- Ser optimista
- Ser honesto con los demás y expresar tus sentimientos de manera sana
- Ser consciente de tu comportamiento
Cómo saber si sufro el Trastorno Pasivo-Agresivo de la Personalidad: 12 claves para detectarlo
¿Pero cómo saber si sufres el Trastorno Pasivo-Agresivo de la Personalidad? Además de que la gente por lo general no quiera acercarse a ti, existen distintas señales que pueden ayudarte a detectarlo.
1. Te muestras huraño
No dices la verdad abiertamente, con amabilidad y honestidad cuando te preguntan por tu opinión o cuando te piden que hagas algo por alguien. Además sueles comprometerte con otras personas cuando quieres decir no, lo que provoca confusión y conflictos con otros individuos.
2. Doble cara
Aparentas ser dulce, obediente y agradable, pero en el fondo estás resentido, enfadado y sientes una gran envidia. Vives con estos dos extremos, y esto provoca que las personas que están a tu alrededor estén confundidas y enojadas.
3. Dependencia emocional
Tienes miedo a estar solo y ser dependiente. Te cuesta tener una comunicación directa, y, ante un conflicto de pareja, sueles expresar: "Te odio” “No me dejes”. Este caparazón que te pones no es nada más que la inseguridad y el miedo al rechazo. Con esta actitud puedes distanciar a las personas que se preocupan por ti y a las que importas, pues suele parecer que no quieres apoyo. En vez de mostrarte abierto, te cierras en banda y te vuelves impenetrable.
4. Responsabilizas a los demás
Frecuentemente te quejas de que los demás te tratan de manera injusta. En vez de responsabilizarte de lo que haces mal, asumirlo e intentar cambiar, prefieres hacerte la víctima. Sueles decir que los demás son demasiado duros contigo o te piden demasiado.
5. Procrastinación
Procrastinas de manera habitual, especialmente cuando has de hacer cosas por otros. Siempre tienes una excusa por la que no has sido capaz de hacer las cosas. Incluso puedes culpar a los demás cuando el culpable eres tú. Así destrozas relaciones y pierdes amistades.
6. Te comunicas mediante indirectas
No das respuestas directas. Esta es otra manera por la que la gente con la que estás a menudo se puede sentir ofendida. Y es que, en vez de dar respuestas directas, envías siempre mensajes confusos sobre tus pensamientos, tus planes o tus intenciones.
7. Estás de mal humor
Sueles mostrarte enfurruñado y pones mala cara. Te quejas de que los demás no te comprenden y carecen de empatía cuando esperan que estés a la altura de tus promesas, obligaciones o deberes. En realidad, eres tú el que te comprometes y luego no cumples.
8. Falta de deferencia hacia los demás
Sueles llegar tarde y eres olvidadizo. Una de las razones por las que te cuesta entablar relaciones con los demás es porque eres desconsiderado. Por lo que no te tomas en serio el ser respetuoso con los pactos que llevas a cabo. Eso incluye llegar tarde cuando has quedado con alguien.
9. Mientes con frecuencia
Te inventas historias, excusas y mentiras. Eres el maestro de la evasión de la respuesta directa, siempre tienes que tener alguna frase para distraer la atención de los demás cuando te piden explicaciones. Esto te lleva a contar una historia o manipular la información. Prefieres tenerlo todo bajo control mediante la creación de mentiras.
10. Ocultas tus inseguridades
Constantemente te proteges a ti mismo para que nadie sepa cuánto miedo tienes de ser imperfecto, dependiente o simplemente humano.