Un gran hito en la Historia fue la Revolución Científica, un movimiento y un período histórico, iniciado a finales del siglo XVII en Europa, a través del cual surge la ciencia y se producen grandes avances en este campo (también a nivel social), durante la Edad moderna temprana.
¿Qué ideas nuevas surgieron en este movimiento y qué otras fueron desterradas? ¿Qué características tuvo? ¿Cuáles son las figuras que destacaron en esta época? ¿Cuál fue el papel de las mujeres? Responderemos a estas y otras cuestiones en este artículo.
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Revolución Científica: ¿qué fue?
La Revolución Científica fue una época histórica y un movimiento en el que los conocimientos científicos del momentos fueron desafiados y hasta reemplazados por nuevas ideas. Estas ideas correspondían sobre todo al campo de la química, la física, la medicina, la biología y la astronomía.
En aquella época, preponderaban las ideas religiosas, místicas y supersticiosas, a través de las cuales se atribuían las responsabilidades y consecuencias de los hechos a seres superiores y sobrenaturales.
Con la Revolución Científica, esto cambió, y las explicaciones de los fenómenos naturales empezaron a hacerse aludiendo a la razón y el conocimiento empírico. Gracias a este movimiento, las ciencias modernas avanzaron, lo que además, supuso un gran cambio a nivel social. El hecho de pasar de realizar investigaciones fundadas en las ideas ligadas a la teología (pasadas por el filtro de filósofos como Aristóteles o Santo Tomás de Aquino) a otras en las que se partía de los hechos observados y las hipótesis contrastables marcó un antes y un después.
En cuanto a su temporalidad, la Revolución Científica empezó a finales del siglo XVII (finales del Renacimiento) y se extendió hasta el siglo XVIII (inicios de la Ilustración). Concretamente, se sitúan sus inicios en el año 1543.
¿Dónde empezó? Generalmente se afirma que en Europa, aunque poco a poco llegó a convertirse en una revolución global.
Características y término “revolución”
Como dato curioso, el término “Revolución” para hacer referencia a este período histórico fue acuñado, en 1939, por el historiador y filósofo francés Alexandre Koyré.
A través de este término (que generó bastante controversia), el historiador quiso remarcar el cambio de paradigmas que se produjo en el mundo, en relación a cómo se analizaba y se observaba la realidad hasta el momento; fue una rotura con todo lo anterior, un nuevo comienzo que involucraba la ciencia y el conocimiento pero también la sociedad.
Así, con este término también se aludía a este período histórico como un período lleno de transformaciones en las principales instituciones académicas y científicas. Con la Revolución Científica, surge una nueva comunidad científica, que buscaba encontrar la verdad (y analizarla) a través de la razón, del estudio, del conocimiento y de la comprobación.
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Ideas desterradas
Pero, ¿qué conceptos o ideas dejó atrás la Revolución Científica?
Este movimiento abarcó muchos campos del saber, como hemos dicho, y sus efectos fueron realmente extensos. Una de las ideas que derribó la Revolución Científica tiene que ver con la idea de que la Tierra era el centro del Universo (concepto Aristotélico).
Otra de las ideas que derribó la Revolución Científica fue la creencia de que la materia era un elemento continuo; en ese momento, se empezó a estructurar la materia y la realidad desde una perspectiva matemática, a través de las ideas de Platón y de Pitágoras, entre otros.
Por otro lado, se rechazó también la idea de que la tarea de la filosofía debía ser hacer compatible las explicaciones de la realidad, por un lado, con la idea de la existencia de Dios. Esto permitió que la ciencia tal y como la conocemos se desarrollase nutriéndose de los esfuerzos de una filosofía emancipada de la religión en gran parte.
Ideas nuevas
Las nuevas ideas que llegaron a través de la Revolución científica fueron múltiples, aunque aquí hemos recogido algunas de las más relevantes. Dichas ideas hacen alusión a cómo se entendía la realidad en aquella época.
1. Composición de los cuerpos
Con la Revolución científica, llega la idea de que los cuerpos no están compuestos por elementos como el agua, el fuego, la tierra o el aire, sino por átomos y moléculas.
2. La luz
Se determina que la luz es un haz en el que coexisten los colores, los cuales son absorbidos o refractados por los diferentes objetos, que es lo que nos permite distinguirlos y apreciarlos.
3. Selección natural
Los seres vivos resultan de la selección natural, un proceso evolutivo propuesto por Charles Darwin, y que sostiene que las condiciones del medio son las que favorecen o dificultan (seleccionan) la reproducción de los organismos, según sus particularidades y características.
Iniciadores de la Revolución Científica
Encontramos grandes figuras que aportaron su granito de arena para hacer posible la Revolución Científica, tanto hombres como mujeres, aunque a éstas últimas nunca se les otorgó la importancia merecida y que realmente tuvieron, porque siempre pasaron “desapercibidas” o simplemente se las silenciaba. Más adelante, en el presente artículo, abordaremos esta temática de forma resumida.
Aquí rescatamos el nombre de cuatro autores relevantes que fueron ampliamente conocidos por sus aportaciones, las cuales permitieron el camino hacia la Revolución Científica.
1. Galileo Galilei
En el campo de la astronomía, debemos destacar la figura del astrónomo, filósofo, ingeniero, matemático y físico italiano Galileo Galilei, autor de la primera ley de movimiento para la observación astronómica.
2. Nicolás Copérnico
Nicolás Copérnico fue un monje astrónomo del Renacimiento, autor de la teoría heliocéntrica del Sistema Solar, según la cual la Tierra y los planetas giran alrededor del Sol.
Dicha teoría fue muy destacada en la Revolución científica, ya que se opuso a la teoría preponderante hasta el momento, la teoría geocéntrica, según la cual la Tierra era el centro del universo.
3. Johannes Kepler
Johannes Kepler, otro astrónomo, esta vez de orígen alemán, que también era matemático. Su aportación fue la de enumerar las leyes sobre el movimiento de los planetas en su órbita alrededor del Sol.
4. Isaac Newton
El gran conocido Isaac Newton, físico y matemático inglés (entre otras profesiones), formuló la ley de gravitación, así como otras, relacionadas con la realidad, que modificaban la comprensión que tenían hasta el momento de las matemáticas y la física. Sus hallazgos en este campo aún dan forma al modo en el que entendemos y explicamos la realidad hoy en día, y las leyes que desarrolló no han sido sustituidas por otros constructos científicos.
Género y Revolución científica
Londa Schiebinger, una destacada profesora de Historia de la ciencia de la Universidad de Stanford, se ha dedicado a investigar el tema del género y la revolución científica.
Una de sus observaciones ha sido el hecho de que en plena agitación de los círculos médicos del momento, uno de los temas centrales que trataban, y muy controvertido, era el de la naturaleza femenina. Schiebinger denuncia, además, que los viejos estereotipos de la época sobre las mujeres influyeron sobre los impulsores de la revolución.
En esta línea, la investigadora remarca la visión del útero como algo “maldito” y causante de múltiples enfermedades, por parte de filósofos de la Grecia clásica (como Platón o Demócrito). Esta y otras discusiones sobre los órganos sexuales femeninos, que encontramos en el orígen de la ciencia moderna, colocaban a la mujer en una posición claramente inferior (o secundaria) respecto a los hombres.
Otras expertas en la materia, como Pilar Castrillo, profesora de Filosofía en la UNED, denuncia el hecho de que, durante la Revolución Científica, no hubo revolución alguna para la mujer, y su papel dentro de la ciencia se relegó siempre a un segundo plano.
Así que, aunque la Revolución científica fue un período histórico de grandes avances para la ciencia, hubo facetas o aspectos, como el del papel de las mujeres, que se quedó olvidado sin poder avanzar.
Referencias bibliográficas:
- Goldstein, B.R. (2016). Copernicus and the Origin of his Heliocentric System. Journal for the History of Astronomy, 33(3): pp. 219 - 235.
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