Ludwig van Beethoven es, junto con Mozart, el compositor más reconocido a nivel internacional. A pesar de estar aquejado por una sordera progresiva que se convirtió en absoluta hacia el final de su vida, Beethoven consiguió dejar para la posteridad algunas de las obras más perfectas de la historia de la música.
El misterio que ha envuelto siempre a su muerte propició que, hace algunos años, se estudiara la secuencia genética de uno de los mechones de pelo que se atribuyen al músico, conocido como “mechón Hiller” por el nombre del amigo que lo guardó. Y, todavía más recientemente, en 2023, se publicaron los resultados de un estudio que había analizado concienzudamente algunos mechones verificados del compositor y que determinaron su estado de salud, las posibles causas de su óbito y, sorprendentemente, algunos secretos de su linaje.
En el artículo de hoy realizamos un recorrido por todas las investigaciones que se han realizado y te contamos las sorpresas que se encontraron los investigadores al analizar el ADN de Beethoven.
El ADN de Beethoven: estudiando su sordera crónica
Ludwig van Beethoven murió el 26 de marzo de 1826 a los 56 años. Nada más fallecer, y antes de darle sepultura, los médicos procedieron a realizarle una craneotomía y le extirparon algunos huesos del oído, en un desesperado intento de descubrir qué era lo que provocaba su sordera.
No se trataba de un acto invasivo. Antes de morir, el compositor había dejado por escrito el deseo de que, una vez difunto, sus médicos de confianza intentaran conocer qué le había privado del sentido del oído desde los veinte años, cuando empezaron los primeros síntomas de su sordera progresiva que, al final de su vida, sería absoluta.
Por supuesto, nada se pudo esclarecer. Los precarios rudimentos médicos de la época dificultaron la investigación, y el misterio sobre la causa de la sordera de Beethoven, así como de su precaria salud y de su muerte, se mantuvo durante los 200 años que siguieron a su fallecimiento. Finalmente, en los primeros años del nuevo milenio, un estudio concienzudo de su ADN reveló datos interesantes que podían arrojar mucha luz al asunto.
El mechón que se subastó en Sotheby’s
De Ludwig van Beethoven se conservan numerosos mechones de pelo. No es de extrañar dada su popularidad, pero, además, era muy usual en el siglo XIX regalar hebras de pelo a gente querida o a admiradores. El resultado es que se tenían contabilizados nada menos que ocho supuestos mechones correspondientes al compositor, y el más famoso de ellos, denominado “mechón Hiller” por el nombre del amigo que lo atesoró, era el más fiable de todos.
Ferdinand Hiller (1811-1885) era un ferviente seguidor del compositor, a quien había visitado varias veces siendo solo un adolescente. Un día después del fallecimiento de Beethoven, cortó un mechón de sus cabellos y lo guardó celosamente como un tesoro. Las hebras de pelo estaban custodiadas en unrelicario, que el mismo Hiller regaló a su hijo años más tarde. En 1994, el mechón en cuestión se encontraba en Sotheby’s e iba a ser subastado.
Cuatro miembros de la American Beethoven Society adquirieron el mechón por 7.300 dólares y lo exhibieron con orgullo. Más tarde, fue analizado escrupulosamente por el Laboratorio Nacional Argonne de Illinois. Los resultados fueron sorprendentes: el análisis mostraba que en las hebras de pelo había plomo acumulado en una cantidad 100 veces superior a la normal.
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¿Envenenado con plomo?
Los resultados del análisis hicieron correr ríos de tinta. ¿Había muerto Beethoven a causa de un envenenamiento por plomo? En 2007, Christian Reiter, ex director del Centro de Medicina Forense de la Universidad de Medicina de Viena, publicó un estudio en The Beethoven Journal (ver bibliografía) en el que exponía la teoría de que, efectivamente, el músico se había ido envenenando lentamente a través de utensilios, alimentos o vino mezclado con acetato de plomo.
No se trata de una hipótesis descabellada, puesto que, a principios del siglo XIX, el Danubio se había convertido en un vertedero donde la incipiente industria surgida de la Revolución Industrial arrojaba sus desperdicios. El pescado del río estaba altamente contaminado por materiales potencialmente venenosos (como el plomo), y es conocido que a Beethoven le apasionaba el pescado y lo consumía a menudo.
La teoría del vino tampoco puede desecharse, o puede que complemente a la otra. En la época de Beethoven era usual añadir acetato de plomo al vino para conservarlo. Si, como sostienen algunos estudiosos, Beethoven consumía hasta una botella al día, puede que con ella estuviera ingiriendo cantidades altísimas de plomo que, finalmente, le ocasionaron la muerte.
El gran descubrimiento de 2023
Durante las primeras décadas del milenio, pues, se mantuvo la creencia de que el mechón de pelo más famoso de Beethoven, el “mechón Hiller”, era auténtico y que contenía elevadas cantidades de plomo, capaces de envenenar lentamente a un ser humano y causarle la muerte.
Sin embargo, todo dio un giro inesperado en marzo de 2023, cuando un equipo de investigación de la Universidad de Cambridge, liderado por Johannes Krause (Instituto Max Planck), publicó los nuevos descubrimientos relacionados con los famosos mechones del compositor. Muchos se llevaron las manos a la cabeza (incluido Reiter, el autor del artículo de 2007): el “mechón Hiller” pertenecía, en realidad, a una mujer.
Si el mechón de Sotheby’s no era de Beethoven, ¿sería posible descartar la teoría del envenenamiento por plomo? En verdad, no. Porque el análisis de los mechones confirmados de Beethoven dio exactamente el mismo resultado que el de Hiller: altos niveles de plomo, a lo que había que añadir arsénico y mercurio, cuya cantidad era entre 13 y 14 veces superior a la normal.
El equipo de Krause había logrado discernir cuáles de los ocho mechones eran de Beethoven y cuáles no gracias a las muestras de ADN de cinco personas afincadas en Bélgica, que portaban el apellido Van Beethoven y que compartían ancestros con el compositor. De los ocho mechones, dos no correspondían a Beethoven (el de Hiller y otro más), y un tercero no pudo ser analizado. Los cinco restantes mostraban un ADN con correspondencias perfectamente identificables (en otras palabras, eran verdaderos).
¿Descendiente de un hijo ilegítimo …?
El análisis exhaustivo de 2023 corroboró que Beethoven tenía grandes cantidades de plomo, arsénico y mercurio en su cuerpo, que, muy probablemente, aceleraron su decadencia física. Por otro lado, el estudio del ADN del compositor reveló que padecía una hepatitis B crónica, una enfermedad grave que se contagia vía intravenosa, mediante relaciones sexuales o en el parto.
No se conocen amoríos sexuales del compositor (aunque sí amores platónicos), ni tampoco se tiene constancia de que consumiera drogas, por lo que lo más plausible es pensar que la hepatitis entró en el organismo del músico desde su madre, durante el parto. Sea como fuere, la infección degradó su salud y puede ser la causa principal de su óbito a los 56 años.
A pesar de toda la información conseguida, el principal objetivo, que era descubrir la causa de su sordera, no se consiguió. Sí salió a la luz un aspecto personal que, probablemente, ni el mismo compositor conociera: las muestras de ADN, comparadas con las de sus parientes, muestran ciertas incongruencias que solo pueden entenderse si un ascendiente de Beethoven en línea recta fuera un hijo extramatrimonial.
La investigación sigue, pues todo lo relacionado con Ludwig van Beethoven despierta inevitablemente gran interés. Por lo pronto, sabemos a ciencia cierta qué mechones de pelo le pertenecen y qué dolencias sufrió durante su vida. El porqué de su sordera, sin embargo, tendrá que esperar.