La perspectiva de género es un enfoque que permite estudiar y atender fenómenos, vínculos, actividades, procesos y sistemas sociales relacionados con el sistema sexo-género. Se trata de un enfoque que ha sido desarrollado desde los primeros movimientos feministas que cuestionan las relaciones de subordinación en las que se encuentran muchas personas que transgreden la normatividad de dicho sistema.
A continuación veremos con más detalle qué es la perspectiva de género y en qué campos se puede aplicar.
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¿Qué es la perspectiva de género?
La palabra “perspectiva” hace referencia a una forma de comprender y representar algo con respecto al ojo de quien observa. Es decir, una “perspectiva” es una forma de mirar o de considerar cualquier fenómeno; o dicho de otro modo, es asumir un punto vista. Así pues, una “perspectiva de género” es el acto de aproximarse a una realidad, poniendo atención a la construcción de la categoría de “género” y sus relaciones de poder.
Para explicarlo mejor, imaginemos que utilizamos unos lentes (gafas) con aumento que, como es de esperarse, nos permiten mirar cosas que sin ellos no seríamos capaces de observar. Dado que vemos cosas distintas, pero que existen en el mundo de siempre, los lentes nos permiten entender este mundo de una manera también distinta.
Así mismo, nos permiten relacionamos con sus elementos de manera distinta e intervenir en ellos con múltiples posibilidades. En esta metáfora, y para el caso que nos ocupa, los lentes serían la perspectiva de género, y básicamente lo que hacen es amplificar nuestra visión para atender o resaltar cuestiones sobre el género, que a simple vista parecen inexistentes o insignificantes.
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¿En qué se enfoca una mirada de género?
Asumir o aplicar una perspectiva de género implica reconocer distintas cuestiones, especialmente aquellas relacionadas con la forma en la que se han establecido nuestras vínculos y sistemas sociales mediante una determinada comprensión sobre el sexo, el género y la orientación sexual.
En concreto, y de acuerdo con Mata Lamas (1996), la perspectiva de género parte del reconocimiento de la valoración cultural de las diferencias anatómicas; valoración establecida por medio normas especialmente rígidas e internalizadas durante el proceso de socialización.
Por ejemplo, implica considerar que no hay una correspondencia necesaria entre la diferencia sexual y las atribuciones o representaciones sociales construidas en torno a dicha diferencia. Es decir que, una cosa es la constitución físico-biológica, y otra muy distinta son los valores que se atribuyen a esa diferencia (que en el caso de la cultural occidental van en función de “hombre o mujer”, “femenino” o “masculino” y “heterosexual” u “homosexual” principalmente).
Algo en lo que una perspectiva de género pondría atención es a que, en dichas dicotomía, lo femenino ha sido constantemente asociado con los dominios de la naturaleza, especialmente luego de comprender la maternidad y los valores relacionados (p.ej. el cuidado), como función biológica y destino de vida para las mujeres.
Entre otras cosas, quien ha roto la normatividad de esta asociación, ha sido tradicionalmente considerada como mujer “antinatural”, “masculina”, “loca”, etc. Por su parte, la homosexualidad también ha sido tradicionalmente considerada una cuestión antinatural, patológica, etc., así como las identidades de género no normativas.
A partir de estos cuestionamientos, la perspectiva de género considera que la predisposición y las características físico-biológicas no son condición suficiente para provocar un comportamiento, y mucho menos una personalidad con exclusiva según el sexo. Por lo tanto, la perspectiva de género reconoce que, tal como nos enseñó Simone de Beauvoir, “biológica no es destino”.
Algunos elementos clave
En línea con lo anterior, Susana Gamba (2008) resume algunos elementos que la perspectiva de género reconoce, analiza y promueve:
- Reconocer al género como una construcción social e histórica, es decir, que puede variar entre sociedades y épocas.
- El género establece formas de relación social, es decir, de vincularlos de forma determinada según si nos ha sido asignado uno u otro género, y según lo asignado o elegido por las demás personas. Esto además tiene que ver con los procesos de identificación individual.
- Existe una relación asimétrica sustentada en el sistema de sexo-género dominante. Con frecuencia dicha relación es de subordinación femenina y dominación masculina. Aunque no es la única relación posible (también hay formas de dominación a la inversa y relaciones igualitarias), la asimetría si ha sido la forma general o mayoritaria de establecer estas relaciones.
- El género tiene una dimensión abarcativa y estructural, ya que no sólo tiene que ver con las relaciones entre hombres y mujeres, sino con procesos y sistemas sociales (instituciones, sistemas económicos, políticas públicas, identidades, etc.).
- En línea con lo anterior, no es una categoría aislada, sino transversal, ya que se articula con elementos cotidianos como la educación, la clase social, el estado civil, la edad, entre otros.
- El género no sólo es una categoría que da cuenta de un sistema normativo, sino que permite cuestionar las mismas normas y promover la inclusión.
- En la perspectiva de género subyace un compromiso con la búsqueda de equidad, que amplíe el ejercicio de poder de quienes han estado sistemáticamente subordinados por el sistema hegemónico sexo-género.
¿En qué campos se puede aplicar?
Volviendo a la metáfora de los lentes, la perspectiva de género (como cualquier otra) puede utilizarse para analizar cualquier sistema, fenómeno o relación, incluida la vida cotidiana. Según el contexto en el que se asume y aplica, la misma perspectiva debe considerar otras variables, como las condiciones socioeconómicas, las clases sociales, el origen étnico, entre otras.
Es así ya que, desde el inicio, la perspectiva de género atiende de manera importante a las relaciones de poder y las condiciones de desigualdad que atraviesan cualquier esfera de la vida social. Y es que, en sus orígenes, la perspectiva de género fue asumida por los movimientos que buscaron la igualdad de oportunidades para las mujeres, así como el cuestionamiento de los sistemas que estaban generando oportunidades distintas entre unas personas y otras.
Así pues, se trata de una perspectiva que no es nueva pero sí continúa generando rechazo o resistencia en muchos sectores, y que, al estar ligada estrechamente con el análisis y la crítica de la desigualdad y la discriminación, la perspectiva de género suele tener componentes políticos importantes.
Por poner algunos ejemplos más concretos, la perspectiva de género puede aplicarse para investigar e intervenir en el sistema salud, para analizar políticas públicas y movimientos sociales, para estudiar y complementar el sistema educativo, para analizar las prácticas organizacionales en gestión empresarial, entre muchas otras.
Como hemos dicho, los elementos específicos que se observan, se incluye o se utilizan en perspectiva de género, dependen en gran medida de los fines y del contexto en que se aplica. Algunos pueden poner atención a las necesidades específicas de las mujeres, otros pueden atender a las condiciones de desigualdad (Velasco, 2009), otros a la construcción de la masculinidad, otros a los derechos y necesidades de la comunidad lgbtiq, por mencionar sólo algunos.
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