Pablo Neruda, Federico García Lorca, Mario Benedetti, Alfonsina Storni y muchos más son poetas que tienen en común el interés hacia temas oscuros y tristes, como el desamor, las despedidas y la muerte.
Sus obras poéticas son tremendamente extensas, y al ser leídas nos invitan a hacer una profunda reflexión de nuestras vidas, comprendiendo que la tristeza es algo de lo que no podemos escapar y que, incluso, nos ayuda a seguir adelante.
A continuación descubriremos 40 poemas tristes famosos, entendiendo qué es lo que significan y haciéndonos recordar amargos recuerdos, pero necesarios.
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Poemas tristes famosos que debes conocer, y su interpretación
Miles de poemas se han escrito transmitiendo sentimientos de tristeza y amargura, pero si debemos elegir entre unos cuantos pocos, los cuarenta que vienen a continuación son, sin lugar a dudas, los que deben conocerse en el ámbito de la poesía y las artes.
1. Alba (Federico García Lorca)
Mi corazón oprimido
Siente junto a la alborada
El dolor de sus amores
Y el sueño de las distancia.
La luz de la aurora lleva
Semilleros de nostalgias
Y la tristeza sin los ojos
De la médula del alma.
La gran tumba de la noche
Su negro velo levanta
Para ocultar con el día
La inmensa cumbre estrellada.
¡Qué haré yo sobre estos campos
Cogiendo niños y ramas
Rodeado de la aurora
Y llena de noche el ama!
¡Qué haré si tienes tus ojos
Muertos a las luces claras
Y no ha de sentir mi carne
El calor de tus miradas!
¿Por qué te perdí por siempre
En aquella tarde clara?
Hoy mi pecho está reseco
Como una estrella apagada.
- Federico García Lorca representó muy intensamente la tristeza en esta bella poesía. Un corazón triste ante la distancia de los amores que anhela, que los recuerda lleno de nostalgia, amargado como una noche sin estrellas, como un pecho sin llama.
2. Curriculum (Mario Benedetti)
El cuento es muy sencillo
usted nace
contempla atribulado
el rojo azul del cielo
el pájaro que emigra
el torpe escarabajo
que su zapato aplastará
que su zapato aplastará
valiente
usted sufre
reclama por comida
y por costumbre
por obligación
llora limpio de culpas
extenuado
hasta que el sueño lo descalifica
usted ama
se transfigura y ama
por una eternidad tan provisoria
que hasta el orgullo se le vuelve tierno
y el corazón profético
se convierte en escombros
usted aprende
y usa lo aprendido
para volverse lentamente sabio
para saber que al fin el mundo es esto
en su mejor momento una nostalgia
en su peor momento un desamparo
y siempre siempre
un lío
entonces
usted muere.
- Este poema de Mario Benedetti es un resumen, triste pero fidedigno, de nuestras vidas. Nuestras vidas se pueden resumir, como el título del poema sugiere, en un currículum, una trayectoria de vida laboral. Nacemos, crecemos, nos formamos si podemos, trabajamos, trabajamos y más trabajamos para poder sobrevivir, para poder comer y tener una casa. Cuando nos enteramos de que nuestra vida se esfuma o cuando tenemos la oportunidad, por fin, de poder vivir, disfrutar de la única vida que se nos ha dado, morimos.
3. Al triste (Jorge Luis Borges)
Ahí está lo que fue: la tercera espada
del sajón y su métrica de hierro,
los mares y las islas del destierro
del hijo de Laertes, la dorada
luna del persa y los sin fin jardines
de la filosofía y de la historia,
El oro sepulcral de la memoria
y en la sombra el olor de los jazmines.
Y nada de eso importa. El resignado
ejercicio del verso no te salva
ni las aguas del sueño ni la estrella
que en la arrasada noche olvida el alba.
Una sola mujer es tu cuidado,
igual a las demás, pero que es ella.
- Jorge Luís Borges nos trae una bella y compleja obra poética, en la que viene a decir que hay momentos en lo que nada importa, y en los peores casos, sucederán cosas que nunca más nos volverán a importar. Este poema es una daga al corazón para quien se siente solo.
4. Desmayarse, atreverse, estar furioso (Lope de Vega)
Desmayarse, atreverse, estar furioso
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.
- Lope de Vega nos recuerda que la vida es una montaña rusa de emociones, aunque, claro está, en su época tal atracción de feria no existía. Aún así se entiende que describe cómo la vida está llena de todo tipo de sentimientos, muchos de ellos tristes, inevitables. Nos mostramos alegres, pero también tristes, somos leales, pero traidores, ásperos y tiernos… En definitiva, somos contradicciones de nosotros mismos.
5. Me sobra el corazón (Miguel Hernández)
Hoy estoy sin saber yo no sé cómo,
hoy estoy para penas solamente,
hoy no tengo amistad,
hoy sólo tengo ansias
de arrancarme de cuajo el corazón
y ponerlo debajo de un zapato.
Hoy reverdece aquella espina seca,
hoy es día de llantos de mi reino,
hoy descarga en mi pecho el desaliento
plomo desalentado.
No puedo con mi estrella.
Y busco la muerte por las manos
mirando con cariño las navajas,
y recuerdo aquel hacha compañera,
y pienso en los más altos campanarios
para un salto mortal serenamente.
Si no fuera ¿por qué?... no sé por qué,
mi corazón escribiría una postrera carta,
una carta que llevo allí metida,
haría un tintero de mi corazón,
una fuente de sílabas, de adioses y regalos,
y ahí te quedas, al mundo le diría.
Yo nací en mala luna.
Tengo la pena de una sola pena
que vale más que toda la alegría.
Un amor me ha dejado con los brazos caídos
y no puedo tenderlos hacia más.
¿No veis mi boca qué desengañada,
qué inconformes mis ojos?
Cuanto más me contemplo más me aflijo:
cortar este dolor ¿con qué tijeras?
Ayer, mañana, hoy
padeciendo por todo
mi corazón, pecera melancólica,
penal de ruiseñores moribundos.
Me sobra corazón.
Hoy, descorazonarme,
yo el más corazonado de los hombres,
y por el más, también el más amargo.
No sé por qué, no sé por qué ni cómo
me perdono la vida cada día.
- ¿A quien no le ha dolido el corazón cuando ha amado a alguien no correspondido? Miguel Hernández nos ejemplifica con esta poesía el sufrimiento de ver a alguien a quien queremos en brazos de otra persona, o que simplemente no nos quiere, o no se entera de que la queremos pero tampoco se lo hemos dicho. Sea como sea, el sufrimiento está ahí, amargándonos la existencia.
6. Vuela la noche antigua de erecciones (Rafael Alberti)
Vuela la noche antigua de erecciones,
Muertas, como las manos, a la aurora.
Un clavel prolongado desmejora,
Hasta empalidecerlos, los limones.
Contra lo oscuro cimbran esquilones,
Y émbolos de una azul desnatadora
Mueven entre la sangre batidora
Un vertido rodar de cangilones.
Cuando el cielo se arranca su armadura
Y en un errante nido de basura
Le grita un ojo al sol recién abierto.
Futuro en las entrañas sueña el trigo,
Llamando al hombre para ser testigo...
Mas ya el hombre a su lado duerme muerto.
- La tristeza en este poema de Rafael Alberti no se explica de forma clara, pero es esa la gracia del vate español. Esta composición representa de forma un tanto surrealista la amargura, una amargura que tal y como es descrita, si la transformáramos en pintura, se convertiría claramente en un cuadro de Salvador Dalí.
7. Mañana lenta (Dámaso Alonso)
Mañana lenta,
cielo azul,
campo verde,
tierra vinariega.
Y tú, mañana, que me llevas.
carreta
demasiado lenta,
carreta demasiado llena
de mi hierba nueva,
temblorosa y fresca,
que ha de llegar —sin darme cuenta—
seca.
- Dámaso Alonso nos transmite con esta breve y bella poesía la añoranza por el pasado simple. La vigorosa juventud va transformándose, poco a poco, en la vejez, al igual que le sucede a la hierba primaveral, verde y reluciente, cuando llega el estío, seca y apagada.
8. Bendita (Amado Nervo)
Bendita seas, por que me hiciste
amar la muerte, que antes temía.
Desde que de mi lado te fuiste,
amo la muerte cuando estoy triste;
si estoy alegre, más todavía.
En otro tiempo, su hoz glacial
me dio terrores; hoy, es amiga.
¡Y la presiento tan maternal!...
Tú realizaste prodigio tal.
¡Dios te bendiga! ¡Dios te bendiga!
- Amado Nervo nos habla de las ganas que tenemos de morir cuando nos pasa algo grave con la persona que queremos. Cuando alguien a quien queremos mucho se va de nuestra vera, la desazón que nos invade hace que algo que teníamos tanto miedo como es la muerte queramos que se convierta en nuestra amiga.
9. Soledad astral (Doble Zero)
La calma se hace fría
del cosmos absoluto
y en el viñedo oscuro
se frena el devenir.
Entre la noche brillan
estrellas parpadeantes
y la luna danzante
va plateando la vida.
El humo del cigarro
se marcha de mi boca
para abrirse en las hojas
manchadas de su gris.
Entre esta lejanía
los astros van despacio
mis pensamientos raudos
y tú no estás aquí.
Busco el universo
recuerdos con tu rostro
que me penetran como
un toro al carmesí.
Todo se hace en silencio
como en silencio nacen
ocasos por las tardes
y las nubes de abril.
En silencio me hundo
mas mi corazón grita
poniendo de rodillas
de mi alma, su confín.
Se fracturó mi vida
el cuento se ha acabado
y ya no hay colorados
para este colorín.
- La poesía que aspira a ser triste no puede faltar el sentimiento tan humano de la soledad. Doble Zero nos presenta en este poema como la consciencia es un arma de doble filo, que nos puede hacer sentir especialmente mal en el desagradable pero evidente vacío existencial. Este vacío es solo combatible cuando tenemos cerca a personas a las que queremos y que, en teoría, nos quieren, pero en el momento de partir se evidencia lo solos que estamos.
10. Dolor (Alfonsina Storni)
Quisiera esta tarde divina de octubre
pasear por la orilla lejana del mar;
que la arena de oro, y las aguas verdes,
y los cielos puros me vieran pasar.
Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera,
como una romana, para concordar
con las grandes olas, y las rocas muertas
y las anchas playas que ciñen el mar.
Con el paso lento, y los ojos fríos
y la boca muda, dejarme llevar;
ver cómo se rompen las olas azules
contra los granitos y no parpadear;
ver cómo las aves rapaces se comen
los peces pequeños y no despertar;
pensar que pudieran las frágiles barcas
hundirse en las aguas y no suspirar;
ver que se adelanta, la garganta al aire,
el hombre más bello, no desea amar…
Perder la mirada, distraídamente,
perderla y que nunca la vuelva a encontrar:
y, figura erguida, entre cielo y playa,
sentirme el olvido perenne del mar.
- Lo que se puede entender de esta bella composición de Alfonsin Stormi no es precisamente un mensaje tan bello. El significado de este poema se puede interpretar como el deseo de la muerte, el dejarse llevar por las corrientes para llevarla hasta las profundidades del mar y, de ahí, no volver jamás. Dejar de existir, encontrando la tan ansiada clama y despreocupación.
11. Despedida (Jorge Luis Borges)
Entre mi amor y yo han de levantarse
trescientas noches como trescientas paredes
y el mar será una magia entre nosotros.
No habrá sino recuerdos.
Oh tarde merecidas por la pena,
noches esperanzadas de mirarte,
campos de mi camino, firmamento
que estoy viendo y perdiendo…
Definitiva como un mármol
entristecerá tu ausencia otras tardes.
- Las despedidas son un tema muy recurrente en la poesía de aire triste, y Jorge Luis Borges no iba a ser la excepción de vate que escribiera sobre ello. Las despedidas son tristes, especialmente si se sabe que las hay que son puntos finales a una relación, ya sea por ruptura o por muerte.
12. Oda a la tristeza (Pablo Neruda)
Tristeza, escarabajo,
de siete patas rotas,
huevo de telaraña,
rata descalabrada,
esqueleto de perra:
Aquí no entras.
No pasa.
Ándate.
Vuelve
al sur con tu paraguas,
vuelve
al norte con tus dientes de culebra.
Aquí vive un poeta.
La tristeza no puede
entrar por estas puertas.
Por las ventanas
entre el aire del mundo
las rojas rosas nuevas,
las bandera bordadas
del pueblo y sus victorias.
No puedes.
Aquí no entras.
Sacude
tus alas de murciélago,
yo pisaré las plumas
que caen de tu mano
yo barreré los trozos
de tu cadáver hacia
las cuatro puntas del viento,
yo te torceré el cuello,
te coseré los ojos,
cortaré tu mortaja
y enterraré, tristeza, tus huesos roedores
bajo la primavera de un manzano.
- El gran poeta Pablo Neruda nos trajo esta composición que golpea en lo profundo del corazón, describiendo qué es la tristeza. Una emoción que, si bien en cada persona puede aparecer por los más variados motivos, su manifestación psicosomática es muy similar. Es como un insecto, un animal que nos come por dentro, nos duele.
13. Tú, que nunca serás (Alfonsina Storni)
Sábado fue, y capricho el beso dado,
capricho de varón, audaz y fino,
mas fue dulce el capricho masculino
a este mi corazón, lobezno alado.
No es que crea, no creo, si inclinado
sobre mis manos te sentí divino,
y me embriagué. Comprendo que este vino
no es para mí, mas juega y rueda el dado.
Yo soy esa mujer que vive alerta,
tú el tremendo varón que se despierta
en un torrente que se ensancha en río
y más se encrespa mientras corre y poda.
Ah, me resisto, más me tiene toda,
tú, que nunca serás del todo mío.
- Una relación no equilibrada es la que se describe en este poema. En la pareja, hombre y mujer se supone que deberían dar lo mismo, contribuir de la misma manera. Sin embargo, la poetisa aquí se queja de que el varón no está tan volcado, que no la ama tanto como ella a él.
14. Poema del olvido (José Ángel Buesa)
Viendo pasar las nubes fue pasando la vida,
y tú, como una nube, pasaste por mi hastío.
Y se unieron entonces tu corazón y el mío,
como se van uniendo los bordes de una herida.
Los últimos ensueños y las primeras canas
entristecen de sombra todas las cosas bellas;
y hoy tu vida y mi vida son como estrellas,
pues pueden verse juntas, estando tan lejanas…
Yo bien sé que el olvido, como un agua maldita,
nos da una sed más honda que la sed que nos quita,
pero estoy tan seguro de poder olvidar…
Y miraré las nubes sin pensar que te quiero,
con el hábito sordo de un viejo marinero
que aún siente, en tierra firme, la ondulación del mar.
- José Ángel Buesa nos trae este, uno de sus poemas más tristes, en el que describe cómo se unieron dos personas en corazón y alma. Pero la relación se rompió y, pese a que la presencia de uno no ha dejado indiferente al otro, y que siempre conservarán algo de su relación, el olvido pasa a dominarlos, a borrar al otro de una u otra forma.
15. Testamento (Concha García)
Amor mío dos puntos, se cayó
la voluntad de seguir siendo, salgo
enhebrada de tu saliva aún y me
aturde dejar de perseguirte,
tú que fuiste llama en la ojera y calidez de un dedo
locura de apuñalamiento certero, ensayo
noble que se caracterizaba por la insistencia
del tema con un fondo alegórico,
certerísima me quedo donde estoy, ¿qué
está más lejos? ¿Lo que sigue
permaneciendo? Me diseco las manos
para no tener que hacer escrutinios
con las caricias insentidas. Tengo
que escribir aún otro poema
mi sentencia y un método
para olvidarme de tu lengua.
- Concha García vierte en este poema el dolor de la ausencia de aquello que ha tenido, aquella relación que un día fue y otro ya dejó de ser. El poema es un mensaje de la radicalidad de lo efímero, de cómo nuestra realidad un día pasa a ser un borroso recuerdo.
16. Se ha vuelto llanto este dolor ahora (Jaime Sabines)
Se ha vuelto llanto este dolor ahora
y es bueno que así sea.
Bailemos, amemos, Melibea.
Flor de este viento dulce que me tiene,
rama de mi congoja:
desátame, amor mío, hoja por hoja,
mécete aquí en mis sueños,
te arropo como mi sangre, ésta es tu cuna:
déjame que te bese una por una,
mujeres tú, mujer, coral de espuma.
Rosario, sí, Dolores cuando Andrea,
déjame que te llore y que te vea.
Me he vuelto llanto nada más ahora
y te arrullo, mujer, llora que llora.
- Jaime Sabines expresa en este poema un dolor arrebatador. Un alma sensible explica cómo ha sido su mundo con las mujeres, el dolor de su venida, estancia y despedida.
17. Balada (Gabriela Mistral)
Él pasó con otra; yo le vi pasar.
Siempre dulce el viento
y el camino en paz.
¡Y estos ojos míseros
le vieron pasar!
Él va amando a otra
por la tierra en flor.
Ha abierto el espino;
pasa una canción.
¡Y él va amando a otra
por la tierra en flor!
Él besó a la otra
a orillas del mar;
resbaló en las olas
la luna de azahar.
¡Y no untó mi sangre
la extensión del mar!
Él irá con otra
por la eternidad.
Habrá cielos dulces.
(Dios quiera callar.)
¡Y él irá con otra
por la eternidad!
- Este musical poema de Gabriela Mistral, marcado de la dulzura con la que se produce una caricia, la cual toca nuestra alma y nos inocula sentimientos de satisfacción y placer, a su vez expone el dolor que todos hemos sentido al ver a una persona a quien queremos en brazos de otra.
18. Y mirarse a los ojos (Luis García Montero)
Han pasado los vientos,
y mirarse a los ojos no es sencillo.
Vivir esta ciudad
es pisar un jardín de tachaduras,
la presencia infectada de lo que ya no existe,
de lo que fue recinto del invierno
o refugio del sol,
teatro de las lluvias y de los conocidos.
Recorrer la memoria de las habitaciones
Es provocar la niebla del interrogatorio.
Y no deben hablar, pero se anulan
en un silencio turbio
que delata el pasado de las sombras pacíficas,
los cristales hirientes por donde pisa el orden,
las botellas guardadas en mensajes vacíos.
Porque apago las horas
con el interruptor de los olvidos
y retumban los pasos en el sótano.
Imagínate tú, la habitación,
las llaves en la puerta,
los tacones que cruzan el pasillo,
la cremallera seca,
y el cuerpo que no ofrece libertad,
sino cansancio, calor de más,
excusas previsibles.
Así llegan los sueños,
mártires descentrados de un corazón maniático.
Han pasado las leyes del honor y la vida,
las mejores palabras,
y mirarse a los ojos no es sencillo.
- Luis García Montero diluye el dolor propio con el sufrimiento en general. Su poesía busca diluir la experiencia del poeta y el sentido del “yo” en la colectividad, en el común dolor de los mortales.
19. El futuro (Julio Cortázar)
Y sé muy bien que no estarás.
No estarás en la calle,
en el murmullo que brota de noche
de los postes de alumbrado,
ni en el gesto de elegir el menú,
ni en la sonrisa que alivia
los completos de los subtes,
ni en los libros prestados
ni en el hasta mañana.
No estarás en mis sueños,
en el destino original
de mis palabras,
ni en una cifra telefónica estarás
o en el color de un par de guantes
o una blusa.
Me enojaré amor mío,
sin que sea por ti,
y compraré bombones
pero no para ti,
me pararé en la esquina
a la que no vendrás,
y diré las palabras que se dicen
y comeré las cosas que se comen
y soñaré las cosas que se sueñan
y sé muy bien que no estarás,
ni aquí adentro, la cárcel
donde aún te retengo,
ni allí fuera, este río de calles
y de puentes.
No estarás para nada,
no serás ni recuerdo,
y cuando piense en ti
pensaré un pensamiento
que oscuramente
trata de acordarse de ti.
- Julio Cortázar nos trae una poesía cotidiana del desamor, del dolor, la ausencia y vacío dejado por alguien con quien compartíamos y vivíamos todo. La pérdida es una emoción agria, amarga y difícil de deshacer. Nuestro recuerdo de él o ella nos apresa, nos quita libertad.
20. Sé que las ratas… (Margarita Laso)
sé que las ratas me morderán el corazón pero ésta es una despedida
reí y fui
loba
loba en el palomar
loba en el palomar de tus jadeos
buches y espumas rociaron la aurora de los sudores
jadeos tus de palomar él en loba
aunque
entre graznidos y hendiduras
entre zureos grumosos
loba
entre palomas en tus jadeos
digo adiós
la pena canina cubro de vidrio
lenguas y falanges apago al fuego
aros y poros al polvo cocido
esta cachorra arde bajo las burbujas
aullidos sollamados invitan a las ratas
ellas escuchan su piel de chamiza que crepita
sus uñas que raspan el celo cristalino
la esfera de calor de su cuero esquilado las convida
olorosa
sé que me morderán el corazón
lastimero
pero no permitiré que tú lo muerdas
ésta es una despedida
- Margarita Laso nos comparte una poesía triste sobre la separación y la ausencia. Los sentimientos de dolor y sufrimiento manejados por la poetisa son tratados con inusitada elegancia y contundencia.
21. Ars Magna (Leopoldo María Panero)
Qué es la magia, preguntas
en una habitación a oscuras.
Qué es la nada, preguntas,
saliendo de la habitación.
Y qué es un hombre saliendo de la nada,
y volviendo solo a la habitación.
-
Leopoldo María Panero nos transmite en esta poesía el sentimiento de haber salido de una relación, que ahora ya no es nada, y volver solo a la vida cotidiana, a la nueva normalidad tras haber compartido tanto con alguien que ya no está ahí.
-
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22. Silencio (Octavio Paz)
Así como del fondo de la música
brota una nota
Que mientras vibra crece y se adelgaza
Hasta que en otra música enmudece,
brota del fondo del silencio,
otro silencio, aguda torre, espada,
y sube y crece y nos suspende
y mientras sube caen
recuerdos, esperanzas,
las pequeñas mentiras y las grandes,
y queremos gritar y en la garganta
se desvanece el grito:
desembocamos al silencio
en donde los silencios enmudecen.
- En estos versos Octavio Paz nos transmite gran desolación, el dolor de no encontrar la forma de expresar todo su mundo interno, pues las palabras se quedan cortas cuando se intenta expresar todo un torrente de emotividad.
23. ¡Oh, sí! (Charles Bukowski)
Hay cosas peores
que estar solo
pero a menudo toma décadas
darse cuenta de ello
y más a menudo
cuando esto ocurre
es demasiado tarde
y no hay nada peor
que
un demasiado tarde.
- Charles Bukowski nos induce a preguntarnos si hay algo peor que darse cuenta, tarde, de la soledad y el paso fugaz por la vida. Una vida, un tiempo que no se recuperará. Enterarse de cómo el tiempo pasa nos genera una gran angustia existencial.
24. Rima XXX (Gustavo Adolfo Bécquer)
Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mis labios una frase de perdón…
Habló el orgullo y se enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.
Yo voy por un camino, ella por otro;
pero al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: “¿Por qué callé aquel día?”
y ella dirá: “¿Por qué no lloré yo?”
- Gustavo Adolfo Bécquer fue uno de los más grandes representantes del Siglo de Oro de la poesía española. En este poema condensa la angustia del amor y el desamor, la ruptura y el perdón, el final traumático de una relación.
25. Ojos de ayer (Juan Ramón Jiménez)
¡Ojos que quieren
mirar alegres
Y miran tristes!
¡Ay, no es posible
que un muro viejo
dé brillos nuevos;
que un seco tronco
(abra otras hojas)
abra otros ojos
que estos, que quieren
mirar alegres
y miran tristes!
¡Ay, no es posible!
- El paso del tiempo es una temática muy recurrente entre los poemas más amargados, pero también más indudablemente realistas. Juan Ramón Jiménez nos transmite en este poema el dolor y la melancolía mirando hacia su pasado idílico, tiempos que como nuestra feliz infancia o cuando estábamos felices con nuestra pareja ya no volverán.
26 ¡Adiós! (Alfonsina Storni)
Las cosas que mueren jamás resucitan,
las cosas que mueren no tornan jamás.
¡Se quiebran los vasos y el vidrio que queda
es polvo por siempre y por siempre será!
Cuando los capullos caen de la rama
dos veces seguidas no florecerán...
¡Las flores tronchadas por el viento impío
se agotan por siempre, por siempre jamás!
¡Los días que fueron, los días perdidos,
los días inertes ya no volverán!
¡Qué tristes las horas que se desgranaron
bajo el aletazo de la soledad!
¡Qué tristes las sombras, las sombras nefastas,
las sombras creadas por nuestra maldad!
¡Oh, las cosas idas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que así se nos van!
¡Corazón... silencia!... ¡Cúbrete de llagas!...
-de llagas infectas- ¡cúbrete de mal!...
¡Que todo el que llegue se muera al tocarte,
corazón maldito que inquietas mi afán!
¡Adiós para siempre mis dulzuras todas!
¡Adiós mi alegría llena de bondad!
¡Oh, las cosas muertas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que no vuelven más! …
- Alfonsina Storni nos quiere dejar claro que lo que está muerto ya no puede morir. Cuando una relación se rompe, difícilmente volverá a ser lo que era. Cuando una persona fallece, no resucitará. Lo que una vez fue una experiencia feliz de nuestras vidas ya no volverá a ocurrir. El paso del tiempo es algo inevitable, algo que siempre sufriremos.
27. Boca de llanto, me llaman (Jaime Sabines)
Boca de llanto, me llaman
tus pupilas negras,
me reclaman. Tus labios
sin ti me besan.
¡Cómo has podido tener
la misma mirada negra
con esos ojos
que ahora llevas!
Sonreíste. ¡Qué silencio,
qué falta de fiesta!
¡Cómo me puse a buscarte
en tu sonrisa, cabeza
de tierra,
labios de tristeza!
No lloras, no llorarías
aunque quisieras;
tienes el rostro apagado
de las ciegas.
Puedes reír. Yo te dejo
reír, aunque no puedas.
- Una relación llega a su fin, vienen las lágrimas, la tristeza, el intentar que no venga el inevitable final. Pero no se puede evitar lo inevitable. Por muy tristes que estén ambos, por mucho que intenten luchar para continuar siendo uno, a veces, no se puede continuar. La amargura que nos quiere transmitir en este poema Jaime Sabines está bien patente en cada verso.
28. Estoy triste y mis ojos no lloran (Juan Ramón Jiménez)
Estoy triste, y mis ojos no lloran
y no quiero los besos de nadie;
mi mirada serena se pierde
en el fondo callado del parque.
¿Para qué he de soñar en amores
si está oscura y lluviosa la tarde
y no vienen suspiros ni aromas
en las rondas tranquilas del aire?
Han sonado las horas dormidas;
está solo el inmenso paisaje;
ya se han ido los lentos rebaños;
flota el humo en los pobres hogares.
Al cerrar mi ventana a la sombra,
una estrena brilló en los cristales;
estoy triste, mis ojos no lloran,
¡ya no quiero los besos de nadie!
Soñaré con mi infancia: es la hora
de los niños dormidos; mi madre
me mecía en su tibio regazo,
al amor de sus ojos radiantes;
y al vibrar la amorosa campana
de la ermita perdida en el valle,
se entreabrían mis ojos rendidos
al misterio sin luz de la tarde…
Es la esquila; ha sonado. La esquila
ha sonado en la paz de los aires;
sus cadencias dan llanto a estos ojos
que no quieren los besos de nadie.
¡Que mis lágrimas corran! Ya hay flores,
ya hay fragancias y cantos; si alguien
ha soñado en mis besos, que venga
de su plácido ensueño a besarme.
Y mis lágrimas corren... No vienen...
¿Quién irá por el triste paisaje?
Sólo suena en el largo silencio
la campana que tocan los ángeles.
- Juan Ramón Jiménez quiere hacernos llorar recordándonos que siempre los tiempos pasados fueron felices. No porque realmente fueran mejores que los actuales, sino porque nuestra inocencia infantil, jovial filtro que nos suavizaba la realidad, nos hacía pensar que vivíamos en un dulce y cálido sueño permanente. Mentira que se desvanece cuando crecemos y nos enteramos de la cruda realidad.
29. La despedida (José Ángel Buesa)
Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.
Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós.
No sé si me quisiste... No sé si te quería...
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.
Este cariño triste, y apasionado, y loco,
me lo sembré en el alma para quererte a ti.
No sé si te amé mucho... no sé si te amé poco;
pero sí sé que nunca volveré a amar así.
Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo,
y el corazón me dice que no te olvidaré;
pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo,
tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.
Te digo adiós, y acaso, con esta despedida,
mi más hermoso sueño muere dentro de mí...
Pero te digo adiós, para toda la vida,
aunque toda la vida siga pensando en ti.
- José Ángel Buesa nos transmite los interrogantes que todos nos hacemos cuando rompemos con alguien. ¿Nos queríamos? ¿Me quería? ¿O es que nos quisimos demasiado? Sea como sea la relación se ha estropeado, es su final. Duele, pero no hay más que hacer, a parte de lamentarse.
30. Trilce (César Vallejo)
Hay un lugar que yo me sé
en este mundo, nada menos,
adonde nunca llegaremos.
Donde, aun si nuestro pie
llegase a dar por un instante
será, en verdad, como no estarse.
Es ese sitio que se ve
a cada rato en esta vida,
andando, andando de uno en fila.
Más acá de mí mismo y de
mi par de yemas, lo he entrevisto
siempre lejos de los destinos.
Ya podéis iros a pie
o a puro sentimiento en pelo,
que a él no arriban ni los sellos.
El horizonte color té
se muere por colonizarle
para su gran Cualquiera parte.
Mas el lugar que yo me sé,
en este mundo, nada menos,
hombreado va con los reversos.
Cerrad aquella puerta que
está entreabierta en las entrañas
de ese espejo. ¿Ésta? No; su hermana.
No se puede cerrar. No se
puede llegar nunca a aquel sitio
do van en rama los pestillos.
Tal es el lugar que yo me sé.
- César Vallejo trata de describirnos como es el más allá, un lugar al que no se puede visitar en vida, que solo se puede visitar dejando de ser. No llegan las cartas, ni tampoco nos las envían. Los seres queridos que van ahí no vuelven.
31. Tengo miedo (Pablo Neruda)
Tengo miedo. La tarde es gris y la tristeza
del cielo se abre como una boca de muerto.
Tiene mi corazón un llanto de princesa
olvidada en el fondo de un palacio desierto.
Tengo miedo -Y me siento tan cansado y pequeño
que reflejo la tarde sin meditar en ella.
(En mi cabeza enferma no ha de caber un sueño
así como en el cielo no ha cabido una estrella.)
Sin embargo en mis ojos una pregunta existe
y hay un grito en mi boca que mi boca no grita.
¡No hay oído en la tierra que oiga mi queja triste
abandonada en medio de la tierra infinita!
Se muere el universo de una calma agonía
sin la fiesta del Sol o el crepúsculo verde.
Agoniza Saturno como una pena mía,
la Tierra es una fruta negra que el cielo muerde.
Y por la vastedad del vacío van ciegas
las nubes de la tarde, como barcas perdidas
que escondieran estrellas rotas en sus bodegas.
Y la muerte del mundo cae sobre mi vida.
-
Pablo Neruda, como muchos poemas que vierten en sus versos tristeza y melancolía, nos habla de la muerte. El miedo al otro lado, desconocido y, a su vez, misterioso, ha sido siempre una temática recurrente en el imaginario popular y los grandes poetas, como es el caso del chileno, lo han sabido reflejar en poemas como este.
-
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32. Olvido (Carlos Medellín)
Se me olvidó tu nombre,
no recuerdo
si te llamabas luz o enredadera,
pero sé que eras agua
porque mis manos tiemblan cuando llueve.
Se me olvidó tu rostro, tu pestaña
y tu piel por mi boca transitada
cuando caímos bajo los cipreses
vencidos por el viento,
pero sé que eras Luna
porque cuando la noche se aproxima
se me rompen los ojos
de tanto querer verte en la ventana.
Se me olvidó tu voz, y tu palabra,
pero sé que eras música
porque cuando las horas se disuelven
entre los manantiales de sangre
mi corazón te canta.
- Carlos Medellín nos habla de cómo se experimenta una relación de una noche, o de corto espacio de tiempo. una experiencia única, lúcida y vívida pero que, a su vez, se vuelve borrosa, siendo exagerado su recuerdo por el paso del tiempo y, también, su melancolía.
33. La Herida (Luis Gonzaga Urbina)
¿Qué si me duele? Un poco; te confieso
que me heriste a traición; mas por fortuna,
tras el rapto de ira vino una
dulce resignación… Pasó el exceso.
¿Sufrir? ¿Llorar? ¿Morir? ¿Quién piensa en eso?
El amor es un huésped que importuna;
mírame cómo estoy; ya sin ninguna
tristeza que decirte. Dame un beso.
Así; muy bien; perdóname, fui un loco;
tú me curaste -gracias-, y ya puedo
saber lo que me imagino y lo que toco:
En la herida que hiciste pon el dedo;
¿qué si me duele? Si; me duele un poco,
mas no mata el dolor… No tengas miedo…
- Otro poema que habla de rupturas. En este caso, Luis Gonzaga Urbina nos habla de perdón, de súplica por intentar hacer que todo vuelva a la normalidad anterior a la infidelidad, no el sentido carnal de la expresión, sino más bien de confianza y apoyo mutuo.
34. Me doy cuenta de que me faltas… (Jaime Sabines)
Me doy cuenta de que me faltas
y de que te busco entre las gentes, en el ruido,
pero todo es inútil.
Cuando me quedo solo
me quedo más que solo
solo por todas partes y por ti y por mí.
No hago sino esperar.
Esperar todo el día hasta que no llegas.
Hasta que me duermo
y no estás y no has llegado
y me quedo dormido
y terriblemente cansado
preguntando.
Amor, todos los días.
Aquí a mi lado, junto a mí, me haces falta.
Puedes empezar a leer eso
y cuando llegues aquí empezar de nuevo.
Cierra estas palabras como un círculo
como un aro, échalo a rodar, enciéndelo.
Estas cosas giran en torno a mí igual que moscas, en mi garganta como moscas en un frasco.
Yo estoy arruinado.
Estoy arruinado en mis huesos,
todo es pesadumbre.
- Jaime Sabines nos habla de la ausencia de otra persona. Cuando alguien se va de nuestras vidas, por el motivo que sea, no puede evitarse sentir un dolor en el interior, una angustia y un sentimiento de estar arruinado. Ese sentimiento, ese creer que uno se ha arruinado, no es en un sentido monetario, sino más bien emocional, de sentir como nuestro mundo interior y nuestra vida en general colapsa como un castillo de naipes.
35. Espero (Mario Benedetti)
Te espero cuando la noche se haga día,
suspiros de esperanzas ya perdidas.
No creo que vengas, lo sé,
sé que no vendrás.
Sé que la distancia te hiere,
sé que las noches son más frías,
Sé que ya no estás.
Creo saber todo de ti.
Sé que el día de pronto se te hace noche:
sé que sueñas con mi amor, pero no lo dices,
sé que soy un idiota al esperarte,
Pues sé que no vendrás.
Te espero cuando miremos al cielo de noche:
tu allá, yo aquí, añorando aquellos días
en los que un beso marcó la despedida,
Quizás por el resto de nuestras vidas.
Es triste hablar así.
Cuando el día se me hace de noche,
Y la Luna oculta ese sol tan radiante.
Me siento sólo, lo sé,
nunca supe de nada tanto en mi vida,
solo sé que me encuentro muy sólo,
y que no estoy allí.
Mis disculpas por sentir así,
nunca mi intención ha sido ofenderte.
Nunca soñé con quererte,
ni con sentirme así.
Mi aire se acaba como agua en el desierto.
Mi vida se acorta pues no te llevo dentro.
Mi esperanza de vivir eres tu,
y no estoy allí.
¿Por qué no estoy allí?, te preguntarás,
¿Por qué no he tomado ese bus que me llevaría a ti?
Porque el mundo que llevo aquí no me permite estar allí.
Porque todas las noches me torturo pensando en ti.
¿Por qué no solo me olvido de ti?
¿Por qué no vivo solo así?
¿Por qué no solo….
- Mario Benedetti habla de esperar, esperar en su sentido de espera y, también, de esperanza. Esperanza esperando que vuelva alguien amado, esperar teniendo esperanza de que vuelva para que todo se solucione. No nos olvidamos de esa persona, por lo tanto, seguimos esperándola.
36. Indolencia (Alfonsina Storni)
A pesar de mí misma te amo; eres tan vano
como hermoso, y me dice, vigilante, el orgullo:
«¿Para esto elegías? Gusto bajo es el tuyo;
no te vendas a nada, ni a un perfil de romano»
Y me dicta el deseo, tenebroso y pagano,
de abrirte un ancho tajo por donde tu murmullo
vital fuera colado… Sólo muerto mi arrullo
más dulce te envolviera, buscando boca y mano.
¿Salomé rediviva? ¿Son más pobres mis gestos?
Ya para cosas trágicas malos tiempos son éstos.
Yo soy la que incompleta vive siempre su vida.
Pues no pierde su línea por una fiesta griega
y al acaso indeciso, ondulante, se pliega
con los ojos lejanos y el alma distraída.
- Otro poema triste de Alfonsina Storni, poeta que dispone de un amplio repertorio de ellos. Una mujer ama a un hombre, pero de la misma manera que ese hombre tiene sus fortalezas también tiene sus debilidades, a veces tan graves y tantas que hace que la mujer se cuestione su propio gusto. Pero, ya se sabe, el amor muchas veces es ciego y tonto.
37. Acabar con todo (Octavio Paz)
Dame, llama invisible, espada fría,
tu persistente cólera,
para acabar con todo,
oh mundo seco,
oh mundo desangrado,
para acabar con todo.
Arde, sombrío, arde sin llamas,
apagado y ardiente,
ceniza y piedra viva,
desierto sin orillas.
Arde en el vasto cielo, laja y nube,
bajo la ciega luz que se desploma
entre estériles peñas.
Arde en la soledad que nos deshace,
tierra de piedra ardiente,
de raíces heladas y sedientas.
Arde, furor oculto,
ceniza que enloquece,
arde invisible, arde
como el mar impotente engendra nubes,
olas como el rencor y espumas pétreas.
Entre mis huesos delirantes, arde;
arde dentro del aire hueco,
horno invisible y puro;
arde como arde el tiempo,
como camina el tiempo entre la muerte,
con sus mismas pisadas y su aliento;
arde como la soledad que te enamora,
arde en ti mismo, ardor sin llama,
soledad sin imagen, sed sin labios.
Para acabar con todo,
oh mundo seco,
para acabar con todo.
- Octavio Paz nos muestra con este poema una reflexión sobre la vida misma, sobre un sentimiento que en más de una ocasión nos ha invadido. En algún momento todos hemos pensado en dejarlo todo. El desamor, el duelo, la soledad, la frustración… todas estas emociones y muchas más pueden hacernos plantearnos el por qué de nuestras vidas y hacia donde las queremos redirigir.
38. Llegada al mar (José Hierro)
Cuando salí de ti, a mí mismo
me prometí que volvería.
Y he vuelto. Quiebro con mis piernas
tu serena cristalería.
Es como ahondar en los principios,
como embriagarse con la vida,
como sentir crecer muy hondo
un árbol de hojas amarillas
y enloquecer con el sabor
de sus frutas más encendidas.
Como sentirse con las manos
en flor, palpando la alegría.
Como escuchar el grave acorde
de la resaca y de la brisa.
Cuando salí de ti, a mí mismo
me prometí que volvería.
Era en otoño, y en otoño
llego, otra vez, a tus orillas.
(De entre tus ondas el otoño
nace más bello cada día.)
Y ahora que yo pensaba en ti
constantemente, que creía…
(Las montañas que te rodean
tienen hogueras encendidas.)
Y ahora que yo quería hablarte,
saturarme de tu alegría…
(Eres un pájaro de niebla
que picotea mis mejillas.)
Y ahora que yo quería darte
toda mi sangre, que quería…
(Qué bello, mar, morir en ti
cuando no pueda con mi vida.)
- José Hierro nos desgarra con un poema que describe el dolor de la separación y el ansia del retorno. Este poema nos transmite la tan germana emoción del Sehnsucht, la gallega morriña y la portuguesa saudade, sentimientos de tristeza por añorar a alguien y desear que pronto esté a nuestra vera.
39. Despedida (Gabriel Celaya)
Quizás, cuando me muera,
dirán: Era un poeta.
Y el mundo, siempre bello, brillará sin conciencia.
Quizás tú no recuerdes,
quién fui, mas en ti suenen
los anónimos versos que un día puse en ciernes.
Quizás no quede nada
de mí, ni una palabra,
ni una de estas palabras que hoy sueño en el mañana.
Pero visto o no visto,
pero dicho o no dicho,
yo estaré en vuestra sombra, ¡oh hermosamente vivos!
Yo seguiré siguiendo,
yo seguiré muriendo,
seré, no sé bien cómo, parte del gran concierto.
- Gabriel Celaya dota a este poema de un gran vigor, pero con el desgarro del dolor por la certeza de la muete, aunque con cierto mensaje de optimismo. No es posible no dejarse llevar por la melancolía en este poema, que deja al final una sombra de esperanza.
40. Estoy cansado (Luis Cernuda)
Estar cansado tiene plumas,
tiene plumas graciosas como un loro,
plumas que desde luego nunca vuelan,
mas balbucean igual que loro.
Estoy cansado de las casas,
prontamente en ruinas sin un gesto;
estoy cansado de las cosas,
con un latir de seda vueltas luego de espaldas.
Estoy cansado de estar vivo,
aunque más cansado sería es estar muerto;
estoy cansado del estar cansado
entre plumas ligeras sagazmente,
plumas del loro aquel tan familiar o triste,
el loro aquel del siempre estar cansado.
- Luis Cernuda nos camufla, de forma un tanto cómica y graciosa, el sufrimiento, el dolor y el deseo de dejar de sufrir. Pero, aunque habla de la muerte y ve en la vida algo que genera cansancio, no ve como muy buena idea el estar muerto, que pinta que también es algo agotador. El mensaje detrás de todo esto es que el simple hecho de existir, sea en este plano, sea en el otro mundo, cansa si no se tiene muchas ganas de existir.
41. Y sin embargo
De sobras sabes que eres la primera,
que no miento si juro que daría
por ti la vida entera,
por ti la vida entera;
y, sin embargo, un rato, cada día,
ya ves, te engañaría con cualquiera,
te cambiaría por cualquiera.
Ni tan arrepentido ni encantado
de haberme conocido, lo confieso.
Tú que tanto has besado,
tú que me has enseñado,
sabes mejor que yo que hasta los huesos
sólo calan los besos que no han dado,
los labios del pecado.
Porque una casa sin ti es una emboscada,
el pasillo de un tren de madrugada,
un laberinto
sin luz ni vino tinto,
un velo de alquitrán en la mirada.
Y me envenenan
los besos que voy dando
y, sin embargo, cuando
duermo sin ti contigo sueño,
y con todas si duermes a mi lado,
y si te vas me voy por los tejados
como un gato sin dueño
perdido en el pañuelo de amargura
que empaña sin mancharla tu hermosura.
No debería contarlo y, sin embargo,
cuando pido la llave de un hotel
y a media noche encargo
un buen champán francés
y cena con velitas para dos,
siempre es con otra, amor,
nunca contigo,
bien sabes lo que digo.
Porque una casa sin ti es una oficina,
un teléfono ardiendo en la cabina,
una palmera
en el museo de cera,
un éxodo de oscuras golondrinas.
Y cuando vuelves
hay fiesta en la cocina
y bailes sin orquesta
y ramos de rosas con espinas,
pero dos no es igual que uno más uno
y el lunes al café del desayuno
vuelve la guerra fría
y al cielo de tu boca el purgatorio
y al dormitorio el pan de cada día.
- El poeta y cantautor Joaquín Sabina relata en este poema la angustia que siente el narrador frente a la dualidad de seguir queriendo a su amada pero estando al mismo tiempo con otras mujeres. Durante el poema, el autor relata la soledad que siente sin su amada y el dolor que le provoca su ausencia tanto en su casa como en la intimidad de la cama.
42. Casa Abierta (Theodore Roethke)
Mis secretos gritan fuerte.
No tengo necesidad de lengua.
Mi corazón ofrece hospitalidad,
Mis puertas se abren libremente.
Una épica de los ojos
Mi amor, sin ningún disfraz.
Mis verdades están todas previstas,
Esta angustia revelada a sí misma.
Estoy desnudo hasta los huesos,
Con la desnudez me escudo.
Lo que uso es el mí mismo:
Conservo sobrio el espíritu.
La ira permanecerá,
Los actos dirán la verdad
En lenguaje exacto y puro
Detengo la engañadora boca:
La furia reduce mi más claro grito
A una agonía tonta.
- El poeta estadounidense Theorode Roethke fue un auténtico genio del ritmo y las imágenes angustiantes. Y eso es precisamente lo que encontramos en este poema: un contínuo devenir de elementos evocadores de angustia por donde el autor nos hace transitar fugazmente.
43. Quizás en otra vida (Mario Benedetti)
Quizás en otra vida
juntos podamos
descubrir un primer
beso y hacer de algún
camino el cómplice
callado de nuestro
amor.
Quizás en otra vida
está soledad que hoy
sufro, sea sólo un
mal recuerdo y encuentre
de tu mano el amor.
Quizá en otra vida te
espere en una esquina,
tal vez con una rosa
y un te amo entre
los labios, quizás
abrace tu cintura, camino
a nuestro hogar… quizás
en otra vida
- En este poema encontramos un descorazonador relato sobre un amor que casi fue y no pudo ser. El autor se lamenta preguntándose si quizás en otra vida las cosas irán mejor para la pareja y el amor triunfará.
44. Tristezas de la luna (Charles Baudelaire)
Esta noche la luna sueña con más pereza,
Cual si fuera una bella hundida entre cojines
Que acaricia con mano discreta y ligerísima,
Antes de adormecerse, el contorno del seno.
Sobre el dorso de seda de deslizantes nubes,
Moribunda, se entrega a prolongados éxtasis,
Y pasea su mirada sobre visiones blancas,
Que ascienden al azul igual que floraciones.
Cuando sobre este globo, con languidez ociosa,
Ella deja rodar una furtiva lágrima,
Un piadoso poeta, enemigo del sueño,
De su mano en el hueco, coge la fría gota
como un fragmento de ópalo de irisados reflejos.
Y la guarda en su pecho, lejos del sol voraz.
- Un bello poema de Charles Baudelaire empapado de tristeza en el que se describe un paisaje nocturno, frío, lúgubre y casi sin vida. La luna siempre ha sido una de las principales inspiraciones para poetas durante siglos y nadie como Baudelaire supo retratar un paisaje nocturno de luna llena y tan fantasmal como éste.
45. Instantes (Jorge Luis Borges)
Si pudiera vivir nuevamente mi vida,
en la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido,
de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería menos higiénico.
Correría más riesgos,
haría más viajes,
contemplaría más atardeceres,
subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares adonde nunca he ido,
comería más helados y menos habas,
tendría más problemas reales y menos imaginarios.
Yo fui una de esas personas que vivió sensata
y prolíficamente cada minuto de su vida;
claro que tuve momentos de alegría.
Pero si pudiera volver atrás trataría
de tener solamente buenos momentos.
Por si no lo saben, de eso está hecha la vida,
sólo de momentos; no te pierdas el ahora.
Yo era uno de esos que nunca
iban a ninguna parte sin un termómetro,
una bolsa de agua caliente,
un paraguas y un paracaídas;
si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.
Si pudiera volver a vivir
comenzaría a andar descalzo a principios
de la primavera
y seguiría descalzo hasta concluir el otoño.
Daría más vueltas en calesita,
contemplaría más amaneceres,
y jugaría con más niños,
si tuviera otra vez vida por delante.
Pero ya ven, tengo 85 años...
y sé que me estoy muriendo.
- Un poema adjudicado al genio argentino Jorge Luis Borges que invita a vivir la vida con plenitud pero con un final verdaderamente triste. Esta obra nos habla del paso del tiempo en un tono agridulce y repasa todo aquello que el autor cambiaría si volviese a vivir su vida.