La palabra humanismo es muchas veces mencionada en contextos tan aparentemente distintos como lo son el Renacimiento, la filosofía moderna y la psicología. Por su nombre algo tiene que ver con el ser humano, pero ¿qué?.
Lo humanista tiene muchos significados si se pone el foco de atención en el momento histórico y en la rama del conocimiento con el que se lo quiera relacionar, aunque todos ellos muy relacionados más allá de compartir el mismo adjetivo. A continuación vamos a hablar sobre qué es el humanismo, su historia y qué se puede entender por ser una persona humanista.
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¿Qué es el humanismo?
Definir qué es exactamente el humanismo no es fácil, puesto que su definición varía y mucho en función de a qué lo asociemos. En un sentido amplio y general, se entiende que ser humanista significa valorar al ser humano y a la condición humana.
Así pues, este término está relacionado con la generosidad, la compasión y la preocupación por la valoración de los rasgos y atributos humanos, las relaciones entre las personas y su bienestar.
El humanista renacentista
El contexto histórico que más se ha relacionado con el humanismo es, sin lugar a dudas, el Renacimiento. Es en esta época en el que surge un humanismo como movimiento filosófico, intelectual y cultural, cuyo lugar de origen es la Italia del siglo XIV y que, a lo largo de ese siglo y el venidero, se extendería a través de Europa, rompiendo con el teocentrismo que había caracterizado a la mentalidad católica del Medioevo.
Cabe decir que el humanismo renacentista no hubiera tenido tanta fuerza si no se hubiera dado un acontecimiento que marcaría un antes y un después en la historia de Occidente: la creación de la imprenta. En 1450 Johannes Gutenberg creó su máquina que, si bien no fue la primera imprenta inventada de la historia (existen casos más antiguos en Asia) sí que fue esta la que permitió dar fuerza al potentísimo fenómeno cultural que fue el Renacimiento.
Con la imprenta se podían fabricar cientos de libros, pancartas y panfletos a una velocidad jamás antes vista, permitiendo también imprimir textos con mensajes críticos que se extendían más rápidamente de lo que los censores de la época podían impedir. Gracias a este invento, los pensamientos humanistas con los que venía el Renacimiento fragmentaban las tesis medievales y permitían el progreso de la cultura.
Fue a partir de aquel entonces en el que la sociedad europea empezó a dejar de poner a Dios en el centro de todo para dejar paso al antropocentrismo, esto es, dándole mayor importancia al ser humano y erigiéndolo como la medida de todas las cosas. Así pues, el humanismo renacentista exalta las cualidades de la naturaleza humana como aspectos de alto valor que sirven para poder establecer los parámetros culturales de una sociedad.
La filosofía humanista ofrecía nuevas perspectivas a la hora de reflexionar y pensar sobre el arte, la ciencia y la política, algo que trajo consigo una verdadera revolución en el ámbito cultural y también en el social. Es por ello que se considera que el Renacimiento es el paso intermedio entre la Edad Media y la Modernidad, más adentrada en este último período en lo que respecta a la concepción del hombre.
El humanismo renacentista recupera las obras clásicas de los autores grecorromanos, considerándolos modelos de verdad, belleza y perfección. Los artistas e intelectuales humanistas querían explorar los orígenes de la cultura occidental, traerlo a los tiempos más modernos y aprender sobre ellos. Los nombres y apellidos de muchos humanistas de esta época han pasado a la posteridad, como lo son Erasmo de Rotterdam, Guillermo de Ockham, Francesco Petrarca, Tomás Moro, Vincenç Vives y Michel de la Montaigne.
Se produjo también una secularización del conocimiento científico, liberándolo del monopolio de la Iglesia y trayéndolo a la población. La ciencia cobraba fuerza y adquiría un carácter funcional pero satisfaciendo la curiosidad. La física, las matemáticas, la ingeniería y la medicina aumentan su corpus de saberes y cosas que antes eran impensables como diseccionar cadáveres se vuelven en una acción más común, enfocada a conocer en profundidad tanto el cuerpo como el alma humanas y potenciar el valor del ser humano.
Los humanistas renacentistas, además de expandir su nivel de conocimientos, investigaban y experimentaba con el fin de conseguir mejorar la vida de las personas, con el claro objetivo de brindar felicidad y libertad al género humano. Es por este motivo que tuvieron también tanto interés en las obras clásicas, como la de Aristóteles y la de Platón, teniendo la intención de dotar a la población de conocimiento y hacerla más culta e independiente y, por lo tanto, menos crédula y abusable desde por parte de quienes ostentaban el poder.
Sin dejar de poner el foco de atención en el humanismo surgido en el Renacimiento, podemos destacar unas características fundamentales del mismo para comprender más a fondo lo trascendental que ha sido para la historia de Occidente.
- Visión antropocéntrica del mundo. El ser humano es un ser natural e histórico.
- Abandono de la visión teocéntrica.
- Uso de la razón humana como motor para la búsqueda de respuestas.
- Menor importancia de las creencias y dogmas de fe como fuentes de saber.
- Importancia a los clásicos griegos y latinos.
- Promoción del estudio de lenguas vernáculas.
- Promoción de la difusión del conocimiento en lenguas vernáculas.
- Desarrollo de múltiples ciencias ligadas al espíritu humano.
- Búsqueda por el desarrollo total del hombre: físico y espiritual, estético y religioso.
Humanismo secular
En tiempos más recientes la palabra “humanismo” ha ido siendo cada vez más escuchada. Si bien tiene una cierta relación con el humanismo renacentista, el humanismo secular o laico es una expresión que se le puede relacionar con un sistema de pensamiento desarrollado a finales del siglo XX, en el que la justicia social, la ética y la razón humana cobran un muy importante protagonismo.
Los humanistas seculares suelen ser seguidores del naturalismo y también optan por posturas ateas o agnósticas, renegando de las doctrinas religiosas tradicionales, las pseudociencias, la superstición y cualquier explicación de carácter sobrenatural para explicar los fenómenos de la naturaleza. Dentro de esta corriente la moralidad y la toma de decisiones se basa en la razón, la ciencia, la experiencia personal y la reflexión profunda sobre los acontecimientos históricos, los cuales sirven para elaborar un sistema ético y moral para darle sentido a la vida.
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El humanismo en psicología
Muy relacionado con el humanismo secular, en el campo de la psicología surgió también una corriente que se ha autodenominado como humanista. Se trata de la psicología humanista; esta tiene sus orígenes en la década de 1950, ganando mucha importancia en las del 1960 y 1970. Esta corriente se convirtió en una nueva postura acerca la psicoterapia, surgiendo como una reacción a la tendencia de analizar únicamente el comportamiento visible, de base conductista radical.
Tomando como bases al humanismo secular, la fenomenología, el existencialismo y la autonomía funcional, esta corriente psicológica tiene la intención de dotar a las personas de las herramientas necesarias para poder encontrar en su interior su potencial de autorrealización, y usarlo de la forma que mejor les convenga.
Referencias bibliográficas:
- Kristeller, Paul Oskar (1982). El pensamiento renacentista y sus fuentes. México: Fondo de Cultura Económica. ISBN 968-16-1014-8.
- Giustiniani, Vito. "Homo, Humanus, and the Meanings of Humanism", Journal of the History of Ideas 46 (vol. 2, April–June 1985): 167–95.