El lenguaje verbal es una habilidad que no solo sirve para expresar necesidades y deseos; es una competencia que influye mucho en la capacidad de organizar, estructurar y asimilar mentalmente la información externa.
Es un proceso que generalmente inicia durante el primer año de edad, con sonidos y balbuceos a veces ininteligibles, y se estima que hacia los 2 años empiezan a estructurarse las primeras palabras.
Las primeras frases y las palabras más complejas se adquieren entre los 3 y los 4 años y se espera que en estas edades se desarrollan también otras habilidades de comunicación como saludar o despedirse, interactuar oralmente con sus pares, comprender órdenes, repetir temas, realizar algunas preguntas, hablar espontáneamente, mejorar la pronunciación, entre otras.
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Ejercicios para estimular el lenguaje verbal
Puede pasar que los niños o niñas tarden un poco más en adquirir las habilidades necesarias para comunicarse verbalmente, y generalmente esta situación provoca a los cuidadores mucho estrés, sobre todo si los pequeños ya han empezado a ir la escuela.
Afortunadamente hay varios ejercicios que podemos realizar, incluso en casa, y que estimulan varias de las habilidades necesarias para desarrollar lenguaje oral.
A continuación explicamos cuatro ejercicios que pueden ser útiles y sencillos, y que además toman en consideración que el lenguaje se adquiere por medio del desarrollo sucesivo de distintas habilidades.
1. Trabajar praxias linguales y labiales (gimnasia de la boca)
Las praxias son las habilidades motoras voluntarias que adquirimos generalmente por imitación. Las praxias linguales son los movimientos que realizamos con la lengua de manera voluntaria y las praxias labiales son movimientos que realizamos con los labios.
Realizar praxias tanto linguales como labiales favorecen la articulación; es decir, son útiles porque estimulan las partes del cuerpo que nos permiten emitir sonidos y palabras. Por ejemplo, podemos sentarnos de frente al niño, mover la lengua de distintas formas que llamen su atención y pedirle que imite estos movimientos.
Asimismo podemos hacer juegos que impliquen soplar, sonreír o hacer gestos faciales que permitan mover los labios de distintas maneras. Uno de los ejercicios más atractivos para los pequeños es realizar un dado con distintas imágenes que ilustran formas diferentes de mover los labios y la lengua, y pedirle que los imite junto a nosotros.
2. Estimular vocabulario con onomatopeyas
Una onomatopeya es una palabra que imita el sonido de la acción o del objeto al que hace referencia. Por ejemplo, el sonido que hacemos al tocar una puerta, el sonido del timbre, del reloj, de un objeto al caer, el sonido que hacen los perros, las aves, las vacas, las ovejas, los trenes, los coches, las campas o las sirenas de las ambulancias.
Todos estos son sonidos atractivos y fáciles de pronunciar para los pequeños; por eso son un buen punto de partida cuando queremos estimular el lenguaje oral. Así que podemos realizar juegos como carreras con coches, imitar el sonido de las sirenas cuando vamos con ellos por la calle o si vemos un tren, o jugar a que ser distintos animales.
3. Trabajar campos semánticos: empezar con animales, colores, transportes
En línea con el punto anterior, y recordando que el lenguaje nos ayuda a estructurar y darle sentido a la información y los estímulos externos, podemos ayudar a que los niños adquieran las primeras palabras por medio de distintos campos semánticos.
Es recomendable empezar con animales, colores o transportes proque son los estímulos que generalmente están más próximos, con lo cual su adquisición es más sencilla.
Podemos presentarles no solo el sonido sino el nombre del objeto y mediante distintos juegos, por ejemplo podemos jugar a la granja, o a realizar un viaje, contar cuentos donde los protagonistas sean animales, aparear distintos objetos del mismo color, pintar y preguntar por el nombre de los colores, etc.
4. Utilizar material donde puedan asociar imagen y palabra
En las primeras etapas del desarrollo, la información que recibimos es fundamentalmente sensorial, es decir que entra a través de los sonidos, los olores, el tacto, los sabores y también los estímulos visuales.
Por eso, algunas de las herramientas que tenemos para estimular el lenguaje de los pequeños son las imágenes llamativas. Por ejemplo, podemos sentarnos con el niño y mostrarle distintas fotos o dibujos (nuevamente puede ser útil empezar con animales, medios de transporte o los objetos más cotidianos).
Una vez que han reconocido y diferenciado el sonido de cada objeto podemos decirle su nombre y pedirle que lo repita, e incluso incorporar otros objetos también cotidianos como los alimentos o los utensilios de cocina (por ejemplo, nombres de frutas o verduras, pan, taza, vaso, plato).
Hay que recordar que según la edad es más sencillo que pronuncien algunas sílabas que otras, por lo tanto es bueno iniciar con palabras de una o dos sílabas y que tengan vocales y consonantes fáciles de articular.
Algunas recomendaciones generales
Los niños aprenden por imitación y a través de la observación y la experiencia, con lo cual, no es necesario darles explicaciones extensas sobre los juegos o sobre los objetos. Es útil hacer los ejercicios nosotros mismos captando su atención, y después indicarles que lo repitan.
Además, cada niño y niña tiene su propio ritmo, debemos ser pacientes, realizar las repeticiones que sean necesarias. Y en el mismo sentido recordar que este tipo de estrategias no necesariamente aceleran el proceso en todos los niños o niñas.
Para reforzar de manera firme el lenguaje debe realizarse una evaluación profunda, así como un programa de ejercicios sistemático y adecuado a las necesidades y la zona de desarrollo próxima del pequeño. Por ejemplo, en algunos casos es necesario iniciar la estimulación del lenguaje favoreciendo habilidades más básicas como deglutir o masticar, lo que hay que detectar a través de una orientación formal.
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