Estrenada en el año 2012, La vida de Pi es una de esas obras que, a pesar de poder pasar tranquilamente como una película comercial, es en realidad una historia profundamente inspiradora.
Puede que el hecho de basarse en la novela del mismo nombre le haya puesto las cosas algo más fáciles, pero lo que no se puede negar es que de ella se pueden extraer enseñanzas que podemos aplicar en el día a día, incorporándolas a nuestra filosofía de vida y a nuestros hábitos.
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Las lecciones que nos deja La vida de Pi
Recordemos: La vida de Pi es, aparentemente, una historia sobre un joven hindú que queda flotando a la deriva en un bote que comparte con un amenazante tigre. Una premisa relativamente sencilla que es rica en metáforas.
La película de Ang Lee tiene varias capas de profundidad, y en ellas es posible (si bien no sencillo) encontrar un mensaje sobre las cosas que realmente valen la pena en la vida y sobre cómo evitar formas de sufrimiento totalmente innecesarios.
1. El aprendizaje nos cambia profundamente
Un joven es capaz de educar a una bestia feroz para que, si bien no le obedezca, al menos le respete. Esto, que tal y como es mostrado en la película resulta creíble, nos recuerda que tenemos el poder de cambiar y de ayudar a otros a cambiar. No existen las esencias ni las mentes condenadas a permanecer igual durante toda la vida. Mediante dinámicas de interacción transformamos las mentalidades y los viejos vicios.
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2. Conviene huir del dogma
La religión tiene un papel fundamental en la historia de La vida de Pi, aunque eso no significa que el protagonista sea un integrista ni que todo lo que hace lo haga por el favor de un dios.
Al contrario: el mensaje que la película transmite es que la combinación de diferentes sistemas de creencias es perfectamente posible, y sorprendentemente natural, a no ser que nos dejemos caer en el fanatismo.
Así, la religión, o concretamente la presencia del cristianismo, el hinduismo y el islam, aparece para ejemplificar que la convivencia y la diversidad de creencias en un mismo cuerpo, ya sea biológico o social, es posible. Y si somos capaces de hacer eso con las religiones… ¿qué no seríamos capaces de hacer con creencias a las que no se les confiere un carácter religioso? Los dogmas no solo son dañinos: además, si queremos, es fácil evitarlos.
3. El miedo no nos puede paralizar
En la película, lo que más define la situación del protagonista es la indefensión, la vulnerabilidad. Al principio está totalmente solo en un ambiente hostil en el que el peligro es claro: ataques de tigre, o ahogamiento en el océano.
En una situación así no es posible apoyarse únicamente en el instinto de supervivencia, ya que en los momentos donde el peligro es tan palpable las respuestas desesperadas o nos paralizan o nos hacen movernos sin estrategia y con imprecisión. Es por eso que conviene saber dejar a un lado las reacciones propias del terror.
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4. Acepta la posibilidad de servirte de los problemas
Dentro de cada problema hay formas de adaptarse a él. Si somos seres inteligentes es justamente porque contamos con la posibilidad de, a partir de un reto totalmente nuevo, descubrir en él soluciones, como si alguien las hubiera dejado preparadas y escondidas en algún lugar cuando realmente no es así. La inteligencia consiste en adaptarse a lo nuevo.
Piscine Monitor Pattel, a pesar de no contar con la experiencia de un marinero, aprovecha los materiales del mismo entorno que le resulta amenazante para resolver los problemas que van surgiendo a su paso.
5. Lo salvaje no es inocente
Es frecuente que idealicemos todo aquello que tiene connotaciones de pertenecer al mundo salvaje y “natural” (como si ni nuestras sociedades ni nosotros mismos, como seres humanos, fuésemos naturales).
Sin embargo, la vida en el planeta tierra se abre paso tanto mediante la fertilidad como mediante la violencia, tal y como se puede ver en La vida de Pi. Incluso en situaciones en las que todo lo que ocurre parece deberse a un fallo de la realidad, hay animales que abrazan el comportamiento violento.
6. Hay varias lecturas de la realidad
Nunca somos capaces de conocer la verdad de un modo fiel, y todas las explicaciones que podemos elaborar sobre la realidad tienen fallos y puntos ciegos, incógnitas que permanecen sin respuesta. Esto ocurre en La vida de Pi, que incorpora el misterio a su propia historia con un final en el que debemos involucrarnos para construir una versión de los hechos mediante la creación de nuestras propias hipótesis.
A fin de cuentas, si somos seres lo suficientemente vulnerables como para no disponer de un sistema de creencias infalibles, vernos obligados a afrontar nuestros miedos y a aprovechar las oportunidades que hay en el peligro, y a aprender para adaptarnos a un mundo natural que puede ser hostil, sería raro que tuviéramos acceso a lo verdadero.
Una película para ver una y otra vez
En definitiva, La vida de Pi es una excelente historia llena de bonitos e inspiradores simbolismos que van mucho más allá de lo estético. Conviene verla con la mente abierta para captar con todos sus matices y conocer bien el modo en el que, mediante el lenguaje cinematográfico, se nos comunican los mensajes.
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