Tener una casa propia, una pareja atractiva emocionalmente estable que esté locamente enamorada de nosotros y de sí misma, tres hijos saludables y dos perros; o tal vez, ¿un gato?... Un automóvil, un exitoso empleo, atractivo sueldo con prestaciones, vacaciones pagadas… Ah sí, y un jefe amable que no exija demasiado.
Estas son algunas de las expectativas idealistas no siempre alcanzadas de casi todo aquel que pretende alcanzar un nivel de vida más o menos acorde a lo que la mercadotecnia nos ha querido convencer. ¿Serán estos ideales solo un sueño que se transmite de generación en generación? ¿O es en realidad ésta la expectativa de vida que anhela la mayoría?, ¿Demasiado bueno para ser verdad? Es posible.
La película American Beauty del director estadounidense Sam Mendez nos muestra cómo sin importar el periódo de la vida, las personas se encuentran en una constante lucha consigo mismas y con los demás por encontrar un lugar en la sociedad que les permita sentir que su vida tiene un sentido.
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American Beauty y la vida ideal
Esta película psicológica nos permite reflexionar sobre cómo nos fijamos en nuestros ideales individuales olvidando que en ocasiones es necesario trabajar en conjunto para alcanzarlos.
Esta narración nos muestra la realidad vista desde la perspectiva del personaje principal; Lester Burnham (Kevin Spacey), un hombre en la adultez media al que la vida le muestra en más de una forma que las decisiones que tomamos pueden cambiar de manera lo que nos ocurre y que no podemos dar nada por hecho. De forma un tanto incierta, Lester entiende que somos nosotros mismos quienes tenemos el poder de dar un inicio y un fin a las situaciones que nos agobian.
El éxito económico y la felicidad en familia
Nadie se imagina a sí mismo inmerso en una relación neurótica con alguien que representa no sólo una competencia sino que también nos recuerda constantemente lo que no somos. Con una hija adolescente desorientada que ha crecido para darse cuenta de que no eres el héroe en el que un día creyó y con quien pareces no tener un grado mínimo de parentesco; una hipoteca, con nulas posibilidades de crecimiento en el trabajo y con altos niveles de estrés apenas empezando los cuarenta, sobre todo cuando hiciste todo cuanto creíste estar en tus manos para lograrlo, (sí lo hiciste).
La película American Beauty nos muestra a través de lo que se nos muestra acerca de la familia Burnham, que el éxito económico no siempre es igual a una vida plena y feliz. Y obtener aquello que un día deseamos, no siempre es indicador de éxito. Es decir, que “no todo lo que brilla es oro”.
La sociedad actual parece estar programada para desear estas cosas. Existe gran cantidad de medios de comunicación que distorsionan la percepción de aquello que en realidad importa para alcanzar la verdadera meta en común de las personas: la felicidad propia. Equivocadamente, existen quienes consideran que el valor de las cosas se dictamina por el precio.
La crisis existencial de Lester
La problemática central de Lester es el vacío existencial en el que se encuentra al no verse satisfecho con lo que tiene (una hija, esposa, hogar, empleo, etc.) y al ser incapaz de satisfacer las expectativas y metas que él mismo y la sociedad le han impuesto de acuerdo con el rol a desempeñar: ser jefe de familia, un padre ejemplar, un exitoso hombre de negocios, etc.
Entre otras cosas, Lester, se da cuenta de que ha perdido algo y está decidido a encontrarlo. Al carecer de razones aparentes para realizar un cambio y justo cuando pareciera resignarse al curso de la vida que él mismo eligió, encuentra ese “algo” que había perdido; un motivo.
La sensación de sentir que aún puede lograr cosas para alcanzar su propia felicidad le da una perspectiva diferente ante lo que pensó que no tenía remedio. La posibilidad de alcanzar aquello que parecía perdido (su felicidad) le permite retomar las riendas de su vida y con esto las decisiones necesarias para cambiar su visión del mundo y de sí mismo; empieza hacer lo que en realidad desea para él y no para los demás. Es entonces cuando Lester pierde algo que sin duda es garantía para el fracaso: pierde el miedo.
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Las preguntas fundamentales
Todo tiene un límite; es importante ser conscientes de cuál es el nuestro y, lo que es más importante, conocer el límite de los demás para así establecer ante ellos y nosotros las pautas que definirán el éxito o fracaso de nuestras decisiones, buscando siempre ser congruentes a estas.
¿De dónde vengo?, ¿a dónde voy?, ¿Quién soy?... La trama de American Beauty nos recuerda que es fácil distraernos y desviar la atención de aquello que en realidad nos resulta vital, ese “algo” que hace que todo tenga un sentido y un propósito. Aquella respuesta a la más importante de las preguntas, ¿para qué?
Las decisiones que tomamos hoy indudablemente tendrán un eco en nuestro futuro a corto, mediano y largo plazo. Es indispensable ser honestos con nosotros mismos y tener claro qué es lo que se pretende, a dónde queremos llegar, cómo vamos a lograrlo y hasta dónde estamos dispuestos a llegar para que esto suceda.
Pero, sobre todo, tener claro el propósito y el sentido de lo que hacemos. Si no tenemos definido el ¿para qué? difícilmente adjudicáremos un valor o sentido a todo cuanto poseamos; únicamente nosotros mismos tenemos el poder de lograr un cambio efectivo en nuestras vidas.
Referencias bibliográficas:
- American Beauty (1999), Sam Mendez (director), Alan Bail (guión).
- Papalia, D. (2012). Desarrollo humano. Editorial McGraw Hill.
- Frankl, V. (2004). El hombre en busca de sentido. Editorial: Herder Editorial.
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