¿Cuántas veces te ha pasado que has sentido incomodidad en una situación donde la comunicación se torna tensa o se rompe por un gesto de la persona con la que estás manteniendo una conversación?
En las relaciones, la mayoría de los problemas y malentendidos vienen dados por falta de habilidades de gestión emocional y de herramientas de comunicación, así como el uso de gestos que cargan tensión al momento; vamos a ver cómo estos gestos dañan la relación poco a poco y cómo darnos cuenta de lo que pasa para cambiar ese patrón.
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La comunicación no verbal y su impacto en las relaciones
La relación puede menguar porque las personas implicadas no saben expresarse o asumen que la otra persona conoce lo que hay dentro de su cabeza, y si a esto le sumamos gestos corporales o faciales que demuestran nuestros disgustos, se hace más difícil entendernos mutuamente.
Las personas crecemos y maduramos con las experiencias de vida, pero nos falta educación a nivel emocional y no conocemos otras formas de reaccionar o gesticular que las aprendidas en la infancia y adolescencia de nuestro entorno familiar y social, con lo cual algunos permanecen infantiles en sus reacciones corporales a la hora de hablar. Es como si cuando habláramos continuáramos usando las mismas palabras que usábamos cuando fuimos niños.
Los gestos
Los gestos se refieren a los movimientos que hacemos con nuestro rostro y cuerpo, con los que reaccionamos a una situación o comentario. Hay gestos que suelen hacer daño a la comunicación y las personas no se dan cuenta de que los realizan, como por ejemplo cuando rotamos nuestros ojos volteándolos para arriba en señal de fastidio, o al fruncir los labios apretándolos y adelantando la mandíbula en señal de no aceptación o no reconocimiento de algo que nos dicen; también refunfuñar en señal de resistencia. Otro de los gestos es cerrar los ojos lentamente de manera voluntaria mientras apretamos las muelas traseras como señal de disgusto. O darse a uno mismo un toque en la frente con la mano abierta juntando los dedos como forma de comunicar algo que nos impacienta o forma de señalar que el otro no piensa, quizás insinuándole que es tonto; suele ir acompañado de un resoplido o suspiro, también estando de pie con los brazos cruzados en señal enfado.
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Los sonidos
La comunicación no verbal también incluye los ruidos o sonidos que podemos plasmar en onomatopeyas, como cuando respiramos profundamente y soplamos aire con fuerza y los labios un poco juntos, creando un sonido como forma de comunicar que estamos disgustados intentando digerir una emoción complicada. O cuando resoplamos en señal de hastío o tedio, apatía o indolencia, o que no estamos de acuerdo, esos que se escriben como pfff o jumm.
La necesidad de aprender a comunicar bien
Como podemos ver, esta forma del lenguaje representa emociones espesas que necesitan ser expresadas y no sabemos entenderlas o gestionarlas para ser comunicadas con lenguaje verbal; estas formas de comunicación corporal nos indican claramente nuestro estado emocional interno, son aprendidas en la infancia y que nunca volvimos a evaluar. No estamos hablando de que debemos reprimir las emociones para controlar la reacción corporal que comunica esa emoción de forma gesticular. Es importante validar la forma en que nos sentimos, pero debemos observar nuestras reacciones y comportamientos a nivel de cuerpo si son como las anteriormente descritas, ya que son reacciones provenientes de la forma en como interpretamos lo que nos está sucediendo, que sigue siendo infantil, ya que no hemos hecho el trabajo de consciencia para entender si estamos actuando de esta manera y hacer un cambio en el patrón.
Observándonos de manera objetiva podremos reconocer en qué nivel de autoconocimiento y madurez emocional estamos, y así crecer. Se necesita humildad y valentía para aceptar cuándo estamos siendo infantiles en la forma en que estamos reaccionando, porque nos lleva a cuestionarnos si estamos interpretando de forma adecuada lo que nos comunican.
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¿Cómo lograrlo?
El ejercicio consiste en estar atentos a nuestro cuerpo y cómo se comporta en esos determinados momentos, atentos a esas emociones que están transitando dentro; sentirlas intentado describirlas con palabras, ¿cómo se están sintiendo las emociones en el cuerpo?
Otra forma de adquirir consciencia sobre nosotros mismos y si estamos siendo víctima de esos gestos automáticos consiste en cerrar los ojos y entrar en el recuerdo de aquella conversación que tuvimos que no acabó bien, y sin culpar a nadie (sólo queremos saber si tenemos incorporados estos gestos), observar nuestra persona como si fuera alguien más, (imagínate que eres alguien que no te conoce). Mirándote, observándote detenidamente. ¿Cómo te mueves? ¿Cómo reaccionas? ¿Cómo dices las cosas, qué tono usas? Y la pregunta clave: ¿Estoy usando estos gestos? ¿Es necesario agregar tensión al momento con estas actitudes? No te juzgues ni te reproches, sólo ten consciencia y estate atento en ti.
No pasa nada, acepta noblemente si estás usando gestos automáticos, que no ayudan a tener buena comunicación, porque a partir de aquí, teniendo una visión de ti, entiendes lo que has de evitar para no ser nunca más una víctima de tu patrón al reaccionar.
Para lograr tener una gestión y control sobre estas formas de comunicación es necesario atravesar ese proceso de observación; hemos de tomarnos este entrenamiento como un proceso de investigación, también observando a otras personas en circunstancias parecidas y valorar cómo actúan y reaccionan, valorar en qué medida los participantes se incomodan, cómo afecta el estado de ánimo del otro, qué les aportan y pensar cuál sería una forma más adecuada de gesticular el cuerpo.
Imagínate que siempre que debes tener una conversación importante con tu pareja, esta reacciona con gestos, actitudes y comportamientos de este tipo; llegará un momento en el que incluso evitas la comunicación porque se torna tensa e incómoda, y te cansas, únicamente porque la otra persona está teniendo un lenguaje corporal infantil que es fácil de madurar.
Norma Conde
Norma Conde
Psicoterapeuta, Tratamiento del Estrés, Ansiedad, Depresión, Duelo, Autoestima, Gestión emocional, Terapia de pareja.
Se trata de ser conscientes de nuestro cuerpo y cómo este siente las emociones, de entender cuáles son esas señales que enviamos con nuestros gestos a la otra persona y que cambia el contexto de la comunicación, que no ayuda a que esta fluya de una forma natural sin crear un ambiente con mala energía.
También ayuda el aplicar técnicas de relajación corporal, antes de las conversaciones incómodas, hacer respiraciones profundas, ejercicios de tensión y distensión muscular. De esta manera flexibilizamos y descargamos un poco el cuerpo. Recordemos que las emociones se sienten en el cuerpo, debemos implicarlo en la gestión de estas.