El sistema educativo cuenta con muchos mecanismos para lograr que todos los estudiantes cumplan con los objetivos marcados. Uno de ellos es el de la intervención educativa.
Este concepto será el hilo conductor de este artículo, de manera que nos permitirá conocer todas las facetas de dicho método, sus ventajas y principales aplicaciones, además de los diferentes tipos que podemos encontrar.
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¿En qué consiste la intervención educativa?
Cuando hablamos de intervención educativa nos estamos refiriendo a una serie de medidas llevadas a cabo por los educadores para conseguir que los alumnos que están a su cargo consigan cumplir con las metas establecidas para el nivel de enseñanza en el que se encuentran.
En otras palabras, esta técnica tiene como fin el conseguir que todo estudiante consiga alcanzar los objetivos que se han establecido en el currículo correspondiente a su nivel educativo, y por lo tanto logre un completo aprovechamiento de todas las asignaturas del curso que ha realizado.
La función de la intervención educativa es contar con un sistema en el que ningún alumno se quede atrás, sino que los educadores sepan cómo proporcionar a estos niños que están experimentando dificultades, los recursos que necesitan para superar esas barreras y finalizar el curso habiendo alcanzado las metas marcadas en un inicio.
Por lo tanto, la intervención educativa va a tener lugar siempre que un profesor observe que alguno de sus estudiantes está experimentando algún problema en el momento de adquirir unos determinados conocimientos o habilidades. Es entonces cuando el profesional deberá iniciar el protocolo para asistir al estudiante y promover su aprendizaje a través de herramientas a su medida.
Si la intervención educativa se aplica de una manera favorable, el resultado será que, una vez finalizado el ciclo educativo en el que los alumnos se encuentren, todos ellos habrán podido alcanzar las metas que les correspondían, ya sea mediante las clases regulares o gracias a ese apoyo extra que habrán recibido las personas que lo hayan requerido.
Principales características de la intervención educativa
Ya conocemos la idea general que subyace a la intervención educativa. Ahora debemos centrarnos en todas aquellas características que conformarían la actuación más correcta y por lo tanto aquella que va a proporcionar una mayor tasa de éxito.
Aún así, no hay que olvidar nunca que cada caso es único y más cuando hablamos de personas, por lo que lo que necesita un alumno en un momento dado para superar un bache educacional, no tiene por qué ser exactamente lo mismo que requiere alguno de sus compañeros frente a un problema similar.
Será, por tanto, labor del educador saber cómo adaptar todas las características que vamos a ver, para conseguir que el efecto de la intervención educativa sea óptimo y así logre que sus estudiantes superen todos los posibles escollos que pudieran surgir a lo largo de su proceso formativo en el aula.
1. Concreción
La primera de las características de la intervención educativa la hemos anticipado de alguna manera en las líneas anteriores, y no es otra que la concreción. Es decir, esta técnica debe ser concreta para el caso que nos ocupa y como tal ha de adaptarse al alumno en cuestión que está sufriendo las dificultades para lograr un determinado objetivo.
En este sentido, la intervención educativa será un procedimiento entre únicamente dos partes, el educador y el alumno. Entre ambos, diseñarán un plan para conseguir el objetivo que está poniendo en aprietos al niño. Se establecerán los pasos que han de seguir para lograr dicha meta.
2. Integración
Pero la intervención educativa, aunque está desarrollada por el educador, en conjunto con el alumno, no debe verse limitada por ellos. Por el contrario, el contexto familiar debe ser un apoyo para el estudiante. Por lo tanto, los padres del niño deben, igualmente, proporcionarle las herramientas que necesita para conseguir superar los impedimentos que ha encontrado.
Los familiares también tienen el importante papel de identificar posibles elementos educativos que le estén ocasionando problemas al pequeño, de cara a poder anticiparse y comunicárselo al profesor, por si este no se hubiera percatado aún de la dificultad. De esta manera, ganarán un tiempo muy valioso, pudiendo el educador iniciar la intervención educativa cuanto antes.
Así, lograrán que el alumno vuelva sus pasos para afianzar ese conocimiento que no había logrado en un primer momento, evitando que se produzca el temido efecto de bola de nieve, que se da cuando no se comprende un concepto que resulta clave para entender los siguientes, y así sucesivamente.
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3. Evaluación
Una parte fundamental de la intervención educativa es la que hace referencia a la evaluación, es decir, a la comprobación de que, efectivamente, ha sido eficaz y por lo tanto el estudiante ha conseguido integrar los conocimientos que anteriormente le generaban una cierta dificultad.
Para este proceso, el papel del educador es clave, pues deberá ser quien evalúe y proponga además técnicas de autoevaluación con las que el alumno compruebe por sí mismo si ahora es capaz de manejar esos conceptos o, por el contrario, todavía le están causando problemas.
La evaluación ha de ser continua, pues de esta manera el profesor sabrá si el proceso de intervención educativa está siendo efectivo o si por el contrario debe seguir adaptándolo a las necesidades del alumno para así conseguir el fin que ambos se han propuesto.
4. Papel activo del alumno
Es importante tener claro que el estudiante ha de mantener un papel activo durante todo el procedimiento de la intervención educativa, por lo que esta no puede limitarse únicamente a una exposición de la lección por parte del profesor. Por el contrario, el alumno debe ser partícipe del proceso, realizando las actividades que el educador le encomiende e incluso siendo proactivo.
Solo con esa implicación conseguiremos realmente que el niño procese adecuadamente los conceptos a los que se está enfrentando, consolidándolos y superando por lo tanto las metas que se le hubieran fijado en el currículo correspondiente. De esta manera, educador y estudiante actuarán como un equipo con un objetivo común, y el éxito nacerá de la interacción entre ambos.
5. Plazos temporales
Una intervención educativa no puede ser una herramienta que se alargue en el tiempo de manera indefinida. Por el contrario, se deben establecer unos plazos de trabajo desde el principio donde queden claros tanto estos como las metas que deben conseguirse en ese periodo.
Si se alcanzaran los plazos marcados y los objetivos no se hubieran completado aún, deberá establecerse una nueva intervención educativa, revisando qué ha fallado en la anterior para adecuar la siguiente estrategia sin que se caiga en las mismas situaciones por las que se falló en el primer intento.
En cualquier caso, ya veíamos antes que este debe ser un proceso activo y en constante evaluación, por lo que, generalmente, cuando el profesor detecta que el sistema elegido no está teniendo éxito, él mismo se anticipa y lo modula para adaptarlo a las nuevas necesidades detectadas, por lo que de una forma u otra, encuentra el camino que busca para ayudar al alumno a superar la dificultad.
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Cómo crear una buena intervención educativa
Aunque ya hemos revisado las principales características que debe cumplir una correcta intervención educativa, vamos ahora a conocer otra serie de cuestiones que sin duda serán de gran utilidad al educador que desee hacer uso de esta metodología con las mayores garantías de éxito, y poder así ayudar a sus alumnos.
1. Tener claros los objetivos
Por supuesto, el profesor difícilmente va a poder identificar las dificultades de algún alumno para alcanzar un objetivo determinado si no tiene absolutamente claros cuáles son estos. Por lo tanto, la primera tarea del educador será conocer perfectamente las metas educativas que incluye el currículo, a corto, medio y largo plazo.
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2. Conocer a los alumnos
No solo ha de conocer los objetivos, sino que el profesor debe conocer en profundidad a todos sus estudiantes, pues solo así se dará cuenta de que alguno de ellos está sufriendo para asimilar una determinada cuestión y podrá diseñar una intervención educativa para poder ayudarle.
Cada niño tiene unas características determinadas y, mientras que unos preguntarán al profesor en cuanto se den cuenta de que no están entendiendo una cuestión, otros optarán por el silencio y otros ni siquiera se habrán dado cuenta de que no lo están entendiendo. La labor del educador para discernir entre estos escenarios es fundamental.
3. Creatividad
El educador, igualmente, deberá contar con recursos variados y creativos para poder hacerle llegar al estudiante con dificultades esos conceptos que le están generando algún problema. Al igual que en el punto anterior, debemos tener en cuenta que cada alumno es diferente, y la técnica que funciona con unos, no necesariamente ha de hacerlo con los otros.
Por ello, la intervención educativa debe ser creativa y pensada para el estudiante en cuestión.
Referencias bibliográficas:
- Barnett, W.S. (2011). Effectiveness of early educational intervention. Science.
- Gallardo, B. (1995). Estrategias de aprendizaje. Estado de la cuestión. Propuestas para la intervención educativa. Ediciones Universidad de Salamanca.
- Jordán, M., Pachón, L., Blanco, M.E., Achiong, M. (2011). Elementos a tener en cuenta para realizar un diseño de intervención educativa. Revista Médica Electrónica.
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